De Feria y fiestas

Este año, por motivos personales, me ha coincidido el 15 de agosto en Madrid y decidí integrarme en una de sus celebraciones más tradicionales como es la 'Verbena de la Paloma', así que tomé el camino de Las Vistillas y Latina para experimentar como se vive una de las fiestas castizas de España. Las familias ocupaban las calles con alegría y ganas de fiesta, ya se habían celebrado los concursos de 'chotis' pero se dejaban ver algunas parejas con los vestidos tradicionales, chulapos y chulapas con mantón de manila todos ellos de mi quinta por razón de la edad y nostalgia.

Pasa la procesión con la imagen de La Paloma y los bomberos que la escoltan con música de zarzuela y pasodoble de «España cañí»; las autoridades procesionan como está obligado, hay un espontáneo que da un viva al alcalde, se aprecia mucho fervor popular en los que acompañan a la imagen. En la calle, la gente come toneladas de pringues y litros de cerveza visitando los quioscos y casetas. Terminada la procesión la imagen vuelve a la iglesia de La Paloma, se canta la Salve y se despiden las autoridades. Dejo la plazoleta de la iglesia camino de la Cebada y a unos 50 metros me encuentro en una aglomeración, son hombres que bailan y beben, intento atravesar la calle, pero me quedo totalmente impactado cuando me veo rodeado de parejas homosexuales practicando ejercicios de sexo explícitos ¿era su fiesta? me siento agredido, no tenían derecho para violentarnos a mí y a mi familia convirtiendo un espacio público en lupanar.

Recordaba la zarzuela 'La verbena de La Paloma' y lo que de antitético tenía la realidad que acababa de presenciar y no pude evitar recordar algunas frases del libreto que tienen actualidad, aunque hayan pasado 192 años.

Recuerdo la Feria de Almería, tal vez con nostalgia endulzada por sensaciones agradables, pero era distinta, no sé si mejor o peor pues no me fío de mi percepción, pero está claro que era de diversiones sencillas, como ver el desfile de coches tras los toros, una carrera de bicicletas o los bailes en la Caseta. Un chumbo fresco era una delicia de feria, hoy tal vez sea un lujo exquisito pues están desaparecidas las chumberas con la ayuda de la Administración.

La razón del origen de nuestra feria se justifica por la celebración de la onomástica de la Virgen del Mar, por eso los cultos en su honor forman parte de su esencia y sobre ellos se han añadido otros actos cívicos y que son positivos para la memoria de la ciudad, pero otros muchos actos han desaparecido por carecer de sentido en la actualidad, alguno tan curioso como la presencia de un buque de la Armada durante las fiestas, pero lo que permanece inmutable desde mediado del siglo XVIII y antes de la institucionalización de la feria, es la merienda en los toros por acuerdo del Cabildo Municipal previa iniciativa del Cabildo Catedralicio y en ella se refleja ese compartir lo que se tiene tan almeriense.

Que sean unas felices fiestas para todos en esta realidad de la Almería intercultural.