El foco

¿La guerra de Ucrania o es la de todos?

El presidente Putin se ha enrocado en la confrontación con sus vecinos europeos para evitar su propia inestabilidady preservar la integridad del imperio ruso

Félix Arteaga

Sábado, 30 de marzo 2024, 23:00

El presidente Macron declaró en febrero de este año que la derrota de Rusia es indispensable para la seguridad y la estabilidad de Europa. El ... presidente Putin se ha enrocado en la confrontación con sus vecinos europeos para evitar su propia inestabilidad y preservar la integridad del imperio ruso. Tres años después de su invasión a gran escala de Ucrania y diez años después de la primera, el presidente Putin detenta el poder absoluto y continúa eliminando, incluso físicamente, a sus rivales, sean los opositores políticos como Alexei Navalni o militares como Yevgueni Prigozhin en suelo ruso, sean los desertores o disidentes rusos en territorio europeo o a la población ucraniana que se resiste a doblegarse mientras pernoctan en sus hogares.

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Derrotar al presidente Putin es difícil porque continúa disfrutando de un gran apoyo interno, como reflejan las pasadas elecciones de marzo (ha subido en diez puntos sus resultados de 2018: hasta el 87% en votos y el 77% de participación). Sin candidatos que puedan criticar la guerra ni a su presidente, los conflictos y las sanciones refuerzan la legitimidad interna de los regímenes dictatoriales como el ruso y su dominio de la censura y la desinformación han evitado que la población conociera el fracaso de la ofensiva rusa, la incompetencia militar o el elevado número de bajas en el frente de batalla. Derrotar a Rusia militarmente no sólo es difícil sino, sobre todo, arriesgado porque la inminencia de una derrota sobre el campo de batalla podría desencadenar la escalada nuclear con la que el presidente Putin amenaza recurrentemente.

Si no es posible derrotar a Rusia ni al presidente Putin, la estrategia de victoria pasa por contener la amenaza militar rusa en Ucrania apoyando a sus fuerzas armadas con los medios que les permitan estabilizar las posiciones defensivas y poner en peligro la retaguardia rusa en territorio ocupado. Quienes apoyan a Ucrania deben proporcionar suficiente munición de artillería para frenar los avances de las tropas rusas en la línea del frente, medios antiaéreos para denegar el acceso de sus aviones al espacio aéreo y misiles y drones de mayor alcance para continuar batiendo los buques e instalaciones navales rusas en el mar Negro o en Crimea. Poner tropas regulares sobre el terreno, es algo que se descarta 'por el momento', pero las fuerzas y mandos ucranianos cuentan con el apoyo de asesores e instructores occidentales para conducir las operaciones o adiestrar a las tropas, aunque hasta ahora la parte principal del adiestramiento se ha desarrollado fuera del territorio ucraniano.

El éxito de la contención depende de la convicción y perseverancia de sus miembros en la realización de la estrategia. Frente a la facilidad con la que el presidente Putin puede disponer de todos los recursos de Rusia para superar la contención, los aliados de Ucrania no pueden adoptar medidas de economía de guerra a costa de desatender las demandas sociales de sus poblaciones. Mientras Rusia ha elevado su presupuesto militar para 2024 hasta el 7,5% de su PIB, sólo dos terceras partes de los miembros de la OTAN cumplirán el objetivo del 2% en 2024 según los datos de su secretario general Jens Stoltenberg. Hasta ahora, la ayuda occidental a Ucrania no supera el 1% del PIB, persiste un desfase entre los compromisos de entrega y su ejecución material y se multiplican las objeciones a su continuidad. De todas, la más preocupante es el bloqueo de los fondos americanos comprometidos y su posible agotamiento tras un cambio de Administración tras las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Exista o no relevo en la presidencia, Estados Unidos exigirá a los europeos elevar su compromiso de gasto en defensa por encima del incumplido 2% hasta igualar por lo menos el 3% que ya aportan Estados Unidos, Polonia y Grecia. Por otro lado, la ayuda de la Unión Europea a Ucrania ya iguala a la de Estados Unidos si se incluyen las partidas económicas y militares, pero la ayuda militar europea tendría que duplicarse durante 2024 si los estadounidenses desatienden sus compromisos. Eso supone que la industria europea de la defensa debe aumentar su capacidad de producción y comprar lo que no sea capaz de producir.

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La situación anterior plantea a Ucrania y a sus aliados la necesidad de reconsiderar la naturaleza y alcance de su respuesta a Rusia. Deben respaldar su, hasta ahora, inequívoco apoyo político con una postura militar y con esfuerzo económico coherente. Las declaraciones de los dignatarios occidentales en las últimas semanas reconociendo la gravedad de la situación, llamando a la guerra por su nombre y justificando la necesidad de hacer frente a la agresividad rusa tratan de preparar a las sociedades occidentales para lo que se avecina. No se trata de movilizar un apoyo temporal frente a una 'operación especial militar' limitada a Ucrania, sino de prepararse para contener la guerra de agresión que Rusia está desarrollando en todos los niveles, desde el híbrido al convencional, y en todos los dominios de confrontación. Si la contención no es contundente ni sostenida, el presidente Putin aprovechará todas las debilidades e incoherencias aliadas para vencer en Ucrania y convencer a los restos del imperio soviético de que están dispuestos a utilizar la fuerza para mantener su hegemonía en Europa Oriental y en Asia Central. La derrota de Rusia consiste en que no puedan prevalecer en su escalada militar, en que, conteniendo su avance en Ucrania, este país y todos los que Rusia subyuga o ha subyugado puedan ejercer plenamente su soberanía sin temor. Contener a Rusia en Ucrania, resistir, es vencer.

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