La familia y el equilibrio humano

miguel carrascosa salas

Sábado, 23 de julio 2022, 01:02

Cuando afirmamos que la familia es una unidad de equilibrio humano –puntualiza el doctor Puy– queremos significar que es en ella donde se puede formar ... ejemplarmente a un hombre y a una mujer concretos, es decir, a personas humanas cabales y equilibradas. El hecho de haber nacido no es suficiente al hombre –como lo es para determinadas especies zoológicas– para llegar a serlo en plenitud. Física, espiritual y afectivamente necesitan tanto el hombre como la mujer de un ambiente natural y apropiado para desarrollar sus inmensas capacidades personales. Hasta ahora –que sepamos– no se ha inventado otro como el propiciado por el medio familiar, o sea, por la familia normalmente constituida como institución personal, resultado de la libre decisión de la pareja; la familia como centro operativo de intimidad, en donde no es posible la alienación; la familia como encuentro fecundo de relaciones interpersonales, necesario contrapunto que preserva a sus miembros de las influencias masificadoras del ambiente.

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Esta realidad se debe al hecho de que el factor que contribuye decisivamente a estabilizar el psiquismo global del hombre y de la mujer es el amor; el amor de conyugalidad (erótico-pasional e intencional-racional) de los padres; el amor de filiación de progenitores a hijos y viceversa; el amor de fraternidad entre los hermanos, el amor hacia los parientes…; e incluso el amor religioso o místico que mantiene unida a la 'iglesia doméstica', que es la familia.

Privar a los hijos de la influencia familiar y concretamente del afecto materno durante los primeros años de la vida del hijo, podría provocar en éste –según las recientes investigaciones del profesor Goldarf– inadaptación social, inquietud, hiperactividad, psicopatías, irritabilidad, frustraciones personales, complejos e inferioridad, desconfianza, angustia existencial, rebeldías, inadaptación escolar, con deficientes resultados en sus procesos de aprendizaje, actitudes y tendencias delictivas, etc. Los efectos antisociales más claros producidos por la carencia de afecto maternal durante los primeros estadios de la vida, corresponden efectivamente a la alta proporción de delincuentes que se encuentran entre los niños privados de la madre o de un sustituto maternal idóneo, como se ha constatado –una y otra vez– por los estudios de los doctores Bowilby, Theis y Bodman.

La incidencia positiva del grupo familiar sobre los hijos se extiende y hace patente, sin embargo, a lo largo de todo el proceso de formación psicosocial de los mismos: desde el claustro materno hasta la pubertad; desde la pubertad hasta la integración de los jóvenes en los grupos adultos consolidados, desempeña la familia un decisivo papel como «grupo relacional que se construye en el tiempo y que permite crecer y madurar a todos sus miembros», haciendo patentes, entre otros, los siguientes logros: la seguridad emocional de los hijos, la disciplina y el orden intrafamiliares, la interaccióin entre sus miembros, la superación personal, la identificación en la conducta, los progresos escolares, el equilibrio nervioso, la confianza y la seguridad en sí mismos, la alegría y el gozo de vivir y de relacionarse, etc.

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Ahora podemos ver más intensamente –advierte de nuevo el profesor F. Puy– la razón que asiste a la Sociología cuando afirma que la familia constituye –para el hombre y la mujer– la comunidad vital más intensa, útil y larga, la que encierra el 'comercium totius vita humanae'. (Revista 'Persona y Derecho', 1974, volumen I, pp. 13 y ss.).

Por su parte, el profesor Karl G. Garrison, en su obra 'Psicología del adolescente', realiza una detallada investigación acerca de la influencia del medio familiar en la configuración afectivo-psicológica del joven, que estima muy decisiva, así como somete a resultados estadísticos –altamente fiables– las incidencias familiares en el terreno escolar de los hijos, en el de la educación de su libertad personal y en el relativo al de la emancipación de los jóvenes, una vez concluido –sin traumas– el proceso de su maduración personal. En tales campos ha detectado el decisivo papel de la familia como factor insustituible de equilibrio humano.

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