No sé si creerlo. Lo que me cuenta parece ficción. Aunque con la que está cayendo, bien podría ser cierto, tanto como las cosas que ... están sucediendo y que no creeríamos ni de coña si de ellas nos hablaran hace dos años. Insisto, no sé si tomarme en serio lo que cuenta esta mañana mi colega Recesvinto; quienes lo tratamos conocemos su propensión a la fábula, así que con cautela paso a relatar lo que ayer me dijo al salir de clase.
Debo indicar que Recesvinto no estaba fuera de sí, como otras veces, en que se enerva por la carnavalada en que vivimos. En esta ocasión mantuvo una serenidad pasmosa mientras me hablaba de que la noche anterior, nada más ponerse el pijama, fue abducido por unos extraterrestres que, por su descripción, recordaban a los de Eduardo Mendoza en su imaginativa novela 'Sin noticias de Gurb', donde narra una peripecia que no conviene perderse.
A lo que iba. Recesvinto me contó que lo sentaron en una especie de sillón de dentista que había en la nave alienígena, y lo conectaron a una pantalla casi transparente en la que los marcianos –que iban tocados de algo similar a un turbante- le mostraban el futuro de nuestro planeta. La primera frase que apareció en la pantalla era premonitoria de lo que vendría después, y decía así: Usaremos eso que llamáis democracia para destruir la democracia.
Acto seguido proyectaron imágenes de cómo irían idiotizando a los terrícolas a base de convertir las escuelas en parques de atracciones, y sustituir las bibliotecas por platós televisivos donde quien suelta la tontería más grosera es premiado con viaje a gastos pagados al paraíso de los imbéciles.
En la siguiente secuencia se veía a una muchedumbre vitoreando a un líder que rebuznaba sin parar desde la tribuna, que era aplaudido por el gentío sin rostro y con orejeras, por una multitud de obnubilados que sobre la cabeza llevaban un gorro igual al de los alienígenas.
Recesvinto, que no se calla ni debajo de agua, preguntó a los marcianos por cómo lograrían su objetivo. A lo que estos respondieron que denigrando los valores tradicionales de Occidente, y tras ello doblarían la ración de 'buenismo' y falsa filantropía, cambiando sensibilidad por sentimentalismo barato de tertuliano radiofónico, sustituyendo la curiosidad y el desafío del saber por las patochadas de las redes sociales. Su plan era suplir la reflexión por la prisa, la filosofía por el conformismo, la historia por el panfleto, la geometría por las carcajadas, y todo ello aderezado por el rollo socio-afectivo a mandíbula batiente. Para ello ya hemos convertido a los maestros en bufones, –aclararon a Recesvinto–.
Eso sí, todo bien regado de subvenciones a 20 céntimos, de paguillas y de untes que los primeros de la piara se llevarán crudo.
Pero no te preocupes –concluyeron los alienígenas–, una vez seáis todos esclavos de vuestra ignorancia, seréis útil manduca, comida triturada para nuestras mascotas, que ávidas os esperan en nuestro asteroide.
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