A raíz del caso Rubiales-Piqué, el central azulgrana en una de sus declaraciones, entre otras cosas, decía que «en esta sociedad generar dinero significa ... éxito y me gusta ser exitoso en todo lo que hago». Entonces, ¿qué entendemos por éxito? Estamos acostumbrados a relacionar el éxito con ganar dinero por encima de lo normal, lograr importantes cargos o significativa posición social, ostentar una sustanciosa cuota de poder, quedar victorioso en lo deportivo,… La Academia de la Lengua, en su diccionario, entre sus acepciones ya nos da una buena pista. El éxito es un resultado feliz o positivo de un negocio, actuación, etc. Además simboliza la buena aceptación que tiene alguien o algo. Y el mismo diccionario también define este vocablo como terminación de un negocio o asunto. La palabra éxito viene del latín: 'exitus', salida; los ingleses la adoptaron como 'Exit'. En latín también significa «término, fin», dando por hecho que el resultado de nuestros empeños puede ser bueno, pasable o adverso; y así hasta no hace mucho se podía hablar por ejemplo de provechoso éxito o de éxito infortunado.
En nuestro país hemos mutado el sentido del término y prácticamente lo utilizamos cuando hablamos de triunfo. Lo contrario es fracasar. Sin embargo el éxito consiste en algo inaprensible desde nuestra mirada prosaica, sin idealidad. Es algo que poco tiene que ver con la apariencia, con la visibilidad, con la banalidad pública. Se puede resumir el éxito como el arte de lograr el 'bienser', que dice Emilio Lledó, en ese encuentro armonioso con uno mismo. El bienser, o bien vivir, del que nos habla el filósofo, nos remite a ese ¿Ser o estar?, título de una obra de Erich Fromm, otro gran defensor del humanismo. Frente al espíritu de las sociedades modernas, centradas en la propiedad y la codicia, confinadas en el 'estar', el 'modo de ser', argumentaba Fromm, tiene como requisitos la independencia, la libertad y la razón crítica.
Su característica fundamental es estar activo, no desde una concepción exterior de estar ocupado, sino desde un universo interior, con el uso productivo de nuestras facultades, talento, y habilidades. Esto significa renovarse, crecer, fluir, amar, trascender la prisión del ego aislado, estar activamente interesado. El éxito es gustarte a ti mismo, que te guste lo que haces y cómo lo haces, es sentir que las personas cercanas a ti son felices y te aman. Y como dice la filósofa valenciana Adela Cortina, lograr éxito es una cuestión de educación moral. Porque una persona moralmente educada es la que controla su vida y pone sus conocimientos y sus sentimientos al servicio de ella, porque no es el éxito social lo que se ha de buscar, sino el éxito moral.
Me viene a la memoria la canción de Serrat: 'Hoy puede ser un gran día'. Copiaría la letra entera como metáfora de lo que de verdad es simple y llanamente el verdadero éxito. Hacer de cada día una aventura extraordinaria. Pero llevamos demasiado tiempo confundiendo éxito con mérito y hemos puesto el exceder a todo y a todos como una soflama vital por excelencia. La llave del éxito tal vez es el intento del conocimiento del valor de las cosas, de los instantes, de las palabras, de las certezas del espíritu humano.
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