Dreambeach: cómo moldear la marca de un gran festival
Nuestra marca acaba de recibir el Premio a Mejor Estrategia de Comunicación y Marketing de nuestro país en la 5ª edición de los Iberian Festival Awards
Ibai Cereijo
Domingo, 8 de noviembre 2020, 00:47
¿Cuáles son las claves para que la comunicación y el marketing de un festival de música funcionen? Desde octubre de 2017 moldeo, junto a ... un gran equipo, el mensaje y la difusión de Dreambeach, el macrofestival de referencia para los amantes de la música electrónica de España. Nuestra marca acaba de recibir el Premio a Mejor Estrategia de Comunicación y Marketing de nuestro país en la 5ª edición de los Iberian Festival Awards, el certamen que anualmente reconoce la labor de los eventos musicales de España y Portugal. Antes que nosotros lo habían recibido festivales líderes como Low Fest (2019), Sonorama Ribera (2018), Resurrection Fest (2017) y Primavera Sound (2016). ¿Qué teclas hemos tocado para ganar este codiciado premio?
1. Ante todo, un buen producto. En esencia, Dreambeach es un festival de música de altísima calidad, tanto por la talla de sus artistas invitados, su producción –5 escenarios, 30.000 plazas de acampada– o la inversión en equipamiento técnico. No se puede construir nada sin esa base sólida. El público es cada vez más experto y, si le prometes algo y no se lo entregas, lo pierdes para siempre.
2. No es para cualquiera. Sutilmente, hemos dejado de promocionar Dreambeach como un festival para todo el mundo, que es la tentación de los promotores ansiosos por llenar su recinto. En lugar de eso, hemos reforzado la idea de que los dreamers forman una comunidad exclusiva. Con esa idea puede que dejes de vender algunos miles de entradas, pero creas fanáticos de tu marca.
3. Un relato intrigante. Una de las desventajas del festival es su recóndita ubicación en Villaricos-Palomares (Cuevas del Almanzora)... Para nuestro público del resto de España, eso les suena... ¡A donde grababan los spaghetti westerns! ¿Por qué no tornar eso en un rasgo diferencial? Ahora describimos ese lugar como «la esquina más remota del mapa de España»; y a los dreamers, como «peregrinos». ¡Y funciona!
4. Reconciliados con nuestras carencias. No tenemos buena comunicación por tierra, ni instalamos césped artificial y, en agosto hace mucho calor. Son desventajas innegables y el equipo de redes sociales hace un trabajo ejemplar presentando una propuesta de valor honesta, sin engañar a nadie. En el lado bueno de la balanza, las mayores estrellas mundiales de la electrónica o el Hip-hop solo vienen a Dreambeach. Lo bueno y lo malo: todas las cartas sobre la mesa.
5. Una marca participativa. Para nuestro principal público, la Generación Z (entre los 18 y los 25 años), un festival es una institución referencial, como el Gobierno o un club de fútbol. Desean interactuar con ella y que su voz se escuche. La marca no es nuestra, es una idea compartida.
6. ¿Competidores? Sí, gracias. Dreambeach tiene su principal contrincante en Medusa, otro gran festival de electrónica que se celebra el mismo fin de semana en Valencia, ¡y eso es muy positivo! La polaridad entre dos propuestas antagónicas (Barça vs. Madrid, izquierda vs. derecha, Coca Cola vs. Pepsi...) es un poderosísimo generador de adhesión de marca.
7. Mucho más que canis y chonis. En la opinión pública (y publicada), la música electrónica arrastra el estigma del consumo de drogas y la diversión sin freno. Hemos realizado un esfuerzo intencional de elevar el perfil cultural de la marca, presentándola como un certamen musical culto y como una selecta institución de tendencias sonoras.
8. Antes de morirme, quiero ir. La marca también ha profundizado en el relato experiencial-aspiracional. Se trata de presentarnos como todo aquello que un adolescente plasmaría en su carta a los Reyes Magos. Aquí la fotografía y el vídeo de calidad juegan un papel clave para nutrir los sueños, y si es contenido generado por el usuario, mucho mejor.
9. Hacia dentro y hacia fuera. Tenemos el delicado reto de crecer en dos direcciones opuestas. Primero hacia dentro, en la exigente comunidad de acérrimos de la cultura dance. Y, en segundo lugar, hacia fuera, incorporando a nuevos públicos a través de nuevas propuestas sonoras (Hip-hop, Trap...) graduales para no ahuyentar a los puristas de la música electrónica.
10. Calentar los meses fríos. La larga campaña de marketing y ventas de un festival veraniego tiene su mayor escollo en invierno. Mantener al público caliente requiere de una gran intensidad en la comunicación. Estimulamos a los fans con sorpresas permanentes, sobre todo anunciando a nuevos artistas.
11. Estrategia de precios bajos. Por cartel artístico y calidad técnica, Dreambeach podría vender su abono para 5 días a 150 euros, pero hacemos un esfuerzo deliberado por mantenerlo a 70-90 euros. El ticket económico conlleva tensión financiera para la empresa, pero así sigue siendo asequible para jóvenes de entre 18 y 25 años.
12. Unidos en espíritu. Una curiosidad interna sobre el equipo de comunicación de Dreambeach es que trabajamos diseminados: Gonçalo Miranda, en Ibiza; Manolo Martin, en Almería; David Jiménez, en Madrid; la oficina de producción, en Granada; y el que escribe estas líneas, en Bilbao. Estamos separados por la distancia, pero unidos en red por un proyecto apasionante que tanto aporta a la música electrónica y a la economía y el turismo de Almería.
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