La diligencia
Mis vecinos del estadio de la Juventud se han levantado en armas porque acaba de alzarse una torreta de telecomunicaciones a escasos cincuenta metros de sus viviendas y de la instalación deportiva
Manuel Pedreira
Granada
Sábado, 6 de julio 2019, 00:48
Solo le falta que en la punta coloquen un Ángel Exterminador, con su espada y su palma, como el que nos amenaza desde el pináculo ... más alto de la Catedral de Granada, dispuesto a arrojar sobre nuestras cabezas la cólera divina, el Apocalipsis invisible de sus ondas electromagnéticas.
Mis vecinos del estadio de la Juventud se han levantado en armas porque acaba de alzarse una torreta de telecomunicaciones a escasos cincuenta metros de sus viviendas y de la instalación deportiva. Los grupos de whatsapp hierven, los rumores acerca de los efectos nocivos de ese tipo de instalaciones sobre los seres humanos corren como la pólvora… aunque resulte paradójico que para que ese hervor alcance la temperatura correcta y esa pólvora vuele sean necesarias esas ondas electromagnéticas.
Tetas y sopas no caben en la misma boca. Montamos la de Dios es Cristo en cuanto las cuatro rayitas de la cobertura se convierten en tres pero no estamos dispuestos a pagar ningún peaje. Las antenas, lejos, la cobertura, hasta los bordes. No existen evidencias científicas de que las antenas de telefonía sean perjudiciales para la salud. Es más, hay estudios que aseguran que esas instalaciones emiten menos radiaciones que una bombilla. Esos estudios, dirán los detractores de las antenazas junto a las viviendas, son igual de válidos que los que advierten del peligro de las ondas y sus conexiones con el cáncer. «Además, seguro que el estudio ese de la bombilla lo ha financiado una malvada empresa de telefonía», dirán, y ahí es donde comienza el derrape y la paranoia.
Quizás sea poner la tirita antes de que haya herida, pero ya les anuncio que pronto aparecerá un político local ofreciendo una rueda de prensa 'in situ' para denunciar el atropello y exigir el inmediato traslado de la antena… ¿adónde? ¿En mitad de la vega? No, se me infectan los tomates. ¿A un risco de la Alfaguara? No, les duele la cabeza a las cabras. Y no arriesgo mucho si identifico la orientación ideológica de ese político redentor (y sin móvil). Será de un partido de izquierdas, de esa izquierda que alienta los miedos contra la industria, la tecnología, el capital y el sistema. La misma que bendice la homeopatía y critica la energía nuclear o los alimentos transgénicos. No es toda la izquierda, por supuesto, pero sí una considerable porción de ella, bautizada magistralmente por Mauricio-José Schwarz como 'la izquierda feng-shui'. Esta gente, que duda de las vacunas y aboga por que se financie la homeopatía (Echenique), pretende que desandemos varios siglos de avances científicos sin más razón que el miedo a peligros difusos –que siempre tienen detrás una pérfida multinacional– mientras otros más evidentes, como el tabaco o la grasa de la comida basura, se la sopla.
En fin, que si queremos cobertura, habremos de poner de nuestra parte y la empresa, obtener las licencias pertinentes. Y ahora voy a enviar esta pieza al periódico, que estoy de viaje y me pilla fuera, pero nada de correo electrónico. Miraré a qué hora pasa la próxima diligencia.
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