El dilema
Puerta Purchena ·
Ángel Iturbide
Sábado, 12 de febrero 2022, 22:41
Cuando me aburro o cuando salgo a caminar me gusta plantearme cuestiones o situaciones ante las que debo tomar una decisión. Si lo que decido ... o no es acertado no es para mi lo más importante, sino darle vueltas a la cabeza y ver qué razonamientos tengo a favor o en contra de lo expuesto. Son dilemas. Uno de estos dilemas que me ha rondado por la cabeza, a la vista de lo que ocurrió en la elección de la canción que representará a España en el festival de Eurovisión, es la abrumadora mayoría de españoles que se ha quejado porque consideraba que la ganadora que debía ir al festival era las Tanxugueiras con una tema cantado en gallego.
Yo me pregunto qué hubiera pasado si la canción elegida hubiera sido en catalán, euskera, valenciano, todas ellas lenguas cooficiales de este país. ¿Un tema en euskera o catalán habría representado a España en Eurovisión lo mismo que muchos creen que se merecía llegar a Turín la canción de las Tanxugueiras?
Anoche se entregaron los Goya 2022 y a la hora de escribir este artículo (el viernes pasado) desconozco quiénes han ganado. Ahora bien, pude ver hace unos días un documental que aspiraba al Goya que me pareció magnífico y que se convirtió en un nuevo dilema. Se trata de 'El retorno: la vida después de ISIS' de la directora Alba Sotorra. Un trabajo realizado a lo largo de varios meses en el interior del campo de Roj en el nordeste de Siria. En él se cuenta la vida de 6 mujeres, muy jóvenes la mayoría, de Canadá, Estados Unidos, Alemania, Países Bajos e Inglaterra que en un momento de sus vidas decidieron unirse al Estado Islámico y se fueron a Siria. El documental recoge sus testimonios y las razones que les llevaron a emprender ese viaje para unirse al EI. Razones personales motivadas por una vida que no les llenaba en absoluto, argumentos religiosos fundamentalmente y en la mayoría de los casos ser víctimas de una manipulación enorme.
Todas ellas, sin conexión previa, viajaron por su cuenta a Siria. Allí se casaron con guerrilleros del Estado Islámico o con sus parejas conocidas en sus países de origen. Todas ellas creían en lo que hacían y pensaban que aquello era lo adecuado y lo que le daba sentido a sus vidas. Ya en Raqa, capital del Califato del Estado Islámico, sus vidas se redujeron a acompañar a sus maridos, criar hijos (a una de ellas de apenas 24 años se le murieron los tres hijos que tuvo), cocinar y limpiar. Así, hasta que en 2017 el Califato cayó y los combatientes del Estado Islámico o murieron o huyeron o acabaron en prisión. Fue entonces cuando las seis mujeres que protagonizan el documental terminaron en el campamento de Roj que es atendido por los kurdos de la zona.
Los gobiernos occidentales de estas mujeres (en algunos de ellos se han producido atentados con víctimas por parte del grupo al que ellas se unieron libremente), las consideran terroristas y les han suspendido sus pasaportes al tiempo que han rechazado toda posibilidad de que vuelvan a sus casas acompañadas de sus hijos que es lo que desean todas ellas.
Y he aquí el dilema y la comedura de coco. Estas mujeres, y muchas más como ellas, que son conscientes de la realidad y de lo que hicieron y consideran que se equivocaron al unirse al Estado Islámico ¿deberían tener derecho a ser acogidas por sus gobiernos de origen y volver a sus antiguas vidas? ¿Y sus hijos? Hay que tener en cuenta que sus hijos son niños nacidos bajo el Califato del EI y no han conocido otra cosa ni han tenido participación en nada. Niños que no llegan ni a los diez años. ¿Deberían ser considerados ciudadanos occidentales y obtener la nacionalidad que tenían sus madres antes de perderla? ¿Realmente estas mujeres y sus hijos traicionaron a sus países al unirse a un grupo terrorista por lo que no deben obtener el perdón de las autoridades? ¿Qué futuro tienen por delante en un campo de refugiados en el que no hay nada de nada? Ahí lo dejo.
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