Despotismo iletrado de izquierdas
Opinión ·
MARCIAL VÁZQUEZ
Viernes, 26 de abril 2019, 00:00
Si algo faltaba en esta campaña para cerrar el círculo vicioso y tóxico de esta nueva izquierda populista que padecemos en nuestro país era el ... tradicional manifiesto trasnochado de «intelectuales de izquierdas», que a duras penas son intelectuales- la mayoría cantantes, actores o escritores subvencionados- pero que, eso sí, representan de manera perfecta el concepto de 'izquierda' que ha logrado desarrollarse e imponerse en el marco político-cultural del país, nunca mejor dicho.
Como no podía ser de otro modo, esta declaración llena de tópicos populistas y guerracivilistas llega a dos días de que vayamos a votar, como si esta gente creyese que tiene algún tipo de influencia o predicamento en las voluntades electorales de la mayoría. Aun así, lo importante es la intención, que obviamente pasa por inclinar la balanza del lado que ellos creen «necesario» y vital para salvar nuestra democracia. Porque, por si alguien aún no lo sabe, Miguel Ríos, Bardem o Paco Ibáñez nos alertan de que nuestro sistema democrático, nuestras libertades, están en peligro. Nos dicen, además, que llega el «toro de la ultraderecha», identificando como tales- por si acaso- a «todas las derechas», que nos recuerdan son PP, Cs y Vox. Intelectuales como Lucía Álvarez, creo que es una actriz, explican que «todas las derechas se unen ahora», precisamente cuando la división del voto contra el PDROE le va a dar la victoria y posiblemente la presidencia a Pedro Sánchez. Y es que, aunque no lo digan los intelectuales en su manifiesto, la aparición de Abascal ha sido el regalo de los dioses y del destino al actual presidente socialista en funciones; sin Vox el Partido Sanchista jamás habría logrado soñar si quiera con ganar unas elecciones Generales.
Lo mejor de todo es cuando los «intelectuales de izquierdas» no piden el voto «para ningún partido» pero dejan claro a quien «no se debe votar», esto es, ni al PP, ni a Ciudadanos ni a Vox. Es decir, que podemos elegir entre el PDROE y Unidas Podemas para salvar nuestra civilización y nuestras libertades. Hay que ir a votar- nos animan- pero sabiendo cuál es el voto democrático y culto.
Desgraciadamente, el tiempo que nos toca vivir es la era dorada de la estupidez. Y en política esto no es una excepción. El valor de la razón y la responsabilidad que se situaron como pilares metafísicos del desarrollo de la democracia liberal yacen debajo de las oleadas de frivolidad, sinrazón y estulticia que nos ha ahogado como sociedad ciudadana. En parte era de esperar: no se puede disfrutar una democracia de la razón y por la razón cuando predomina el marketing, las consignas y las mentiras prefabricadas como vehículos únicos y preferentes de la cultura política y aglutinadora del voto.
El problema es que cuando se construye una democracia alejada de la razón, se acaba convirtiendo en una democracia de la sinrazón y poco razonable. Nunca estuvo más deslegitimado y pisoteado el concepto de 'intelectual', que si además se le acompaña por el calificativo 'de izquierdas' y hablamos de que son 'españoles', nos encontramos en pleno siglo XXI con actores, actrices, cantantes, faranduleros varios y escritores sin talento al servicio de una ideología que se llaman a sí mismos de la misma manera que la historia llegó a llamar a figuras como Azaña, Ortega y Gasset, Unamuno, Machado o Francisco Giner de los Ríos. Es, en definitiva, la degradación de la naturaleza intelectual de la izquierda clásica, que ha sido sustituida por una nueva cuya bandera no es la de la ilustración, ni siquiera la de la democracia liberal, sino directamente la del despotismo iletrado.
No hay más que ver estos últimos años, particularmente esta permanente campaña electoral desde que Pedro Sánchez ganó la moción de censura, para darnos cuenta de que la izquierda ya no busca la verdad, sino imponer sus mentiras y su dogma sectario por encima de cualquier evidencia empírica y realista. La colección de falsedades, imposturas, estafas y actitudes desafiantes contra el más mínimo sentido democrático que ha demostrado el socialismo desde que fue infectado y suplantado por el sanchismo es tan hiriente e interminable, que solo cabe concluir que el manifiesto de los «intelectuales de izquierdas» únicamente es el colofón final para dotar de autoridad moral a la política más destructora y destructiva que hemos visto los españoles desde la llegada de la democracia. Claro que, al final, es Marwan el que viene a bendecir culturalmente al partido de Carmen Calvo como último guardián de la ciudadela democrática frente a las embestidas de la extrema derecha.
Nunca la figura de intelectual estuvo más por los suelos que ahora en la izquierda, y nunca nuestra libertad de pensamiento y de conciencia estuvo más envenenada que ahora y por la izquierda.
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