Vamos a ser amigos
Ese espíritu legionario de confianza en tus camaradas hace que a cada paso que das sepas que, detrás de ti, tienes al resto de ese grupo tan diferente.
Ando o, anduve documentándome, para mi siguiente novela, en la historia de La Legión; sus inicios, sus gestas, sus luces y sus sombras. Hombres que, ... de dispares lugares de origen, de alta alcurnia y de baja estofa, se unieron bajo un solo banderín; y ahí acabaron las diferencias. Los que me siguen en esta columna sabrán de mi pertenencia a la cuadrilla del Mayor Dolor en Linares. Sucedió hace muchos años, cuando Curro y Cobi llenaban los anuncios de la televisión; el por qué sucedió es aún un misterio para mí. El caso es que, cada Madrugá, nos juntamos un grupo muy heterogéneo, y cuando digo «muy», me refiero a que es como cuando vamos a tomar café y el camarero pregunta ¿qué van a tomar? No hay dos iguales. Pero que, al ponerte el costal, somos todos uno.
Publicidad
Salvando las diferencias, pertenecer a esta cuadrilla me ha ayudado mucho a entender ese aspecto tan peculiar de La Legión. La lealtad a quienes sudan a tu lado, a quienes pelean codo con codo hace que, a pesar de sufrir disentería, puedas erguirte y continuar caminando junto a los tuyos. Esa amistad que, obliga (y sé que «obliga» no es la mejor manera de definirla), cuando escuchas «vamos a ser amigos» a dejarte matar o enterrarte en kilos por quien lo dice. Esa camaradería que «obliga» a no dejar a nadie atrás a pesar de que crea que ha llegado su última hora en el campo de batalla. Ese espíritu legionario de confianza en tus camaradas hace que a cada paso que das sepas que, detrás de ti, tienes al resto de ese grupo tan diferente, tan peculiar, que te da fuerza y a pesar del miedo das otro paso más, y otro, y otro; y así, paso a paso, se gana la pelea. Juntos. Siendo uno.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión