Adiós Rubiales

Otro beso histórico fue el que inmortalizó el fotógrafo Alfred Eisenstaedt el 14 de agosto de 1945, en Nueva York, coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Mundial. Aquel gesto entre soldado y enfermera dio la vuelta al mundo a través de la portada del Times, convirtiéndose en uno de los besos más sonados de todos los tiempos.

En el cine hay muchos besos icónicos. El de Vivien Leigh y Clark Gable en 'Lo que el Viento se Llevó' lo recordarán aquellos que ya pintan canas. Más próximo es el que compartieron Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en Titanic. También destaca entre las cintas en blanco y negro el que se plantaron en 'Casablanca' Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, tanto como el de Audrey Hepburn y Gregrory Peck en 'Vacaciones en Roma'. La lista de besos de ficción es interminable, aunque el primero de todos fue el que se grabó en 1896 para el cortometraje The Kiss.

En España todos recordábamos con cierta ternura aquel beso entre Iker Casillas y Sara Carbonero tras la victoria de España en la final del Mundial de fútbol de 2010. Fue un gesto entre dos personas que mantenían una relación y sirvió para hacerla pública en medio de la celebración y ante la mirada de toda España.

Nada tiene que ver con la escena que se producía el domingo 20 de agosto en Sidney, durante la entrega de medallas del mundial de fútbol femenino. El piquito entre Rubiales y Hermoso nos sorprendió a todos, tanto como la escena en la que se agarró el paquete desde el palco de autoridades o la imagen en la que coge en brazos, cual saco de patatas, a otra de las jugadoras de la selección española.

Señor expresidente de la Federación Española de Fútbol, a usted no se lo ha llevado por delante un beso. No ha sido el feminismo quien le ha apartado de la dirección, ni siquiera ha sido la prensa, ni la opinión pública… Ha sido usted mismo por su falta de educación y por su majadería. Lo menos que se le puede pedir a un representante institucional es que sepa estar y comportarse.

Rara vez los dirigentes se echan al césped para celebrar los títulos que ganan con su juego, esfuerzos y sacrificios los deportistas. Tantas ganas de exposición, tanto exceso en la manera de celebrarlo tenía que acabar mal y terminó haciéndolo de la peor manera posible ¿Se imagina usted a Feijóo plantándole un beso en los morros a Ayuso en el balcón de Génova? ¿Y a Florentino Pérez tras ganar una de sus múltiples Champions?

Lo peor de todo vino después del 'piquito' y fueron las presiones a la jugadora y su entorno para que hicieran y dijera lo que no querían hacer ni decir. El discurso de Rubiales fue otro despropósito, saliendo al ataque y buscando una huida hacia adelante, que, como se ha visto, ya era imposible. Por si fuera poco, también ha habido palmeros y silencios muy ruidosos ¡Menuda papeleta tiene el fútbol español por delante!

Menos piquitos y abrazos, menos agarrarse las pelotas y más trabajo. Tenemos jugadores y jugadoras increíbles, magníficos equipos y una cantera en el fútbol base que no para de crecer. Háganlo por ellos y por ellas, no por ustedes, como acostumbran a hacer.