Cuchipandi neofascista
«No le gusta que le llamen fachas, porque no lo son, pero ayudan a que gobierne y decida la corriente neofascista que representa el partido de la estrella nacional»
Marta Soler
Periodista
Jueves, 14 de diciembre 2023, 23:23
Anda estos días Abascal en una ronda de 'bolos' por el mundo con sus aires de grandeza y su pecho palomo como si de una ... estrella se tratara pese a que en las últimas elecciones haya sido el perdedor de los perdedores; el líder de un partido que más pronto que tarde quedará en la irrelevancia –yo le rezo a Musolini cada día para que así sea-, y un personaje a quien sus propias palabras y acciones le han llevado a ser, básicamente, un esperpento. Sin embargo, ahí está, cruzando el charco para abrazar a su amigo Javier Milei –que es Kurt Russell en feo y facha-, y preparando qué ponerse para ir este domingo a la fiesta de la presidenta Meloni con la cuchipandi neofascista en Roma. Menuda agenda.
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Imagino que estará inquieto. Debe estar con sus asesores perfilando los detalles de lo que dirá en la capital italiana y esto no es tarea fácil, porque la gente espera mucho de él. Lo hará porque en Argentina dejó el pabellón bien alto ante sus amiguis ultras. Allí, ya insinuó que a Pedro Sánchez la gente le desea la muerte. Allí dijo que algún día querrán «colgarle por los pies» al presidente de España. Supongo que se referirá a su gente, a los fachas con inclinaciones asesinas que, lógicamente, los debe haber en su círculo de amistades y seguidores en virtud de sus propias palabras.
¿Qué dirá en Roma después de esto? ¿cómo lo superará? Nunca se sabe. Son cosas de gurú. Le vendrá allí, sobre la marcha, después de que le hayan servido la cena y de escuchar a Meloni los pormenores de la construcción de centros para deportar inmigrantes rescatados en el mar en Albania para nada menos que 36.000 migrantes al año. También escuchará cómo ha rebajado la especie de ingreso mínimo vital a la italiana para la gente más pobre mientras ha favorecido en este año a las empresas ricas con otros impuestos, o qué tal está yendo la reforma para meter con más facilidad en la cárcel a los menores infractores. Puede que también informe a la cuchipandi ultra sobre la última hora de la concesión de fondos europeos que aún tiene Bruselas congelados y no, precisamente, por ser invierno. Aunque no sea su expreso deseo, por decoro, Santiago Abascal, tendrá que aplaudir estas medidas con la constante presión de tener que pronunciarse en algún momento de la noche sobre la política de Meloni y sus deseos para España.
Me lo imagino ahí, tembloroso ante sus admirados líderes de extrema derecha, como un becario que busca la aprobación de sus mentores con la presión de decir algo políticamente obsceno para ganarse las simpatías y el beneplácito de los neofascistas que han llegado a la edad adulta y que ya están gobernando. El ultra español no gobierna, no ha logrado ser vicepresidente junto al PP, pero su partido sí gestiona en administraciones aunque no haya sido, en la inmensa mayoría por mérito propio. Aquí le ha ayudado el PP, el partido que no ha recibido la invitación de Meloni, pero que parece que quiera colarse en la fiesta. No le gusta que le llamen fachas, porque no lo son, pero ayudan a que gobierne y decida la corriente neofascista que representa el partido de la estrella nacional que ha sido invitada a la fiesta de Meloni.
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