¿Cuántos países hablan la lengua española?

Nuestra lengua es la segunda más hablada del universo, una de las más esplendorosas globales del orbe y no podemos transigir su deterioro progresivo por la desidia, incuria y desfachatez de interesados hablantes gubernamentales

Antonio Ubago

Lunes, 26 de septiembre 2022, 00:24

Según el último informe presentado el pasado 2021 por el Instituto Cervantes sobre 'El español en el mundo', el número de hispanohablantes volvió a aumentar ... este pasado año hasta rozar los 493 millones de personas (cuatro millones más que en 2020). Una cifra que alcanza los 591 millones de usuarios potenciales si se les suman quienes tienen competencia limitada de español los veinticuatro millones de estudiantes que lo hablan como lengua extranjera.

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Una evidencia más que vuelve a situar al español como la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes por detrás del chino mandarín y también como la tercera lengua en cómputo global de hablantes, después del inglés y también de este. Un número que según datos del Instituto Cervantes seguirá creciendo en las próximas cinco décadas y sobre todo en los países hispanohablantes con mayor población como: México, Colombia, Argentina y España.

Pero en concreto, en la actualidad son veintidós los países que tienen el español como lengua oficial. Países entre los que se encuentran: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, Guinea Ecuatorial y España.

Más allá de esta lista de países en los que el español figura como lengua oficial, la lengua española también se habla en otros muchos lugares del mundo en los que a pesar de no estar catalogada como lengua oficial, sí que cuenta con un alto porcentaje de población que habla español. Este es el caso por ejemplo de Andorra (tiene como idioma oficial el catalán), Aruba, América del Sur, Argelia, Brasil, Marruecos, Australia, Canadá, Noruega o Estados Unidos, entre otros. Este último país, cuenta además con el mayor número de hablantes nativos de español dentro de la lista de territorios en los que esta lengua no figura como oficial. Una cifra que tiene previsto seguir aumentando y que de hecho, en 2060 y según datos del Instituto Cervantes, se espera que Estados Unidos se convierta en el segundo país hispanohablante del mundo, por detrás de México.

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En la actualidad son veintidós los países que tienen el español como lengua oficial y lo hablan 600 millones de personas

De entre los casi 600 millones de hablantes de nuestra lengua existe un número considerable revestido de poder político y de deseos malsanos de transformación de nuestra lengua, que considera que puede alterarse la evolución y desarrollo del lenguaje común y las pautas generales usadas por los hablantes y establecer otras con los únicos criterios de aprovechamiento descarado con el que creen llegará la justicia social para las mujeres, solo con cambiar ridículamente las posibilidades expresivas, sin orden ni concierto, mutando las oes por aes y estableciendo un código expresivo 'ad hoc', llamado lenguaje inclusivo, que rompe los estereotipos de 'género para modificar el uso tradicional del masculino con las normas necesarias para representar a las mujeres sin dificultad alguna en todos los ámbitos que se consideren pertinentes, sin el más mínimo 'empacho'.

Es ya vieja la obstinada pretensión del gobierno español que ya en el Programa Electoral 2008 del PSOE esperaba la llegada de la plena justicia social para el triunfo fácil y total de las mujeres. Y ya esperanzada su pretensión obsesiva de triunfador confiado en el incoherente trío gubernamental de Irene Montero, Ione Bellarra o Yolanda Díaz, se muestran triunfantes con la baza afortunada de no ser necesario el clásico 'Do ut des'. No es preciso para ellos ofrecer algo; lo reciben a cambio de nada. Se permiten todos los ofrecimientos por lo que son.

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El tan para tantos valorado axioma de que el lenguaje es, entre un sinfín de excelencias, expresión del pensamiento y diagnóstico y evaluación automática del modo de ser y manifestarse nuestros interlocutores, no puede por menos que reforzarnos el deleite de la concepción de siempre del somos como pensamos o el hastío último creciente y desconcertante, expresión de comunicación bajuna y soez que oímos en foros públicos y medios de comunicación ante la que sentimos la mayor vergüenza. Se muestran los nuevos comunicadores firmes en la creencia de que están salvando el mundo solo con cambiar las oes por aes, con los dobletes de género (gramatical, pero que creen sinónimo de sexo, el dichoso de la 'violencia de género') y con proferir las atrocidades expresivas más descomunales en la mejor, al parecer, certeza de que a más y mayor abundancia e intensidad del descalabro, más y mejor desarrollo femenino se ofrece por antonomasia. Yo de natural pacífico, veo poco la tele; ahora, aún menos porque cuando 'las y los' oigo en su habitual expresión de redención femenina, salvadora de la 'matria', despotrico en arameo e intento contrarrestar los descalabros con contundente discurso de expresivo vocabulario arriero y contundente lenguaje gestual barriobajero. Me relaja. Pero hay que conseguir resultados, si no, van a continuar celebrando el caos y la perdición lingüística expresiva a costa de «todo es posible en el poder».

Nos referimos, a conceptos básicos y elementales que hacen de nuestra lengua la segunda más hablada del universo, una de las más esplendorosas globales del orbe y que no podemos, en modo alguno, transigir su deterioro progresivo por la desidia, incuria y desfachatez de interesados hablantes gubernamentales.

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