¿Está en crisis la Política Agraria Común?

Andrés García Lorca

Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional

Sábado, 3 de febrero 2024, 22:36

A los almerienses y a los españoles en general, nos están afectando seriamente las protestas de los agricultores franceses y sus pruebas de fuerza con ... el corte de carreteras y destrucción de mercancías ante la pasividad de las autoridades galas; no en vano el sistema productivo almeriense está en plena campaña exportadora, además de utilizar el transporte por carretera para llegar a los mercados de toda Europa, por lo que están afectando estas violentas protesta a los productores y comercializadoras junto con al conjunto del sistema logístico.

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En este contexto y como expresión del cinismo político el presidente francés F. Macrón acusa a España de competencia desleal en el sistema de producción y comercialización agraria, obviando la realidad del abastecimiento de estos productos por parte de terceros países cuyos productos acceden a los puertos franceses en cantidades muy importantes. Aunque la verdad real es la ineficiencia del sistema de producción agrario francés que lo hace insostenible, de ahí que todo el modelo se vea afectado por una productividad incapaz de garantizar la renta de los agricultores en su conjunto y por ello su dependencia absoluta de los fondos europeos.

En el fondo, la raíz de las protestas que sacuden la Europa agraria está en el diseño de la PAC y en la polarización que se ha producido entre la agricultura y la llamada transición ecológica, debido las dificultades de ajuste entre el plano de la realidad y el diseño político impuesto por la UE.

Con respecto al diseño de la PAC, es decir el planteamiento político para asegurar la independencia y seguridad alimentaria, junto con lograr un nivel de renta a los agricultores equivalente al resto de los sectores productivos y posibilitar el relevo generacional; a esto es necesario unir otra vertiente política vinculada a la geoestrategia de Europa en el ámbito del Mediterráneo y la presión rusa. Todo ello se ha convertido en un problema que solo es posible abordar con soluciones muy complejas y focalizadas en el espacio y en el tiempo, que en modo alguno pueden generalizarse territorialmente como ha venido ocurriendo y que además afectan al modelo de relaciones comerciales.

Es muy relevante que, desde la actual presidencia de la UE, el viceprimer ministro belga, David Clarinval, manifieste que la Presidencia belga se centrará en la temática agraria común y así lo manifestó en el pasado 23 de enero en el Consejo de la UE. Igualmente, la presidenta Ursula von der Layen ha iniciado ya una reflexión sobre el futuro de la agricultura en la UE, que deberá concluir con un informe técnico como base de renovación de la política a seguir.

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La realidad española, ante esta problemática, se manifiesta ante la escasa atención gubernamental, tal vez por la debilidad intrínseca del gobierno o por la incapacidad de entender y valorar la realidad de modelo agrario nacional; aunque la causa posible de esta dejadez y la falta de coraje del Gobierno de España, tanto para promover acciones políticas que clarifiquen el marco de nuestra actividad agraria a la vez que defender a nuestros agricultores y transportistas por las agresiones que están sufriendo.

Esta realidad ha motivado la reacción del sector agrario español ante el ninguneo al que está sometido por la falta de visión política y comercial del Gobierno para un sector tan estratégico como es la agricultura. Desgraciadamente España no tiene definido ni estructurado un sistema de inteligencia económica que permita prever acontecimientos y adelantar estrategias. Y, junto a ello, la ausencia de decisiones políticas en orden a prevenir y solucionar los problemas de los factores básicos de la producción agraria, como son el agua y la energía que nos han abocado a una crisis incuestionable, sin olvidar una dislocada política medioambiental.

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