Corredores de Granada

El asunto de la presa de Rules puede ser símbolo de la ruta de 'progreso' de nuestra tierra, con proyectos entre paréntesis y excesivos interrogantes. Como lo es el tren a plazos

José García Román

Sábado, 4 de diciembre 2021, 00:09

Desde el Espacio, de noche, la zona este del sur espa-ñol aparece ensombrecida. Las estrellas lo agradecen. Asombra tanta sombra. La pobre arrastra a ... veces el sambenito de ser mala; pero hay una buena sombra, como la de esta parte de España, luminosa y sin embargo ensombrecida por estrategias muy trilladas y aventadas, de mucho tamo y poco trigo. El diagnóstico, conocido y reconocido, gira y gira sobre su eje como si quisiese encontrar la solución en una especie de ruleta de la suerte. Abundar en las causas cansa; insistir en la desidia, abruma; señalar las razones principales, agobia; protestar, es cosa baldía; callarse, genera más rebeldía; conformarse, aplana; pensar, fatiga; mencionar la traición, angustia; lamentarse, apesadumbra… En resumen y en lenguaje del pueblo llano: un hartazón.

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En cierto sentido, Granada está actualmente en la relación de ciudades etcéteras. No hay modo de hablar apropiadamente de sus atractivos y su futuro, a pesar de su potencial y sus discretos avances. El 'neocentralismo' imperante desde el inicio de la autonomía, con urnas que no siempre dejaron claro a numerosos ciudadanos las consecuencias de la consulta, máxime si el resultado del referéndum no convencía (por ejemplo, el del Estatuto de 2007, con el 36,28% de participación), ha agravado la situación en una geografía compleja por extensión, atrasos y deficientes comunicaciones. Recordemos que en los prolegómenos del referéndum de 1981 se habían atisbado aspiraciones y repartos, cuestionados antes y después de las urnas. Si no se debe negar cierta vertebración en nuestra comunidad, tampoco afirmar que se hayan incrementado vínculos y afectos sustanciales entre las provincias; más bien lo contrario, pues el denominado agravio (corroborado cuando no se ejerce el poder político) es evidente. El refranero español lo dice alto y claro: «Quien no llora, no mama»; o «peral que no da peras, pocas visitas espera».

El asunto de la presa de Rules puede ser símbolo de la ruta de 'progreso' de nuestra tierra, con proyectos entre paréntesis y excesivos interrogantes. Como lo es el tren a plazos, contestado por la ciudadanía a causa del desconcertante trayecto desde Granada para por fin seguir recto, dirección Madrid; de una velocidad aún no alcanzada y raquítica frecuencia, con soterramientos pendientes de definir y con una estación impropia de nuestra ciudad.

Son demasiados aplazamientos 'rules' en una tierra hastiada de conjugar el verbo esperar y de darle cuerda a sus relojes frecuentemente parados. Son ya 30 años de retraso que ha provocado que Granada siga invertebrada por carencia de corredores por donde transitar los trenes del 'Mare Nostrum', de Motril, y las locomotoras-conexiones a Almería y Jaén, y déficit de inversiones, empresas e industrias que fomenten empleo fijo y de calidad que impulse un renovado proyecto propio de tan paradisíaca 'región', porque es tierra que le da su mano al cielo y al mar. Granada no debe seguir siendo vagón de cola.

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Posiblemente no seamos una ciudadanía exigente y corredora de fondo con ilusión indómita y fe acerada, y por tanto incapaz de hacer maratones sin tregua, con la mirada fija en la meta deseada. Parece que tampoco una ciudadanía madrugadora para reivindicar donde y como corresponde, para acceder a los despachos de influencia, y luchar por conseguir todos los 'corredores' que Granada necesita y así revitalizarse y crecer armónica y equilibradamente. Y todo desde la convicción de que lo 'imposible' es casi nada. Afortunadamente hay planes que tienen visos de ir en serio, como el acelerador de partículas en el área metropolitana de Granada: un extraordinario reto.

«Es el momento de Granada», se ha dicho. Pues claro. Y para ese objetivo poseemos el inmenso mural de una tierra por descubrir, por recuperar, por restaurar, por exponer, sin competir –lo grande no compite–. Todo apoyo es poco. Desde su singularidad, Granada capital y provincia tienen la responsabilidad de pelear por la universalidad.

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Es hora de retomar la reivindicación de la Consejería de Cultura para Granada, como ha manifestado nuestro alcalde; pero también la de Justicia, renunciando a las comparaciones, una que otra vez odiosas y ociosas.

Lo que importa es trazar y construir por fin nuestros propios 'corredores', nuestros propios caminos, nuestros propios campos de estrellas en nombre de Granada y provincia: 'región' de regiones, 'faro' de faros de razonable esperanza. Las conmemoraciones que se avecinan no deberían ser fuego de artificio, sino realización de programas vitales para nuestra tierra, convirtiendo 2031 en definitiva y esplendorosa vía de despegue.

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Granada es tierra de alegría introvertida, pero plena, de creación sin alharacas, de música sin alocada percusión, con anhelos de vertebración compartida, aunque se sepa privilegiada por una naturaleza sin par. El final de la magistral película 'Casablanca', con el broche de la mítica frase pronunciada entre espesa niebla ante un avión que despega huyendo de la vileza nazi, es el preludio de una nueva lealtad: «Presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad». Inspirado en tal escena, como final del 'corto' que acabo de proyectar en esta página, dejo grabado en mármol de Sierra Elvira: «Siempre nos quedará Granada».

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