Como uña y carne
«No se había descrito ruptura tan violenta desde el poema de Mío Cid»
Esteban De las Heras
Lunes, 4 de marzo 2024, 22:54
Hoy quería hablar del alarmante acoso al que han sometido seis adolescentes a un compañero durante tres años en un colegio de la provincia de ... Granada. Me pregunto si hay alguien capaz de leer, sin escandalizarse, lo publicado sobre esta aberrante situación. Y me admiro de que el muchacho aún esté vivo. ¿Cómo ha podido aguantar la criatura ese martirio durante tres largos años? Más de mil días con el miedo día y noche en el cuerpo, intentando esconderse para no recibir golpes, patadas o pedradas durante el recreo. O amenazas de muerte, insultos y desprecios que duelen todavía más y llegan a afectar a la salud mental del agredido. Los seis gamberros también usaron el móvil para rematar sus 'hazañas' a través de mensajes de audio. ¿Pero es que los profesores no veían nada? ¿Nadie vigila los patios? ¿No hay ningún responsable? Parece que este curso el colegio puso en marcha «el correspondiente protocolo» y medió entre las distintas partes, pero la familia de la víctima no se presentó. Lo que hizo fue denunciar los hechos ante la Policía y gracias a esto hemos podido conocer los hechos ocurridos hasta donde se ha publicado, porque hay muchos flecos pendientes de aclarar para hacernos idea clara de hasta dónde alcanza esta barbaridad. Por más que intento imaginarme esta situación no lo consigo. Lo único que veo es que el maltrato a un animal –execrable de todo punto, por supuesto– puede acarrear pena de cárcel, y el maltrato a un muchacho durante tres interminables años tiene que pasar por un acto de mediación y bla, bla, bla… Dígase lo que se quiera, pero una sociedad que se preocupa más del bienestar animal que del de los humanos no es una sociedad sana. Confieso que estoy tan estupefacto como dijo estar Ábalos cuando estalló el 'caso Koldo'.
¡Vaya por Dios! Ya se me ha metido la política en el teclado. He dicho que me guiaba el desagradable deber de lamentar este brutal acoso escolar y manifestar mi turbación ante la actitud de los maestros que no vieron nada durante tres años. Deseaba comentar más cosas, antes de que en el ordenador aparecieran los nombres de Koldo y Ábalos, el martillo pilón que apeó al indolente Rajoy de la presidencia del Gobierno con los votos de oro de los insaciables sabinianos. Digo que iba hablar de más cosas, porque quiero mandarle un fuerte abrazo a Eduardo Peralta, el director de IDEAL que hoy se jubila, con quien me unen la amistad y las horas pasadas en los intríngulis de este periódico. Quería también darle la enhorabuena y desearle éxito a Quico Chirino, que asume el reto de empuñar el timón del veterano diario cuando enfila el rumbo hacia su centenario. El periódico de los granadinos cumple años pero no envejece.
Y ahora sí, antes de que se acabe el papel, es cuando debo dedicar unas palabras al ruido y la furia de estos días. Vuelven como arma ofensiva las mascarillas, que sirvieron de defensa frente al covid. Cuando Ábalos dijo que «en política no se hacen prisioneros», no sabemos si era un aviso, una clave o el desgarro del perdedor. Este nieto de guardia civil e hijo de torero tiene tablas y sabe mantener el tipo. Dicen que dispone en su casa de una buena biblioteca. Ahí puede leer en las Coplas de Jorge Manrique aquello de «habiéndole sido amigo, / ¡cuán poco duro con él / lo que le dio!».
Sánchez y él eran uña y carne y su separación ha sido tan dolorosa como arrancar sin anestesia una uña. No se había descrito ruptura tan violenta desde que el poema de Mío Cid narró la separación de Rodrigo y Jimena: «Assís parten unos d'otros como la uña de la carne».
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