Nos cargamos nuestra lengua
Contribuye a su deterioro el exceso de anglicismos en vallas publicitarias, carteles, rótulos de comercios, nombres de programas de televisión o anuncios de artículos de moda o belleza
josé a. Delgado Sánchez
Sábado, 10 de julio 2021, 00:48
Nuestra lengua, el español o castellano, por su importancia, es la segunda del mun- do. La hablan más de quinientos millones de personas; tiene mil ... años de antigüedad, posee uno de los vocabularios más amplios y exuberantes, y en ella se ha escrito 'El Quijote', esa obra universal con la que nació la novela. Pues bien, creo que entre todos nos la estamos cargando por el poco cuidado que ponemos en guardar las más elementales formas de hablar y escribir. La utilización del whatsapp, instagram o facebook como herramientas de comunicación global está contribuyendo a ello. Aquí vemos palabras abreviadas al capricho de cada cual, frases inacabadas, términos inconexos o mezcla de escritura con símbolos. Todo esto convierte los escritos en verdaderos jeroglíficos. A esto se unen las faltas de ortografía, las tildes que no se ponen, las que se ponen incorrectamente, las frases mal construidas o el no acentuar las mayúsculas como así lo recomienda la RAE.
Esta amalgama se completa con las faltas de ortografía que en ocasiones acompañan a los teletextos; la moda de apocopar palabras como 'peli', 'docu', 'insti', 'chuche', 'cole', 'bici', 'profe' o 'repre'; sustituir muy o la terminación ísimo para designar el grado superlativo del adjetivo por super cuando utilizar ambos vocablos (muy buenísimo); o la proliferación excesiva del término 'tema' en nuestras conversaciones.
Igualmente contribuye a su deterioro el exceso de anglicismos en vallas publicitarias, carteles, rótulos de comercios, nombres de programas de televisión o anuncios de artículos de moda o belleza. Decimos tablet en vez de tableta, los comercios cuelgan el cartel de shopping night o black friday y los profesionales se presentan como community manager o chief executive officer (CEO) cuando tenemos sus correspondientes vocablos en nuestro idioma. Y lo peor de todo, con ser ya malo de por sí, es que al personal le da igual.
En estos tiempos de la sociedad del espectáculo, la incultura, lejos de esconderse, se exhibe sin pudor alguno. No tardará mucho para que un día de estos nos encontremos conque alguno de nuestros próceres lleve al Parlamento la propuesta de cambiar el nombre del Instituto Cervantes por el de un 'juntapalabras' recién salido del instituto.
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