Burbuja lingüística contra España
A estas alturas ya ha quedado claro que uno de los principales objetivos de este desgobierno contra España es arruinar o castigar como sea a Madrid
Marcial Vázquez
Viernes, 27 de noviembre 2020, 01:17
Creo que sería imposible encontrar en la historia de las democracias occidentales un gobierno que para sacar adelante los PGE pactase con quienes pretenden destruir ... el Estado a cambio de que interviniesen fiscalmente la región con más riqueza y más próspera del propio país.
Pero a estas alturas ya ha quedado claro que uno de los principales objetivos de este desgobierno contra España es arruinar o castigar como sea a Madrid, empezando por los ataques infames contra Ayuso y su gestión con la pandemia cuando los madrileños eran los únicos que se infectaban masivamente en nuestro país- allá por septiembre, octubre; y siguiendo ahora con la excusa de los presupuestos.
Hay que decir, obviamente, que estos PGE son una estafa contable y una farsa política que solo sirven para maquillar la inoperancia absoluta en materia económica de una pandilla de mediocres semianalfabetos que a duras penas podrían recitar la tabla de multiplicar del 8 sin dudar en algún momento. Con decir que en Hacienda sigue la chiquiminista ya nos podemos hacer una idea del rigor aproximado de estos presupuestos.
Bien es verdad que el descaro de la emérita de Cabra va mucho más allá de las tradicionales patadas semanales al diccionario de la chiqui, hasta el punto de acusar a Madrid de poner en peligro la integridad territorial de España. Como Ábalos, encargado de repetir que Herri Batasuna tiene más sentido de la responsabilidad y patriotismo que el Partido Popular. No olvidemos, por ejemplo, las infames declaraciones del presidente de Asturias, sanchista pata negra, atacando a Ayuso y denigrando a Madrid allá por septiembre porque no paraban de contagiarse. Lo que sucede en la actualidad con la gestión contra el coronavirus por Asturias no hace falta recordarlo.
Pero uno de los detalles más peligrosos en cuanto a no combatidos y a mitificados por la intelectualidad casi unánime de este país es la inmensa estupidez de que tener 500 lenguas en España es una riqueza maravillosa. Es más, un motivo de orgullo que hay que proteger y fomentar… siempre, eso sí, pisoteando y arrinconando al idioma común, que es el español. Soy de la opinión de que la convivencia de varias lenguas a lo largo de un territorio nacional es algo no solamente que empobrece a la gente, sino que dificulta a largo plazo la convivencia, ya que estas lenguas regionales son, de manera más que clara, un arma política contra la unidad nacional y la idea de una identidad compartida e inclusiva por todos los españoles. Es asombrosa la hipnosis que están provocando en muchas personas que se aferran a que hablan catalán, euskera o gallego, como una especie de sello superior sobre aquellos que solamente hablan el pobre español, obviando así que el verdadero progreso de la humanidad siempre residió en unificar las lenguas en una, y no multiplicarlas cuando se tuviese una en común.
Aunque esto de la deconstrucción nacional empezando por el idioma es una novedad del sanchismo podemita, si miramos la gestión lingüística que hizo el PP en Baleares y Valencia y hace ahora en Galicia, sería difícil diferenciarla de la ejecutada en Cataluña por Pujol. Ni siquiera la derecha ha comprendido la necesidad de fomentar la única identidad superior e inclusiva que es el concepto de ciudadanía, de ser todos ciudadanos de un país con los mismos derechos, oportunidades y la misma lengua.
Las lenguas regionales son absolutamente inservibles más allá del cortijo y suponen, para un futuro no muy lejano, un factor de separación para todos, aunque sea un gran negocio para algunos. Porque con esto de las lenguas, pasará lo mismo que con la república y la plurinacionalidad: ni habrá una España republicana, ni plurinacional ni de Babel. Lo que haya en ese abismo, ojalá nunca lo veamos mientras estemos vivos.
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