La literatura tiene una parte muy interesante para valorarla como es el hecho de que nos reconforta, nos hace vivir otras vidas, provoca una relación ... y despierta complicidad entre dos desconocidos, quien crea y quien lee, situados incluso en otro espacio y en otro tiempo. Los clásicos son recuperados de vez en cuando para escucharlos y volver sobre los temas eternos de la humanidad, el amor y su variante contraria, la muerte y sus dobleces, las complicadas relaciones de los seres humanos con excusas como el viaje, la guerra, los encuentros, los abandonos que nos narra una voz o una polifonía. Cada nueva lectura de un clásico siempre es distinta, porque el lector nunca es el mismo aunque lo escrito perdure inalterable. Y todo ello se entrevera de creaciones actuales, de pálpitos cercanos que nos ofrecen otra posible mirada.
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No son muy dados los medios de comunicación jienenses a informar sobre novedades literarias que guíen de forma más o menos fundada, poco espacio queda para cribar lo último que destaque por su interés y calidad. Un servidor lo echa en falta, como existen en otros medios de provincias cercanas. Entiendo que no hay mucho movimiento editorial, pero no quiere decir tal circunstancia que no surjan obras desde esta provincia con la calidad necesaria para llegar a un considerable público. He tenido la oportunidad en recientes fechas de coincidir con dos escritores destacados, un hombre y una mujer, ambos en géneros literarios diferentes, pero con el valor de haber obtenido una voz reconocible y solvente en la escritura. Me refiero a la poeta Begoña M. Rueda y al novelista Luis Foronda.
Begoña ha obtenido numerosos premios poéticos que van desde el impulso necesario que supone la Facultad de Humanidades de la UJA hasta los prestigiosos Ciudad de Burgos o Hiperión, junto al reciente Ricardo Molina. Se le resiste el Adonais, pero dice que insiste. Su poemario más conocido es 'Servicio de lavandería', donde reflexiona de un modo visceral y emotivo sobre la visión que desde la lavandería de un hospital, donde ella trabaja, se realiza de la pandemia y de la vida y muerte, por extensión. Con un lenguaje claro y reconocible nos enfoca cuestiones trascendentes que actúan como resortes hacia lo emotivo.
Por otro lado, Luis Foronda, proveniente del relato corto y la oralidad, ha publicado su segunda novela, 'Verde', en la Fundación Huerta de San Antonio. Con un estilo que transita entre el realismo y la maravilla ficticia de un par de personajes que recorren La Mancha vendiendo macarrones en los años setenta, cuando todo se estaba mudando y estos Quijote y Sancho en plena Transición nos van desgranando las historias que tanto gustaban al propio Cervantes, la lucha contra un 'fatum' injusto, la dureza que es vivir día a día, con grandes secretos y grandes esperanzas, historias de historias, la gestión del cariño o del amor tan bien escritos como acostumbra el escritor de Torreperogil. Puedo recomendar que los lean.
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