Puerta Purchena
Avalancha de insolidaridadMarta Soler
Almería
Jueves, 26 de octubre 2023, 23:17
Si Santiago Abascal fuera, en algún momento, presidente del Gobierno por mayoría absoluta mucho me meto que la cuestión ideológica estaría perseguida hasta extremos nada ... saludables en nuestro país y que el propio ejecutivo de ultra derecha se encargaría de hacer incompatible convivir en territorio nacional con la ideología de izquierdas. Llegado ese momento y suponiendo que un grupo de personas tuviéramos que marcharnos de nuestra ciudad y de nuestra España por mera supervivencia, me reconfortaría saber que mi destino transitorio y de emergencia que sería sitio o trampolín para buscar un lugar en el que hacer una vida normalizada junto a mi familia me acogería y me ayudaría a gestionar la situación en la que me encuentro. Los fenómenos migratorios son complejos y hay quienes se niegan, si quiera, a intentar comprenderlos. Las primeras personas que no quieren dejar sus casas, sus barrios, a sus familias y a su país son quienes se ven obligados a marchar porque, además, lo suelen hacer por cuestiones tristes y dramáticas y, desde luego, nada dichosas.
Sin embargo, la imagen que se trata de trasladar –y aprovecho para manifestar mi vergüenza ajena sobre el tratamiento informativo de algunos medios de comunicación provinciales sobre la llegada de población migrante a Almería- es que vienen a molestar. Salen en las fotos con sus gorras, sus móviles y auriculares, sus caras sonrientes y sus chaquetas con marcas deportivas; una imagen que no casa con quien dice estar sufriendo. Son, por lo general, chicos jóvenes llenos de energía que vienen a 'invadirnos'. Falta decir en el texto que acompaña a la foto 'vienen a robarte el trabajo, la casa, la mujer y a beberse tu cerveza'. La inmigración, para la mayoría, se asocia a problema y la culpa es, indiscutiblemente, de muchos de quienes nos representan.
Estos días hemos visto lo mal que ha sentado a la alcalesa de Almería el traslado de 321 personas migrantes desde Canarias a la capital desde donde el Gobierno articulará las acciones correspondientes para gestionar la situación como corresponde por normativa. Almería es el destino provisional de estas desesperadas criaturas a quienes la regidora almeriense considera un problema. El PP tiene que disimular de cara a la opinión pública el rechazo que le supone la inmigración, que no los extranjeros. De hecho, la alcaldesa hizo esa misma distinción en sus palabras a los medios. Dijo que en Almería convivían 117 nacionalidades, pero que estos molestaban –así no lo dijo, obviamente- porque el Gobierno había informado de su traslado a la capital «dos horas antes» de llevarles a un hotel. Esa es otra. Lo que más ha llamado la atención es que la población migrante se hospedara en un hotel cuando, lógicamente, estarían mucho más cómodos y molestarían menos debajo de algún puente mientras les dan puerta y se marchan por donde han venido. Además, tampoco se marcharán por donde han venido porque se irán en avión, tal y como llegaron de Canarias a Almería.
¿Imaginan que la alcaldesa rechazara que un crucero lleno de alemanes, italianos y franceses cargados de billetes tuviera que hacer escala, de emergencia, en nuestro puerto y pasar unos días en Almería mientras arreglan la embarcación y que el capitán llamara al ayuntamiento dos horas antes de pisar nuestra costa? Estarían los hoteles haciendo cola para acogerles y la alcaldesa iría junto a Rosario Soto a recibirles con cientos de indalos como obsequio de bienvenida. Aquí no asusta la gente, porque esta gente trae pasta
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