El arte de la lectura

Puerta Real ·

Cuando se lee, no aprende uno algo, sino que se convierte en algo

Juan Santaella

Jueves, 12 de mayo 2022, 00:27

Tras el éxito apoteósico de la XVIII edición del Festival Internacional de Poesía de Granada (FIP), donde nos visitaron la premio nobel de literatura ucraniana ... Svetlana Aleksiévich, o el premio Cervantes, el nicaragüense Sergio Ramírez, además de cinco premios nacionales y de la Crítica; del 13 al 22 de mayo se celebra la 40ª Feria del Libro de Granada, bajo el lema 'Granada de libro'. Tras la lectura del pregón a cargo de Antonina Rodrigo, mañana, día 13, nuestra ciudad será ocupada por escritores, lectores, libreros y editores. Este año se hará un homenaje especial al Concurso de Cante Jondo de 1922. De todos los autores que nos visitan, emana, cada año, una misma consigna: hacer de la lectura una nueva forma de vida.

Publicidad

Dice Pedro Salinas, en 'El defensor', que hay que «educar para leer, y leer para educar». Nadie que no lea no podrá ser una persona culta por muchos estudios reglados que tenga. Sin embargo, hay muchas escuelas donde la lectura no ocupa el lugar central que merecería. Se aprende a leer leyendo buenos libros. Pero, ¿qué leer?, ¿cuándo leer?, o ¿cómo leer? Se deben leer los clásicos (cada edad tiene los suyos), los que la tradición culta de cada país nos ha ido señalando como los mejores, y deben leerse en clase, aclarados y dándoles vida por el maestro. Así, incorporamos la lectura a nuestra vida, como un alimento más que necesitamos para vivir.

Decía el famoso profesor de Cambridge, Sir Arthur Quiller Couch, que «el humanismo, y la lectura que lo fomenta, no podían ser elementos decorativos, sino cualidades que pueden y deben condicionar toda la enseñanza, desde la primera lección de la cartilla; su sello hay que empezar a imprimirlo en la primera lección de la escuela primaria». En definitiva, solo la lectura, afirma Salinas, puede armarnos para «vencer al terrible espantajo de la confusión».

Aunque los analfabetos absolutos han ido desapareciendo, aún quedan muchos analfabetos funcionales en las aulas, incluso las universitarias, y en la vida común, con apariencia de personas cultas. Son los que no saben interpretar lo que leen; los que no saben distinguir la verdad de la mentira; y los que, aun hablando mucho, nunca utilizan razones. La causa de esa carencia de nuestro tiempo, tan extendida, es que nadie los adentró en la lectura, pues ésta enriquece la inteligencia, la sensibilidad, los valores estéticos y los valores morales.

Publicidad

Cuando se lee y se es culto, el consumo, el poder o el vil metal son meros accidentes, pero no dan sentido a la vida. Cuando no se lee y se es inculto, como, desgraciadamente, está ocurriendo en nuestro tiempo, la sociedad se puebla de buscones y conseguidores que hacen de los 'pelotazos' el fundamento de sus vidas. «¡A la saca!». Es el lema de guerra de estos pícaros buscones, hijos de la burguesía y de la rancia nobleza, que creen que para ser patriotas basta con ponerse una banderita, aunque se esté saqueando al Estado. «Cuando se lee, no aprende uno algo, sino que se convierte uno en algo. Es esta la función más sublime de la lectura: su función sagrada, hacerse vida y carne y hecho, en un hombre. Hacerse Quijote en Alonso Quijano», dice Salinas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad