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Adiós a los prospectos

Antonio San José

Jueves, 13 de abril 2023, 23:43

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Prospecto es una de las palabras más bonitas del diccionario que va inexorablemente asociada a un papel finísimo doblado de forma imposible en el interior ... de una caja de cartón. Que levante la mano quien no haya podido volver a ordenar los pliegues de un prospecto después de haberlo leído. Seguramente somos todos y cada uno de nosotros los que, negados en el arte de la papiroflexia, hemos terminado doblándolo por las bravas generando tal grosor en el envase que ya nada volvió a ser lo mismo. Siempre he defendido que al igual que hay médicos que curan con la palabra y su actitud de acogida con respecto a los pacientes, existen propiedades sanadoras no menores en la redacción de los prospectos farmacéuticos. Cuando estamos aquejados de una dolencia y nos recetan un medicamento, extendemos el papel impreso y su sola lectura nos produce una especie de alivio previo a la ingesta de los principios activos que contiene. Últimamente, las explicaciones medicamentosas vienen acompañadas de terribles advertencias sobre efectos secundarios indeseados que acongojan bastante a los enfermos. Y en este tremendismo resulta igual la inocuidad de un excipiente a la hora de poder provocar, al parecer, toda suerte de resultados adversos. Una forma de curarse en salud que las autoridades sanitarias decidieron incluir hasta en las pastillas de regaliz por sus leves efectos hipertensores.

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