Antonio Robles
Granadino ejemplar. Desde esta ciudad, ha creado una empresa de ámbito internacional, con gran esfuerzo, suyo y del equipo humano que lo apoyó
Juan Santaella
Jueves, 5 de septiembre 2019, 00:01
Decía Bertolt Brecht que «hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan ... muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles». Uno de esos luchadores incansables es Antonio Robles. Nació en Nigüelas. Con tres años, quedó huérfano de madre y fue criado por sus tíos paternos. Solo pudo cursar los estudios primarios, porque con catorce años tuvo que trabajar en el campo. A los 24 años emigró a Alemania y, con los ahorros que allí obtuvo, compró una tienda de comestibles en Verónica de la Magdalena, a la que afilió a la Cooperativa de las Angustias, que acababa de iniciar su andadura. A los 29 años entró, como consejero, en el consejo rector de la cooperativa, accediendo a la presidencia con 34 años. Mientras tanto, formó una familia unida y ejemplar, cuya piedra angular fue siempre su esposa, una gran mujer, Encarnita, que le ha dado tres hijos: Paqui, Antonio y Gloria. Tiene cinco nietos, a los que adora.
Cuando Antonio entró de presidente, en 1975, Covirán (Cooperativa Virgen de las Angustias) solo tenía establecimientos en el área metropolitana granadina, contaba con cinco empleados, y el volumen de negocio era de cincuenta millones de pesetas. Cuando dejó la responsabilidad, tras cerca de cuarenta años en el cargo, la empresa se extendía por todas las regiones de España y parte de Portugal. Hoy cuenta con 1.500 empleados, factura 500 millones de euros y tiene 2.500 socios. La cooperativa elabora la mayor parte de sus productos y es uno de los negocios más solventes de España. Decir Covirán, empresa netamente granadina, es decir calidad y atención personalizada y próxima. Debido a su buena labor en la cooperativa, fue elegido presidente de la Cámara de Comercio, desde 1998 hasta 2006, y durante este tiempo realizó una infatigable labor en beneficio de Granada y su provincia. Tuvo relaciones muy próximas con los ministros de Fomento, Álvarez Cascos y Magdalena Álvarez, preocupándose siempre por las deficientes comunicaciones que Granada padecía: por carretera (Bailén-Motril) y por ferrocarril (AVE), y a ello dedicó todos sus desvelos.
Antonio Robles es un granadino ejemplar. Desde esta ciudad, ha creado una empresa internacional, con gran esfuerzo, suyo y del equipo humano que lo apoyó. Las razones de su éxito son muchas: su pasión por la vida y por las personas, intentando que pequeños comerciantes adquirieran apoyo, estabilidad y solvencia; su empatía y su hombría de bien –Antonio es un hombre de mirada franca, auténtico en el trato, sin dobleces ni componendas–; su generosidad, dispuesto a colaborar siempre, para que los demás crezcan y prosperen; y, sobre todo, su integridad y su honradez –su gestión siempre fue limpia y transparente–. El interés por los demás, siempre estuvo por encima del suyo, y, por eso, nunca buscó honores ni dinero.
Antonio Robles, empresario modélico, persona afable y próxima, entregado a su trabajo sin mirar sus intereses sino los de la colectividad, y hombre honesto e íntegro, ejemplo en el que pueden mirarse las nuevas generaciones, debe ser reconocido por los responsables públicos –él nunca tuvo en cuenta el color de los mandatarios, pues los trató con igual respeto y consideración a todos– y debería otorgársele la Medalla al Mérito en el Trabajo. Sin duda, se la merece.
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