Valencia es ahora mismo un desconcierto a causa de unos virtuosos gobernantes que sólo saben tirarse los instrumentos políticos a la cabeza. Para colmo, no ... han demostrado ser músicos muy profesionales, ya que ninguno se presentó puntual en el escenario de esa sinfonía trágica llamada DANA. En resumen, han dado la nota en el peor momento.
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Estos son los motivos por los que el público que asiste a este concierto homenaje a la incompetencia sigue abucheando al director de orquesta y al director de escena, Gobierno y Generalitat Valenciana respectivamente, muy criticados por su falta de concentración y un claro desconocimiento de la partitura anti inundaciones. Los elogios los está recogiendo el masivo coro de voluntarios, que está demostrando ser un gran orfeón de humanidad.
Esto es lo que hay: unos mandamases haciendo cálculos de los daños políticos y unos voluntarios granadinos echándole bemoles y plantándose en medio del escenario para dar un Do de pecho solidario, porque lo de Valencia no es música ambiental, sino una marcha fúnebre en toda regla. Aún quedan por rescatar muchas criaturas arrastradas hacia el mar por ese cisne negro en el que se transforma la naturaleza cuando enloquece. Somos sus invitados y cuando se le cruzan los cables suele expulsarnos de su paraíso con un desastre natural a traición.
Decir DANA es una pijada, y lo de «gota fría» me suena a resfriado de vejiga. Pero además de pija, la DANA es también anónima, porque ni siquiera tiene nombre como los huracanes, las tormentas o las borrascas. Sólo los científicos ponen nombres a los estropicios de la madre naturaleza, y sólo los muy políticamente irresponsables hacen caso omiso de las alertas que anuncian que el peor jinete del apocalipsis llega montado sobre una nube negra.
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Todo lo profundo es sencillo y todo cuenta en esta vida. La solidaridad disolverá el barro de esta tragedia y las aguas volverán a su cauce aunque el dolor siga estancado. Lo que no creo que se derrita es la sensación que está quedando en la ciudadanía de que algunos mandatarios tienen el corazón de hielo.
Algún día unos pasarán a la historia y a otros será la historia la que les pase por encima, pero todo el bien y todo el mal que hayan hecho permanecerá para siempre en alguna parte. Por esa misma razón, todo el bien que los granadinos hagamos ahora con los valencianos quedará para siempre en sus corazones.
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Las DANAS tienen un movimiento errático y no siguen un rumbo fijo. Igual que el Gobierno y la Generalitat Valenciana en este apocalipsis de agua y barro. Ni han aprendido a dominar la naturaleza, ni tampoco a dominarse a sí mismos.
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