El fracaso de la gestión
«La realidad cotidiana comienza a manifestar la indigencia y despreocupación en la gestión del Estado por parte del Gobierno y que se explicitan en aspectos claves como las crisis en los servicios públicos o el colapso de determinadas infraestructuras de transporte y energía»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 5 de julio 2025, 23:11
Si algo ha sido una constante en los regímenes comunistas, en cualquier tiempo y lugar, ha sido el fracaso de la gestión pública, la razón ... de ello viene determinada por que el modelo político operante está más preocupado por las cuestiones ideológicas y de control del poder que por la realidad de la gestión pública de los bienes y servicios del Estado. Personalmente he tenido experiencia directa en estas realidades políticas y comprobado que, solo a través de la institucionalización de la mentira, la propaganda, la corrupción y el terror estos gobiernos subsisten. Es por ello por lo que las sociedades sometidas a este tipo de regímenes y con ansias de libertad no tengan más salida que la huida del país o la lucha clandestina y el sabotaje como respuesta. De ahí que la ministra Montero busque sus explicaciones al fracaso gubernamental en el sabotaje, evidenciando con ello su reconocimiento al modelo del Gobierno de España.
La realidad cotidiana comienza a manifestar la indigencia y despreocupación en la gestión del Estado por parte del Gobierno y que se explicitan en aspectos claves como las crisis en los servicios públicos o el colapso de determinadas infraestructuras de transportes y energía.
Si atendemos a las constantes saturaciones que se producen en los juzgados por un exceso de asuntos, no es difícil de entender que una gran parte del origen de los problemas está en las imprudencias legislativas generadas por motivos políticos e ideológicos, así como en la inadecuación y falta de previsión de los recursos asignados para su funcionamiento. Lo mismo podemos aplicarlo a la sanidad, por falta de planificación previsora, inadecuada gestión para la armonización y uso de los recursos tanto públicos como privados, desmotivación de los profesionales y a las imposiciones ideológicas que lastran decisiones médicas, unido a una arbitraria y descontrolada asignación de los recursos económicos del Estado en razón de criterios políticos, sin tener en cuenta la realidad económica y social de cada comunidad autónoma y los criterios de justicia distributiva.
La catastrófica gestión de la estructura de producción energética y sus consecuencias ha puesto en evidencia que no se puede gestionar un recurso de esta naturaleza, desde criterios ideológicos en la composición del modelo de producción energética y en las bases tecnológicas que rigen su sistema de equilibrios, siendo además insultante que se derive las responsabilidades del fracaso a otro modelo ideológico como es el sistema capitalista y su estructura empresarial. Unido a ello aparece la estructura clientelar del partido político y el compromiso ideológico requerido, como principios que viene a sustituir a los de capacidad científico-técnica y mérito en la selección de los gestores, para dirigir y organizar la producción y distribución de la energía.
Los transportes y comunicaciones son factores clave para el desarrollo económico y social; su estructura y distribución espacial actúan como factores de impulso socioeconómico de los territorios que recorren. Si bien es clave desarrollar una distribución territorial acorde con las complementariedades y equilibrios territoriales, es muy importante atender a su mantenimiento. Los hechos más recientes evidencian la incapacidad técnica, operativa y de gestión económica del Gobierno de España en orden al mantenimiento de la estructura intermodal de los transportes españoles. En los ferrocarriles, la velocidad, el peso y la intensidad de uso son las claves para planificar el mantenimiento de las redes, pero, por lo que se conoce, esto no se tiene en cuenta y por ello, situaciones como el fallo de las catenarias u otros problemas son tan corrientes. Lo mismo podemos decir del estado de la red de carreteras, cuyos datos conocidos referidos a su mal estado superan miles de kilómetros; unido a todo ello nos encontramos con el panorama de la corrupción instalada en la estructura del Estado y sus consecuencias en la eficiencia de las inversiones del sector público para atender a las demandas de mantenimiento y desarrollo, pero eso merece una reflexión aparte.
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