Por fin andará el tranvía

Fue la cabezonería de un alcalde como José Enrique Fernández de Moya, que dijo que el nunca se subiría al tranvía con esa actitud de prepotencia y chulería, la que arrastró a toda la población de Jaén y la desplazada de los distintos municipios a estar privada de la utilización de este medio de transporte que, aparte de ser colectivo, es uno de los más ecológicos que puedan existir en el mundo del transporte y que con él se evita en buena parte las emisiones de CO2 a la atmósfera, que tan perjudiciales son para el cambio climático.

Es inconcebible que la ciudad de Jaén, con una infraestructura como ésta ya terminada, se este permitiendo el lujo de tenerla inutilizada, sobre todo con una ciudad, que a pesar de pequeña, tiene un caos circulatorio importante, con las dos avenidas principales totalmente congestionadas, sobre todo en las horas punta; con algunos de los accesos que se tarda más en pasarlos que en llegar a ellos, principalmente por ese gran número de población flotante que a diario se acerca a la capital, bien sea a los médicos o a realizar las distintas gestiones que administrativamente pudieran necesitar.

Ha tenido que ser un alcalde como Julio Millán el que con el talante de conciliador que le caracteriza haya llevado una y otra vez la propuesta a la Junta de Andalucía para que de una vez por todas se pudiera salir del atolladero en el que estaba atascado el tranvía para ponerlo al servicio de los ciudadanos que al fin y al cabo seremos los usuarios de este transporte, dándole a Jaén un tinte de ciudad moderna y ecológica, y situándola a la altura de muchas de las ciudades europeas de pequeño o mediano tamaño.

Ahora, el tranvía de Jaén será una realidad y después de casi una década encerrado lo veremos circulando por las calles y a buen seguro que muchos de nosotros nos subiremos en él, como un medio de transporte seguro, ecológico y eficaz en el tiempo de duración de los recorridos, demostrándose la validez y pertinencia de este medio de transporte que, por supuesto, nos va a permitir la reorganización del tráfico, desde los autobuses urbanos, hasta la circulación de los vehículos particulares, los cuales podrán circular con mucha más fluidez que hasta ahora lo hacen.

El talante de este alcalde es lo que separa a un gran político, como Julio Millán, que antepone los intereses generales de su ciudad a los suyos propios, llegando acuerdos y pactando con quien haga falta, de un político mediocre que llega a la política para servir sólo a unos cuantos, importándole muy poco o nada los intereses de toda una ciudad, cuando no van en su beneficio propio.