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TRIBUNA

La lectura de clase

Es necesario saber quiénes somos para avanzar en igualdad y justicia, sin dejarnos seducir por cantos de sirenas. Y para eso sirve leer la realidad con conciencia de clase.

Ana Moreno Soriano

Domingo, 5 de marzo 2023, 19:27

Hace unos días se cumplió el aniversario de la publicación del 'Manifiesto Comunista', de Marx y Engels, donde leemos que la historia de la humanidad ... es la historia de la lucha de clases. Hay una clase que explota y una clase explotada, pero a lo largo de la Historia se ha tratado de ocultar esta contradicción con distintas estrategias para que los pobres no sean conscientes de la explotación que soportan; los poderosos, en cambio, sí son conscientes de la lucha de clases y lo que les importa, naturalmente, es que la dirigen y la van ganando, según las palabras de Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo; saben lo que hacen, utilizan todas las armas posibles para conseguir sus objetivos y cuentan, para su fortuna, con que no todas las personas tenemos conciencia de las distintas contradicciones y luchamos por superarlas, dado que la conciencia es la forma de ser y de entendernos como seres humanos y la perdemos cuando percibimos y asumimos como normales situaciones injustas que objetivamente van en contra de nuestros derechos y aspiraciones como clase trabajadora, como mujeres, como mayoría social.

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Una de las formas de alienación es la desafección de la política, pensar que ésta es una línea que discurre paralela a la vida, no entender que los acuerdos y las decisiones que se adoptan cambian, para bueno o para malo, nuestras condiciones y olvidar que, en un estado democrático, los representantes que elegimos se deben a un programa y a la ética de la representatividad. Y, desde luego, otra forma de alienación, a mi juicio, es no hacer lecturas de clase e ignorar que cualquier cambio político, sea un retroceso o una conquista, afecta de distinta manera a quienes viven en la opulencia, a quienes viven con un sueldo o una pensión – y ahí también hay diferencias – y a quienes tratan de sobrevivir en la pobreza.

Incluso cuando hablamos de asuntos que afectan a territorios, al medio ambiente o a la igualdad entre hombres y mujeres, la pertenencia a una clase u otra es determinante y es determinante igualmente cuando se trata de derechos que pueden peligrar por la voracidad del mercado, que trata de convertir todos los bienes y servicios en mercancías.

En España tenemos un sistema de salud pública universal y gratuita que ya quisieran para sí otros países muy desarrollados, pero más sometidos a la dinámica neoliberal, como puede ser Estados Unidos; sin embargo, en Estados Unidos no faltará atención sanitaria para quienes pueden pagarla, mientras que muchas personas están a expensas de fundaciones o seguros privados o directamente sin ninguna cobertura.

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Conviene recordar que el derecho a la salud que ahora tenemos no ha existido siempre, sino que se debe a la lucha de organizaciones sindicales, políticas y sociales que lo han reivindicado hasta conseguirlo y lo mismo ocurre con el derecho a la educación, mucho más a la educación superior, pues basta mirar dos generaciones atrás para comprobar que solo las personas con dinero iban a la Universidad.

El gasto público que conlleva personal, instalaciones adecuadas y servicios para la población que lo necesita, garantiza que las trabajadoras y trabajadores reciban una especie de salario social que los ricos no necesitan, porque pueden permitirse acudir al mercado y comprar lo que quieran. Y también es importante la lectura de clase en la lucha por la igualdad de género que reivindicamos con fuerza cada Ocho de Marzo, para entender la doble explotación sufrida por las mujeres pobres con trabajos más precarios, menos salario y pensiones más bajas.

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Pienso que es necesario saber quiénes somos, de dónde venimos y con quienes contamos, para avanzar en la igualdad y la justicia, sin dejarnos convencer ni seducir por cantos de sirenas. Y para eso sirve leer la realidad con conciencia de clase.

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