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Canta Joaquín Sabina «Que al lugar donde has sido feliz / No debieras tratar de volver». Pues depende. Fui muy feliz en Vocento garabateando sobre la campaña electoral de las generales, y vuelvo más feliz aún. Lo que no sabía es que iba a empezar a escribir donde lo dejé, porque ha habido elecciones y aquí no ha pasado nada. O mucho, pero sin fuste.

Meses después seguimos como vaca sin cencerro. Y, además, mosqueados. «Que no cobren hasta que no lleguen a un acuerdo», he oído esta mañana en el autobús. Y que no coman. Y que no salgan. Como los cardenales reunidos en cónclave. En el siglo XIII, tras la muerte del Papa Clemente IV, y ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo tras casi tres años de deliberaciones, los vecinos se rebelaron y mantuvieron a los miembros del colegio cardenalicio encerrados a pan y agua: tardaron hogaza y media en elegir a Gregorio X. Aquí podríamos hacer lo mismo. Y, encima, los diputados salen ganando: en lugar de estar a pan y agua pueden estar a gin tonics y patatas fritas. Que se los suban del bar del Congreso.

Total, la iluminación lo mismo te puede venir por el Espíritu Santo que por el Larios. O por un gurú: leo en un artículo de «Clarín» retuiteado por Rosa Belmonte que Maduro ha contratado a un líder espiritual indio para que medie con la oposición. En España no nos hace falta traernos a ningún yogui de fuera, que ya tenemos a Ramiro Calle. El único peligro es que a nuestros políticos les de una ciática en cuanto se pongan a hacer la postura del perro. En fin, que tampoco.

Lo cierto es que ya estaría, que dice Dakota. Pues eso. Acabará «Supervivientes» y, nosotros, sin gobierno. Aunque ahora, y aprovechando que la isla se queda desierta, nos los podemos llevar a los Cayos Cochinos. Y dejarlos allí a arroz y coco hasta que haya fumata blanca.

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