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Torra y Puigdemont a su llegada a Waterloo. Reuters

Puigdemont amenaza al Gobierno de Sánchez: «El periodo de gracia se acaba»

El expresidente catalán regresa a su cuartel de Waterloo sin la amenaza de la extradición y con la llave de la estabilidad del Ejecutivo en su mano

Ander Azpiroz

Madrid

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Sábado, 28 de julio 2018, 10:12

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Carles Puigdemont regresó este sábado a su cuartel general de la localidad belga de Waterloo rodeado de una aureola triunfal, como si él mismo hubiera sido el artífice de la derrota de Napoleón. Pocos aventuraban este devenir de los acontecimientos después de que el expresidente de la Generalitat fuese detenido el pasado marzo en una gasolinera del estado alemán de Schleswig-Holstein cuando retornaba a Bruselas tras una conferencia en Finlandia. Ni siquiera los más optimistas del independentismo alcanzaron a imaginar la posibilidad de celebrar un acto de bienvenida como el de este sábado.

El panorama a día de hoy no puede ser más favorable para el autoproclamado presidente legítimo de Cataluña. Puigdemont regresa a Bélgica con la llave de la estabilidad del Ejecutivo central en su mano, libre de la amenaza de ser extraditado a España y, desde el pasado domingo, como amo y señor del PDeCAT, heredero de la histórica Convergència.

El expresidente de la Generalitat cree que, al fin, cuenta con una mano de cartas ganadora y está dispuesto a jugarla hasta al final. Rodeado de su sucesor Quim Torra, los exconsejeros fugados Meritxell Serret, Clara Ponsatí, Toni Comín y Lluís Puig, así como de otros destacados dirigentes independentistas, Puigdemont lanzó su órdago al Gobierno socialista. «Quien tiene deberes pendientes es el presidente Sánchez y esperamos que a la vuelta de vacaciones haya aprovechado el tiempo, porque el periodo de gracia se acaba», advirtió.

Una de las claves de que la moción de censura a Mariano Rajoy saliera adelante estuvo en que el sector más posibilista del PDeCAT se impuso frente al ala radical para que sus ochos diputados respaldaran al candidato socialista. Pero la moderada Marta Pascal fue derribada en el congreso de los convergentes por un golpe interno y ahora Puigdemont tiene en su poder la baza de estabilidad en Madrid, algo que, insistió desde Bélgica, no va a salir gratis: «Si uno pide votos para su investidura a diversas familias políticas, lo normal es que se esfuerce un poco para continuar contando con ese apoyo».

De momento, el Ejecutivo socialista ha apostado por un diálogo que ha dado lugar a avances, como la reunión de Sánchez con Torra en la Moncloa o la convocatoria para el próximo miércoles de la comisión bilateral Estado-Generalitat, un órgano que no se reúne desde 2011. Pero Puigdemont quiere más. En su estrategia para alcanzar la república no cabe más que un camino, que pasa por la liberación de los dirigentes secesionistas presos, el regreso de los fugados, con él mismo a la cabeza, y el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Se trata de exigencias que, como han repetido tanto el presidente del Gobierno como sus ministros a lo largo de los dos últimos meses, son imposibles de aceptar. Más aún cuando, tanto el expresidente catalán como Quim Torra, insistieron en que trabajarán para que se reconozcan los resultados del referéndum ilegal del 1 de octubre y la declaración de independencia posterior. «Nos toca ahora hacer efectivo ese mandato republicano», zanjaron con una declaración de intenciones que recorta mucho el margen de actuación del Gobierno central para reconducir el problema catalán.

El rapero Valtonyc (a la izquierda) ha participado en la recepción de Puigdemont en Waterloo.
El rapero Valtonyc (a la izquierda) ha participado en la recepción de Puigdemont en Waterloo. Reuters

Su futuro

Libre por el momento de ser entregado a la justicia española, Puigdemont se prepara para construir su gobierno en el 'exilio'. Torra será el que dé la cara en el Parlament, pero el expresidente será quien mueva los hilos desde Waterloo. La primera tarea será la de dirigir la bautizada como 'Casa de la República', que tendrá la sede en su palacete. Este órgano independentista tendrá como cometido dar visibilidad en Europa a la causa independentista, la gran obsesión de Puigdemont desde que asumió la Presidencia de la Generalitat y en la que fracasó cuando ni un solo estado quiso reconocer la república tras la declaración del 27 de octubre.

El líder secesionista no piensa cejar en el empeño de internacionalizar el conflicto, más aún después de la decisión de la justicia alemana de no reconocer el delito de rebelión que se le imputa en España. «A partir de ahora continuaré mi viaje por Europa, viajaré al último rincón de nuestro continente para defender la causa justa del pueblo catalán, la causa de la democracia, de libertad y de autodeterminación», señaló.

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