La justicia belga deja en libertad a Puigdemont mientras cursa la euroorden

El Ministerio Público belga aseguraba el pasado martes que el Tribunal Supremo sólo había trasladado la Orden Europea de Detención y Entrega en español, sin versiones complementarias en cualquiera de los tres idiomas oficiales de Bélgica (francés, flamenco y alemán) o inglés. Las esperaba para la próxima semana «pero han sido recibidas antes de lo previsto» explicó un portavoz durante una comparecencia a media tarde en una pequeña sala de la Fiscalía bruselense, abarrotada de periodistas de medios españoles y algunos belgas.

El equipo jurídico de Puigdemont fue informado el jueves de la euroorden. Y compareció «voluntariamente» en una comisaría de la policía federal, donde fue arrestado y trasladado a dependencias judiciales. Allí rechazó la extradición y argumentó que tenía inmunidad porque fue elegido como eurodiputado. La declaración que prestaba ante la instancia flamenca se interrumpió por la tarde para verificarlo con Madrid. Y la respuesta de la oficina de Pablo Llarena fue que «no ha acatado la Constitución española ni ha tomado posesión del escaño». No existía tal privilegio, así que el proceso siguió su curso.

De las opciones que tenía el juez responsable de la investigación (denegar la euroorden, arrestarle o liberarle bajo condiciones e incluso bajo fianza), optó por la más laxa: libertad sin cargos, prohibición de abandonar el país si no es con autorización judicial y estar localizable en Waterloo. Lo mismo que sucedió con las euroordenes anteriores en los más de dos años que Puigdemont lleva huido en Bélgica.

Al salir de la sede de la fiscalía, el expresidente insistió en que su comparecencia fue «voluntaria» y solo en español deslizó que había sido llevado al juzgado desde dependencias policiales. La acción de 'arresto'. Y pese a la insistencia de los periodistas eludió cualquier condena expresa a los actos violentos que se vienen sucediendo en Cataluña. Rechazó la violencia de forma genérica y negó cualquier relación con los inductores del movimiento que se autodenomina 'Tsunami democrático'. «No tengo ninguna relación, ni directa ni indirecta, no sé quienes son. Conozco esa iniciativa porque yo mismo la apoyé en un tuit, pero desconozco completamente quién o quiénes la organizan y están detrás».

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