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Josep Maria Jové y Lluís Salvadó, altos cargos de la Generalitat de Cataluña, tras ser puestos en libertad el 22 de septiembre de 2017. Efe
K47019K, el cabo primero que ha puesto contra las cuerdas al 'procés'

K47019K, el cabo primero que ha puesto contra las cuerdas al 'procés'

En una de las sorpresas del juicio, un guardia civil sin galones dejó ko a las defensas con su desparpajo para explicar la investigación

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Domingo, 24 de marzo 2019, 00:02

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Ni la Fiscalía, que lo había propuesto como testigo, sabía de su potencial. ¿Cómo iba siquiera a imaginar el Ministerio Público que un simple cabo primero de la Guardia Civil se iba a convertir en su más potente arma hasta ahora de acusación? ¿Cómo esperar que un agente de tropa sin galones iba a poner contra las cuerdas al 'procés' revolviéndose con el desparpajo de un general ante las ácidas preguntas de los abogados de los acusados? ¿Cómo esperar que un funcionario de base tuviera una idea tan extensa, completa y directa de una investigación tan compleja?

Lo del martes por la mañana en el Tribunal Supremo, reconocen desde las acusaciones a las defensas fue totalmente inédito y, sobre todo, sorprendente. La declaración del cabo (los datos profesionales y su trayectoria en Policía Judicial son conocidos por este periódico pero no se pueden desvelar por motivos de seguridad y la prohibición del tribunal) debía haber sido tediosa.

K47019K estaba citado, aparentemente, por un motivo muy concreto: había participado en la detención el 20 de septiembre de 2017 del exsecretario general de la Vicepresidencia Josep Maria Jové, mano derecha de Oriol Junqueras. Entró en la sala a las 12.41 y dos minutos después ya había despachado el tema. Hasta ahí, normal. Pero lanzó la primera bomba. También había participado en el registro de la casa de Jové. Y ya puestos, explicó a la sala que, aunque no fue instructor en ningún momento de las investigaciones, también había sido analista del documento Enfocats, la hoja de ruta del 'procés', de las agendas que se encontraron a Jové que también desvelaban el plan secesionista.

Las defensas empezaron a quejarse porque aquellos temas desbordaban el motivo por el que había sido citado el testigo, pero Marchena le dejó seguir.

Habían pasado solo ocho minutos desde que el cabo se sentara ante los magistrados y su relato (era evidente por las constantes imágenes de recurso de la sala al no poder enfocar al testigo para preservar su identidad) estaba cautivando a los siete jueces, que, por primera vez desde que comenzara el juicio miraban al unísono al declarante. La cara del fiscal Javier Zaragoza era para entonces una mezcla de incredulidad, diversión y picardía. Sabía que había encontrado una mina de oro y estaba dispuesto a explotarla al máximo.

Pero es que, para desesperación de los abogados de las defensas que se revolvían en sus asientos, no hizo falta siquiera que Zaragoza tirara del hilo. K47019K soltó, sin aspavientos, el siguiente torpedo: relató que sus mandos le habían dicho que no fuera a los registros de la Consejería de Economía con Jové (para entonces ya cercada por una multitud) porque el exlíder de la ANC y procesado Jordi Sànchez había avisado de que no dejaría entrar a la comitiva policial.

Riada de protestas

Aquello provocó una nueva riada de protestas de los abogados más beligerantes de las defensas. Andreu van de Eynde, Jordi Pina, Francesc Homs y Javier Melero fueron poniendo el grito en el cielo tratando de que el tribunal interrumpiera la declaración del testigo, conscientes de que aquello solo acababa de empezar y que no pintaba bien para ellos. Y así fue. El cabo anunció en ese punto que, en realidad, había participado, nunca como mando responsable, en multitud de otros aspectos de la investigación y que se los conocía al dedillo. Así que, si el tribunal aceptaba escucharle, él estaba dispuesto a contarlo todo con pelos y señales: la distribución y contratación de la publicidad del 1-O a través de Unipost; la confección del registro de catalanes en el exterior; cómo Junqueras y Jordi Turull desviaron 3,4 millones de euros del fondo de contingencia para el referéndum; que el misterio de la identidad del ya famoso 'Toni' que encargó la publicidad no era tal, ya que se trataba del secretario de Difusión de la Generalitat, Antonio Mollons; como Diplocat disfrazó de «visitantes internacionales» a los «observadores» del 1-0.

K47019K, que debía declarar media hora, al final depuso durante dos horas y cuarenta minutos, incluida la pausa para comer. Aquello se alargó, sobre todo, porque las defensas trataron de torear a un morlaco que no se amansó tras las banderillas, incluidas las amenazas de los abogados de acusarle de falso testimonio. Es más, el cabo se vino arriba cargado de buenos modales, naturalidad, muchísimos datos y ni un solo renuncio. «Mire, mire», «no, ya le explico yo», «en realidad no es así, letrado». El agente sin galones se estaba gustando, y mucho, en su visita al Supremo. Cada vez estaba más cómodo. Casi divertido.

Solo a mitad de la tarde las defensas se dieron cuenta de que lo mejor para sus clientes era sacar a aquel testigo del estrado cuanto antes. Ni un renuncio a pesar de las continuas trampas de la decena de abogados que trataron sin éxito de acorralarle. Solo a cuando a K47019K le sacaron de la sala (por él seguro que hubiera seguido) los abogados respiraron aliviados.

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