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Forcadell abraza a De Gispert en su toma de posesión como presidenta del Parlament. AFP
La presión de Esquerra forzó al Govern a rectificar y retirar la Cruz Sant Jordi a De Gispert

La presión de Esquerra forzó al Govern a rectificar y retirar la Cruz Sant Jordi a De Gispert

El presidente de la Generalitat vuelve a perder el pulso contra los republicanos, como ya ocurrió en la polémica de los lazos amarillos

cristian reino

Barcelona

Martes, 7 de mayo 2019, 14:29

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El pasado 2 de mayo, en su visita a Bruselas, Quim Torra dio por cerrado el caso de Nuria de Gispert. «Se ha retirado el tuit, la Cruz de Sant Jordi premia una trayectoria y esta polémica la doy por zanjada», dijo junto a Carles Puigdemont. Cinco días después, tras una agria polémica y fuertes tensiones internas, el presidente de la Generalitat se vio a obligado a rectificar. Así, el Gobierno catalán aprobó este martes modificar el decreto validado la semana pasada que concedía el más alto galardón de la Generalitat a la expresidenta de la Cámara catalana.

La exdirigente de Unió, que ya había sido acusada de mantener posiciones supremacistas por instar a la líder de Ciudadanos en Cataluña a volverse a Andalucía, comparó a Inés Arrimadas, Juan Carlos Girauta, Dolors Montserrat y Enric Millo con los cerdos. El mensaje, difundido en Twitter, dejó en una situación muy incómoda al Gobierno catalán, que le había concedido su máxima distinción por su trayectoria política.

En un primer momento, Torra y la consejera de la Presidencia defendieron a capa y espada a la que también fue consejera de Justicia en época de Artur Mas. Sin embargo, los consejeros de Esquerra se desmarcaron de la que hoy es dirigente de Demòcrates de Catalunya, formación escindida de Unió y que ahora está integrada en el grupo parlamentario republicano.

Hace dos años, Rosa María Sardá renuncio a su Cruz de Sant Jordi como crítica al Govern de Jordi Pujol

El desmarque de ERC fue sin paliativos, ya que hasta cuatro consejeros republicanos salieron el viernes a criticar en público a la expresidenta de la Cámara catalana y a presionar a Torra. Todos señalaron que cualquier decisión sobre la premiada correspondía al presidente de la Generalitat. La puntilla la dio el lunes el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, también de ERC: «Las declaraciones de De Gispert son desafortunadas e injustificables, tiene experiencia política suficiente para decidir por ella misma», sobre si debería renunciar o no al galardón.

A disposición

Horas después, la aludida puso el premio a disposición del presidente de la Generalitat. «Asumo el error, lo lamento, y os anuncio que he puesto la Cruz de Sant Jordi, que aún no he recibido, a disposición del president Quim Torra y de su Govern, para lo que crean más conveniente», según la misiva publicada en el diario 'Punt-Avui'.

La rectificación del jefe del Ejecutivo catalán se produjo el lunes, y se formalizó este martes. Como en la polémica sobre los lazos amarillos, el president ha acabado dando marcha atrás después de perder el apoyo de sus socios republicanos. En vísperas de la campaña electoral, el Govern no podía permitirse una nueva crisis y corría el riesgo de escenificar su división si los grupos de la oposición llevaban el asunto -como así habían avisado- a una votación en la Cámara catalana, en la que De Gispert ya fue reprobada en el pasado como consecuencia de sus salidas de tono en las redes sociales.

La consejera de la Presidencia, Meritxell Budó, dijo este martes que el polémico tuit de la expresidenta del Parlament fue un «error desafortunado». No obstante, quiso tener unas palabras de reconocimiento: «El gesto valiente de renunciar le honra», según Budó, descargando al Ejecutivo de toda responsabilidad en la decisión. La retirada del galardón fue aprobada «por unanimidad», cuando podía haber optado por mantener el galardón, ya que De Gispert no renunció a la cruz sino que la puso a disposición de Torra y el Govern.

No es la primera vez que esta distinción, que se entrega a una veintena de personalidades todos los años, se ve envuelta en la polémica. Hace dos años, la actriz Rosa María Sardá devolvió su galardón porque «se lo había entregado un corrupto» (Jordi Pujol) y como gesto de crítica al nacionalismo.

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