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Pedro Sánchez. Luis Ángel Gómez.
Los críticos del PSOE se aprestan a cerrar filas con el presidente Sánchez

Los críticos del PSOE se aprestan a cerrar filas con el presidente Sánchez

Los recelos han dado paso al optimismo y ya hablan de «oportunidad» para ganar impulso de cara a las locales y autonómicas de 2019

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Domingo, 3 de junio 2018, 00:59

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Nada une más que el poder. Es una máxima incuestionable que ahora se ha hecho patente en el PSOE, un partido surcado por las cicatrices que han dejado seis años de cuchilladas internas, desde la caída de José Luis Rodríguez Zapatero a la victoria definitiva de Pedro Sánchez sobre Susana Díaz en mayo de 2017. Es cierto que hace ya un año que los críticos con el secretario general entendieron que debían admitir la derrota y remar en la misma dirección que la ejecutiva federal o, por lo menos, no interponerse en su camino. Desde el viernes, aplauden sin contemplaciones su audacia.

El whatssap de Sánchez y las cuentas de Twitter de los principales barones socialistas, pero también de parlamentarios y exdirigentes que lo consideraban un político inconsistente, irresponsable y cegado por la ambición, se llenaron de felicitaciones y gestos de reconocimiento hacia su figura en el mismo momento en que los 180 votos de diputados del PSOE, Podemos, Izquierda Unida, Compromís, En Marea, En Comú, PNV, Esquera, PDeCAT, Bildu y Nueva Canarias le convirtieron en el séptimo presidente de la democracia.

Una de las primeras en dar la bienvenida a su nuevo mandato fue la presidenta de la Junta de Andalucía. También lo hicieron el castellano-manchego Emiliano García-Page y el aragonés Javier Lambán, que en los últimos días habían deslizado sutiles advertencias en contra de cualquier tipo de cesión al independentismo. Los tres se significaron en 2016, tras las elecciones generales, y en 2017, durante la campaña de las primarias, por su desconfianza en el concepto de nación del hoy jefe del Ejecutivo. Ayer, en una visita a Uncastillo, en Zaragoza, Lambán defendió que Sánchez ha sido «incluso más rotundo en la defensa de la unidad de España que Mariano Rajoy» y aseguró que está «absolutamente convencido» de que su idea de país estará «plenamente defendida» desde el Ejecutivo.

Pragmatismo

El vuelco tiene varias justificaciones. Por un lado, en la batalla interna del PSOE se exacerbaron tanto los ánimos que, a menudo, se magnificaron los argumentos contra el adversario. Por otro, es cierto que en lo que va de legislatura Sánchez ha demostrado que consideraba la respuesta a la crisis territorial y la amenaza de la soberanía nacional asuntos de Estado. Pero también, y sobre todo, hay un claro ejercicio de pragmatismo. Los socialistas que tienen que renovar sus cargos institucionales en ayuntamientos y comunidades autónomas dentro de un año han asumido que lo peor que pueden hacer ahora es escenificar la más mínima fractura y que toca aprovechar el potencial impulso que pueda darles ocupar el Gobierno de España.

Antes de que los acontecimientos se precipitaran y convirtieran la moción de censura en imparable, algunos dirigentes territoriales admitían su temor a que el electorado no entendiera que Sánchez llegara a la Moncloa a lomos de las fuerzas que llevan años en una ofensiva sin freno para «romper España». Otros creían que la sentencia de 'Gürtel' había colmado tanto el vaso que no importaría ganar la moción con su apoyo, pero recelaban de la idea de intentar gobernar un tiempo en lugar de convocar elecciones de manera más o menos inmediata. Ahora, admiten que el hecho de tener el BOE puede ayudarles en su agenda territorial.

No es que no haya temores. «Todo dependerá los movimientos que haga Pedro, desde los nombramientos de ministros a las medidas que impulse, pero se abre un tiempo muy difícil; ya hemos visto la estrategia del PP», dice un dirigente regional. En el grupo parlamentario, incluso entre aquellos que pertenecen a federaciones críticas o los que por sí mismos nunca se han sentido cercanos al 'sanchismo', se respira, sin embargo, optimismo. «Estamos en mucha mejor posición de la que estábamos -dice un diputado andaluz-. Es verdad que yo me habría pensado mucho presentar la moción, pero una vez haces la apuesta hay que intentar ganarla; esto nos abre una oportunidad».

«Hace una semana estábamos al margen -dice otro representante del centro de España-; esto nos pone en el foco. Nadie dice que vaya a ser fácil pero al menos esta posición nos permitirá cobrarnos alguna pieza simbólica, tipo la 'ley mordaza', y si es posible, sin tocar las cosas de comer, ir a las eleciones con un discurso de recuperación de las políticas sociales».

La imagen de los diputados socialistas en fila, el viernes, para abrazar y besar al mismo secretario general que en octubre de 2014, ya expulsado de la dirección del partido, renunció a su escaño para evitar la abstención en la investidura de Mariano Rajoy es la de una victoria inimaginable también en el plano interno. Dure lo que dure en estos tiempos de política efímera, Sánchez ya ha logrado inocular cierta ilusión en sus filas.

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