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Identifican por una foto de los nudillos al sospechoso de los abusos a una niña de 11 años

La Guardia Civil ha utilizado una técnica novedosa para llegar hasta el presunto autor, que es el excompañero sentimental de la madre

juan cano

Lunes, 8 de mayo 2017, 11:30

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Todo empezó por unas fotos. Unas imágenes en la que se veía a su hija desnuda y dormida, y en la que se apreciaba el dorso de los dedos de una mano adulta. La madre de la menor la encontró mientras hacía limpieza general en la vivienda y, alarmada por el hallazgo, denunció los hechos ante la Guardia Civil.

Los agentes tenían un sospechoso, el excompañero sentimental de la madre, pero nada más. Ni una huella dactilar, sólo el dorso de una mano. Tirando de ingenio y de una novedosa técnica de investigación, los guardias civiles lograron identificar al supuesto pederasta a partir de los pliegues de sus nudillos. Y como ellos intuían, el presunto autor de los abusos era la expareja de la progenitora.

Llegar hasta ahí no fue tarea fácil. Una vez que la madre denunció el caso, la menor fue sometida a un reconocimiento forense. Lo que más sorprendió a los investigadores del Equipo Mujer-Menor (Emume) de la Guardia Civil fue que, pese a la gravedad de los hechos, sus recuerdos de los supuestos tocamientos eran muy vagos. Los agentes descubrirían más tarde el motivo: supuestamente había sido drogada con un fármaco que tiene efectos sedantes y, a partir de determinada cantidad, hipnóticos.

Las pesquisas revelaron que los abusos habrían sucedido hace aproximadamente dos años, coincidiendo con un periodo de tiempo de unos meses en los que su madre, por circunstancias personales, se ausentó del domicilio familiar, que está en la comarca de la Axarquía. La menor tenía entonces 11 años. Al regresar, la progenitora hizo limpieza general en la vivienda y encontró las fotos.

Nitidez de las imágenes

La mujer sospechó desde el principio de su excompañero sentimental, aunque no tenía forma de demostrarlo. Los recuerdos de su hija eran tan difusos que tampoco servían para incriminarlo. Fue entonces cuando los investigadores decidieron seguir la única pista que tenían: el dorso de la mano que aparecía repetidamente en las imágenes. Y la única baza a su favor era la calidad y la nitidez de aquellas fotos.

El Emume contactó con el Laboratorio de Málaga y el Servicio Central de Criminalística de la Guardia Civil. Aunque al principio no les dieron muchas esperanzas por lo complejo del caso, decidieron intentarlo empleando una técnica completamente novedosa: cotejar los pliegues de los nudillos. Pero igual que ocurre con las huellas o con el ADN, necesitaban una muestra del sospechoso con la que compararlos. Los agentes consiguieron obtener un molde de la mano del excompañero sentimental de la madre y lo enviaron al laboratorio, donde se cruzó la muestra con la información extraída de las fotografías. El resultado fue positivo. «Con los pliegues de los nudillos pasa como con las huellas: son únicos en cada persona», comenta una fuente conocedora del caso.

Se negó a declarar

Con el informe de Criminalística bajo el brazo, los investigadores se dirigieron al centro penitenciario de Jaén, donde el sospechoso, un hombre español de 57 años, se encuentra recluido por un delito de naturaleza distinta al que iban a imputarle. El individuo se acogió a su derecho a no declarar ante los agentes, que le informaron de sus derechos como investigado por un presunto delito de abusos sexuales continuados.

Aunque el presunto pederasta sigue recluido por ambas causas, la autoridad judicial ha dictado, cara a un futuro permiso penitenciario, una orden de alejamiento sobre la menor, con la que tiene prohibido contactar por cualquier medio.

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