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Ximo Puig y Pedro Sánchez, en febrero de 2015.
Sánchez, de salvador a paria

Sánchez, de salvador a paria

Barones como Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page o Ximo Puig y exlíderes del partido a nivel nacional como Rubalcaba o González han pasado de los elogios a los dardos contra el líder de los socialistas

Óscar Bellot

Sábado, 1 de octubre 2016, 00:51

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Dos años y dos meses le han bastado a Pedro Sánchez para pasar de la condición de salvador del PSOE a la de paria dentro del partido a ojos de algunos de sus barones. Muchos de los que le alabaron después de que el 13 de julio de 2014 se impusiese a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias en las primarias para elegir al nuevo secretario general de la formación se han revuelto ahora contra él, precipitando una crisis sin precedentes en el partido.

"Pedro, tienes un camino difícil, un camino apasionante y la mayor legitimidad que podían tener los socialistas". Con estas palabras saludaba Susana Díaz la llegada de Sánchez a la primera línea del PSOE en el Congreso Extraordinario celebrado los días 26 y 27 de julio de 2014. Andalucía había sido determinante para su ascenso. Allí obtuvo Sánchez cinco veces más avales que Madina, 14.389 para el primero frente a los 2.698 del segundo y los 2.129 que recabó Pérez Tapias. Un respaldo que hizo que Sánchez fuese visto en cierta medida como el candidato de Díaz. Y fue precisamente la presidenta andaluza la que salió al paso de las críticas vertidas por Madina y Pérez Tapias respecto a la composición de la Ejecutiva armada por Sánchez, asegurando que esta no tenía "ni colores ni apellidos".

Pero pronto los elogios se tornaron en desconfianza. Aunque la andaluza siguió ensalzando públicamente a Sánchez y resaltando su "afecto" y "cariño" por el secretario general del PSOE, transmitió a su núcleo de confianza sus dudas respecto a la idoneidad de Sánchez como candidato a la Moncloa. En octubre de 2014 ya dejaba claro que su visión de por dónde debía caminar el PSOE divergía de la de Sánchez. Y la respuesta de Ferraz a la evolución judicial del caso de los ERE echó más leña al fuego. La relación con Podemos era otro de los puntos de desencuentro, con una progresión curiosa. Díaz llegó a declarar que le gustaban los resultados obtenidos por la formación morada en las elecciones europeas de 2014 ya que "el voto del desencanto, del descontento", del "cabreo" fue a ese partido "y no a la extrema derecha como en Francia". Mientras mantenía negociaciones con la líder de la formación en Andalucía, Teresa Rodríguez, su entorno se mostraba disconforme con la 'mano dura' de Sánchez con Iglesias por aquel entonces. Luego todo cambiaría y una Díaz 'quemada' con Podemos advertiría en una y otra ocasión al secretario general del PSOE de los peligros de un acercamiento a esa formación.

La campaña para las elecciones generales del pasado 20 de diciembre volvió a propiciar elogios públicos de Díaz a Sánchez. "Vamos a las próximas elecciones con un gran candidato, que cuenta con el apoyo de todo el partido", enfatizó la andaluza durante un Consejo de Política Federal celebrado en Sevilla en julio de 2015 al que asistieron los nuevos presidentes autonómicos salidos de las municipales de mayo y el resto de barones socialistas. "En este momento somos un partido unido, la fortaleza es el PSOE", agregó. "El PSOE es un partido con un proyecto fortalecido, que tiene las ideas muy claras", remachó. "Te necesito en la Moncloa", le dijo posteriormente a Sánchez en un mitin en Sevilla en el que reclamó el apoyo para el líder del PSOE aduciendo que se trataba de un "candidato comprometido, sensible y decente".

De esas elecciones el PSOE salió con 90 diputados, 33 menos que los logrados por el PP. Y Díaz volvió a abrir fuego. Pocos días después de los comicios, y tras una conversación telefónica entre Sánchez e Iglesias, la presidenta andaluza recalcaba que las decisiones sobre los pactos debían ser tomadas por el Comité Federal del partido, subrayando su rechazo al referéndum en Cataluña por el que abogaba la formación morada. Recordaba además que el sitio del PSOE estaba "en la oposición, donde nos han colocado los ciudadanos". Tres días después de efectuar esas declaraciones, Díaz rechazaba que el congreso ordinario del PSOE se retrasase a la primavera de 2016, como defendía Sánchez, y reclamaba que se celebrase cuando dicen los estatutos, esto es, convocarlo en febrero. Sánchez hacía oídos sordos e insistía en su intención de intentar formar gobierno. En un intento de calmar las aguas, Díaz aseguraba que Sánchez tenía su "apoyo" para explorar opciones, pero le marcaba una 'línea roja': Podemos tenía "que renunciar previamente a la autodeterminación" en Cataluña. "Un gobierno de coalición con Podemos no lo veo. No lo veo", proclamaba más adelante en el Comité Federal del PSOE celebrado a finales de enero del presente año. Allí rebatió la afirmación que el secretario general del PSOE hizo la noche electoral: "El 20 de diciembre el Partido Socialista no hizo historia. Sacó el peor resultado de la historia", proclamó. "Si el Partido Popular nos ganó estas elecciones en estas circunstancias es que no estábamos en el camino correcto", agregó.

Fracasado el intento de Sánchez de formar gobierno tras el 20-D, y una vez convocadas nuevas elecciones para el 26 de junio, Díaz volvió a lanzar varios avisos a Sánchez. Defendió la necesidad de que Eduardo Madina ocupase un puesto en las listas que permitiese al político vasco estar en el Parlamento tras esos comicios y subrayó la necesidad de salir a ganar. Ni lo uno ni lo otro ocurrió. Y dos días después de las elecciones, Díaz renovó sus dardos contra Sánchez insinuando que con sus resultados ella habría dimitido. El escenario abierto tras los comicios debía ser, sostenía Díaz, una oportunidad para "reconstruir el PSOE y volver a tener un proyecto alternativo de gobierno que darle España". "España necesita un PSOE diferente", atajó.

Donde dije digo...

Sánchez se mantuvo en el 'no' a Rajoy también tras el 26-J, y la batalla entre Ferraz y los barones volvió a agudizarse. Fueron las palabras del presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, abogando por dejar gobernar a la lista más votada y sosteniendo que "la lealtad no es siempre tocar las palmas al líder" las que encendieron la mecha. Las declaraciones no sentaron nada bien en Ferraz y Twitter se llenó de mensajes a favor y en contra del extremeño. "Todo mi cariño a mi compañero @GFVara. A los socialistas nos une la fraternidad y el respeto a la expresión libre de nuestras ideas", escribió Díaz.

Vara ha sido otro de los que han pasado de los elogios a las críticas a Sánchez. El extremeño fue uno de los pocos barones del PSOE, junto al asturiano Javier Fernández, que no pidieron a finales de mayo de 2014 que Susana Díaz se pusiese al frente del PSOE, argumentando para ello la necesidad de ser coherentes con el principio de un militante, un voto. Tras la elección de Sánchez como secretario general, Vara dio por zanjado el "debate interno" a instó a "pasar página". Garantizó además que la nueva Ejecutiva Federal contaría con el "apoyo masivo" de los socialistas extremeños. "Que nadie tenga la más pequeña duda", remachó. Pero el distanciamiento con Sánchez fue pronto notorio. Y Vara fue durante mucho tiempo quien más claro habló. El PSOE, a su entender, debía abstenerse tras los resultados cosechados el 26-J. La gota que colmó el vaso fue el ofrecimiento a las "fuerzas del cambio" que Sánchez realizó en la segunda sesión del debate de investidura de Rajoy. Una propuesta que desconocían los barones, según relató en una entrevista radiofónica en la que criticó que en Ferraz se hubiese optado por "acallar" las voces discrepantes. Lo peor de todo, dijo, es que se había conducido la situación a "una carretera sin salida".

Los coqueteos con Podemos y el silenciamiento de los críticos por parte de Ferraz llevó también al castellano-manchego Emiliano García-Page a cargar contra Sánchez. "Yo ejerceré a pleno pulmón mi derecho a hablar, en nombre de Castilla-La Mancha y también en clave interna, si lo que alguien está intentando es llevar a tal extremo la situación política como para terminar haciendo depender la estabilidad del país de quienes quieren acabar con ella", avió a mediados de este mes de septiembre. "Además de ser poco inteligente, estará traicionando los valores de un partido como el PSOE y por supuesto nuestras principales señas de identidad", agregó.

Lejanos quedaban ya los días en los que sostenía García-Page que entre los dirigentes socialistas existía "más feeling del que parece" y defendía que Sánchez estaba "haciendo las cosas bien", a "satisfacción de la inmensa mayoría". "Tiene una fuerza interior que le va a permitir atravesar perfectamente el oleaje", proclamaba en referencia a un secretario general del PSOE que ya estaba cuestionado a los pocos meses de su elección.

También han virado notablemente las manifestaciones de Ximo Puig. El líder de los socialistas valencianos defendía en octubre de 2015 que el PSOE había experimentado "un proceso de renovación muy valiente" y que Sánchez contaba con "el aval del partido y, lo que es más importante, con el aval de la sociedad". Puntualizaba, eso sí, que "todo en la vida es revisable". "Es evidente que yo tengo, antes y ahora, una muy buena relación con Pedro Sánchez", había dicho en 2014, añadiendo que era "una persona con mucho futuro". "Representa la frescura de una nueva generación", había argumentado.

Este martes, sin embargo, le mandaba un recado a Sánchez tras su decisión de convocar primarias para octubre. "En el debate de la nueva socialdemocracia no puede definir los tiempos una sola persona; se necesita prudencia, tolerancia y no cortoplacismo", expresaba el presidente valenciano, que meses antes había librado un pulso con Ferraz a cuenta de las listas para el Senado y que el miércoles se convertía en uno de los 17 miembros de la Ejecutiva Federal que dimitía para tumbar a Sánchez.

La sombra de los antecesores

Decepcionados con Sánchez se han mostrado asimismo dos de sus antecesores en el cargo de secretario general del PSOE: Alfredo Pérez Rubalcaba y Felipe González. Rubalcaba fue uno de los que manifestaron su apoyo a Vara a raíz de la batalla desencadenada por sus palabras en favor de la abstención a Rajoy. "Se puede estar o no de acuerdo con lo que dice, se puede discrepar públicamente con él, faltaría más. Lo que no se puede ni debe hacer es insultarle, faltarle al respeto, atribuirle oscuras intenciones, incluso desmedidas ambiciones", apuntó en Facebook.

Rubalcaba se había despedido de la Secretaría General de los socialistas proclamado su "apoyo total e incondicional" a Sánchez y pidiendo al partido que cerrase filas con él. "Estoy convencido de que Pedro lo va a hacer muy bien. Tienes mi apoyo total, ahora y siempre, como secretario general. Mi apoyo incondicional", le transmitió en el Congreso Extraordinario del PSOE celebrado a finales de julio de 2014. Meses después desechaba las críticas de quienes consideraban que Sánchez no tenía suficiente talla para el cargo que ocupaba. "No es cierto", decía, que Sánchez "no tenga fondo o que le falte un hervor". "Pedro es un tipo de fondo que lleva muchos años en política y tiene una formación económica que ni Felipe González ni yo teníamos", continuaba. Resaltaba que su sucesor contaba con "juventud", "empuje" y, "sobre todo, tiene PSOE". Le alababa también como un "hombre ponderado y prudente, que aporta juventud y novedad" a un "partido viejo".

En cuanto a Felipe González, la sentencia del miércoles sobre el actual líder del PSOE no pudo ser más dura. "Me siento frustrado, como si me hubieran engañado. No tenía ninguna necesidad", manifestó en una entrevista en la Cadena SER en la que aseguró que Sánchez le dijo en julio que los socialistas se abstendrían en la segunda votación de la investidura de Mariano Rajoy para no impedir la formación de gobierno. Añadió que en aquella conversación también le había trasladado que no tenía intención de formar un gobierno alternativo. Desde entonces, dijo, no han vuelto a sentarse a hablar y solo se han intercambiado algunos mensajes. "Si ha cambiado de posición, desde luego no se lo ha explicado a nadie y tendrá sus razones. Yo no las entiendo. No solo me siento engañado, es que no entiendo las razones para producir un cambio de esa naturaleza, que crea tanta confusión en el partido y mucha más en el país", argumentó el expresidente el Gobierno, que sostuvo en esa entrevista que Sánchez debía dimitir si el Comité Federal rechazaba su plan de convocar un congreso en diciembre, precidido por unas primarias para elegir líder el 23 de octubre. Unas palabras que llegaban horas antes de que la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva Federal sumiese al PSOE en una crisis inédita.

González llevaba meses defendiendo que PP y PSOE no debían bloquearse y había advertido en contra de un pacto con Podemos. "Nosotros los socialistas no podemos tener como socios a quienes quieren trocear España", había dicho en un mitin celebrado dos días antes del 26-J. Y fue tajante sobre los resultados electoreles en el País Vasco y Galicia. "Alguno tendrá que asumir responsabilidades por ir de derrota en derrota", consideró.

En su caso, las relaciones con Sánchez fueron frías casi desde el primer momento. La sintonía siempre la ha tenido con Susana Díaz y para esta ha repartido elogios. Él mismo admitió que no votó a Sánchez en las primarias, aunque aseguró que le iba a apoyar "en todo lo que pueda" ya que era "su secretario general" y reclamó que el PSOE hiciese lo mismo "como cultura de partido".

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