«Las humanidades salen perdiendo en el currículo escolar»
El docente denuncia que el nuevo decreto sobre enseñanzas mínimas de la ESO comprime los contenidos de la antigua asignatura de Ética
Andrea G. Parra
Granada
Viernes, 1 de abril 2022, 00:19
La reforma educativa enroca la Filosofía. Miguel Moreno Muñoz, profesor de Teoría del Conocimiento en la titulación de Filosofía (grado) y de Innovación Educativa (máster ... del profesorado) de la Universidad de Granada (UGR), desgrana qué ha pasado realmente. El también vicedecano en la Facultad de Filosofía y Letras despeja el impacto en el sistema educativo de la enseñanza filosófica y qué sería de la sociedad sin este conocimiento.
–¿Qué medidas se han tomado en el nuevo real decreto de Educación sobre la Filosofía?
–El Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria, incluye una materia de Educación en Valores Cívicos y Éticos. En el anexo IV se indica que tendrá un total de 35 horas asociadas, las mismas que Educación Física o Religión. Y la estructura en tres bloques de contenidos: primero, autoconocimiento y autonomía moral; segundo, sociedad, justicia y democracia; y tercero, desarrollo sostenible y ética ambiental. Es cierto que los dos primeros involucran bastantes conceptos y contenidos teóricos que podíamos encontrar en cualquier programación de Ética, como asignatura independiente. El tercero solía tratarse como contenido de carácter transversal. Pero lo interesante es cómo el nuevo texto desglosa estos bloques en saberes básicos. El resultado parece un intento de comprimir contenidos típicos de una programación de Ética y Filosofía de bachillerato en un listado de epígrafes de imposible tratamiento en una materia con tan pocas horas, incorporando otras muchas cuestiones de Filosofía del Derecho y de Filosofía Política. No parece una propuesta verosímil en términos prácticos ni convincente en su alcance teórico-conceptual.
–¿Qué repercusión tiene esa pérdida en el profesorado?
–La desaparición de la Ética de la etapa de educación obligatoria como materia con entidad propia supone perder la oportunidad de familiarizarse con contenidos teóricos y puntos de vista que están en la base del pensamiento crítico y la autonomía moral, impartidos por un colectivo profesional que tiene formación especializada en Filosofía. Es cierto que materias tan diversas como Geografía, Historia o Biología pueden aportar elementos teórico-prácticos muy valiosos para el desarrollo intelectual y moral de quienes las cursan. Pero no todas tienen la misma tradición de reflexión interdisciplinar institucionalizada sobre problemas complejos.
–¿Se ningunea a la Filosofía?
–No creo que la Filosofía sea la única disciplina 'devaluada' en ESO/bachillerato. Algo parecido podrían decir colegas de Tecnología, Dibujo, Música, Historia y Latín. Pero es obvio que las Humanidades salen perdiendo en la competición por horas y huecos escasos en el currículo escolar. Se alude a su contribución insustituible, a cómo contribuyen a la madurez personal e intelectual, al pensamiento crítico y a la valoración de las diferencias culturales. Pero a menudo se trata de meras declaraciones retóricas con las que salpicar de tópicos la jerga pedagógica, centrada en competencias, destrezas y desempeños.
–¿Qué aporta la Filosofía en la educación de un joven?
–Conceptos y puntos de vista teóricos muy valiosos para el desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía moral. Pero no es la única disciplina que lo hace. En la etapa de secundaria y bachillerato son igualmente importantes los componentes emocionales, afectivos y motivacionales. Muchas mujeres y hombres valientes que asumen riesgos importantes en la defensa de la verdad y en la protección de la naturaleza, o en la lucha contra la manipulación informativa y contra la opresión de minorías, reconocen pasar por un proceso de autoclarificación intelectual y moral, sin el cual difícilmente entenderían los compromisos y responsabilidades que asumen. Identificar las seudociencias y seudotecnologías dañinas para la salud y el bolsillo de personas incautas, la literatura barata de autoayuda o los componentes ideológicos en el mensaje de actores poderosos, seguramente requiere disposiciones y competencias mucho más variadas que las filosóficas; pero es cierto que la Filosofía tiene una larga trayectoria de combinar elementos interdisciplinares (científicos, éticos, políticos) en semejante empresa.
–¿La podrá impartir cualquier docente?
–Me temo que sí. A la desaparición de la Ética como asignatura con un programa específico en ESO se suma la pérdida de horas en la Filosofía de bachillerato, aunque se mantengan como asignaturas independientes. Esta tendencia se percibe por el profesorado de Filosofía como un deterioro de los componentes básicos de la formación humanística en ESO y bachillerato, a la que en diverso grado han contribuido ministerios de distinto signo político.
–¿Cómo afecta al máster en formación del profesorado de Ciencias Sociales-Filosofía?
–Puede desincentivar la elección de esta formación de posgrado si se traduce en una oferta escasa de plazas en sucesivas convocatorias de oposiciones. Esto contrasta con el aumento inesperado de matrículas en la titulación de Filosofía durante los últimos tres o cuatro años, hasta el punto de resultar imposible dar cabida a grupos tan numerosos de primero a cuarto en las mismas aulas en las que se han impartido las clases durante los últimos veinte años.
–¿Por qué la Filosofía debe estar en todas las etapas educativas?
–Pocas disciplinas, en comparación con la Filosofía en todas sus ramas y especialidades, contribuyen a sensibilizar y reflexionar de manera crítica e informada. A diferencia de otras ramas de conocimiento, la reflexión filosófica ha mostrado una vitalidad extraordinaria para integrar los niveles científico, técnico, ético, legal e histórico-social en el análisis de problemas complejos. No desde una posición de superioridad disciplinar o epistémica, sino gracias al trabajo cualificado de miles de hombres y mujeres dedicados a la docencia, a la investigación y a la difusión cultural en contextos profesionales muy diversos. Esta riqueza de contribuciones parece pobremente reflejada en el currículo de la ESO.
–¿La Filosofía la deben estudiar todos los alumnos y no solo las de las ramas de Humanidades y Ciencias Sociales?
–Por supuesto. Hay puntos de vista sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología; de la biomedicina y de las ciencias de la computación; o sobre las aplicaciones de doble uso de la inteligencia artificial y las neurociencias, en las que resultan ineludibles las contribuciones de filósofas y filósofos contemporáneos. Tanto la discusión pública como el debate académico interdisciplinar quedarían realmente empobrecidos sin las aportaciones procedentes de la Filosofía en todas sus ramas, incluyendo las de naturaleza histórica y filológica. Cuesta imaginar las contribuciones de grandes divulgadores contemporáneos como Stephen Hawking, Edward Wilson o Steven Pinker sin entrar en diálogo con figuras destacadas de la filosofía contemporánea.
–¿Es fundamental que en cualquier reforma educativa participen especialistas de cada una de las materias que se reformen? ¿No es solo la Filosofía la que pierde peso?
–No creo que el Ministerio de Educación haya prescindido de especialistas cualificados en ningún intento de reforma. Pero siempre me ha parecido insuficiente el proceso de debate público que ha precedido a las reformas de más calado. Y bastante protocolario el proceso de consultas a colectivos profesionales, cuyas aportaciones raramente he visto reflejadas en los borradores de trabajo y libros blancos. La Ley Wert, p.ej. se hizo de espaldas a colectivos y asociaciones profesionales. El nuevo decreto ha decepcionado a las asociaciones que forman parte de la Red Española de Filosofía desde sus primeros borradores; y se distancia de las recomendaciones de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
–¿Es una sociedad más pobre y peor sin Filosofía?
–La especie humana está sometida a desafíos de tal magnitud, incluyendo amenazas que la pueden borrar de la faz de la Tierra en pocas décadas, que no podemos permitirnos el lujo de desperdiciar talento y oportunidades de desarrollo intelectual y ético en quienes pasan hoy por el sistema educativo. La insistencia en reforzar disciplinas y materias de carácter instrumental o práctico no debería hacerse a costa de otras que, como Ética y Filosofía, contribuyen al desarrollo de dimensiones igualmente importantes para la vida buena y la distribución justa de oportunidades. Quizá necesiten un ecosistema más complejo para nutrirse y subsistir.
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