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Vista de Granada desde el interior de uno de los edificios que conforman el Albercón del Moro.

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Vista de Granada desde el interior de uno de los edificios que conforman el Albercón del Moro. RAMÓN L. PÉREZ

Granada recupera el Albercón del Moro como pulmón verde

Un equipo multidisciplinar limpia acequias y quita la maleza de un lugar privilegiado en la parte alta del campus de Cartuja

ANDREA G. PARRA

GRANADA

Martes, 8 de mayo 2018, 02:16

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Un lugar para respirar tranquilidad e historia. Miles de universitarios recorren cada día las facultades del campus de Cartuja y desconocen que en lo más alto de la tercera colonia de Granada hay un espacio que ha tenido a lo largo de la historia un gran vínculo con el agua. Es, además, un mirador que ofrece unas panorámicas estupendas de la capital y la vega. Solo hay que andar unos cinco minutos desde la entrada principal de la Facultad de Psicología para llegar a lo que será un nuevo parque de la ciudad. Un espacio impregnado de patrimonio paisajístico e historia.

La rectora de la Universidad de Granada (UGR), Pilar Aranda, y el alcalde de Granada, Francisco Cuenca, dieron cuenta este lunes del acuerdo entre la institución universitaria y la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada (Emasagra) para la restauración del estanque denominado históricamente como Albercón del Moro, propiedad de la Universidad granadina y actualmente en cesión de uso a Emasagra como Depósito Alto del Beiro.

El templete, que hace las veces de balcón a la ciudad, tiene tras de sí el Albercón que data de época nazarí (siglo XIV), aunque pudiera ser anterior, según explicaron ayer los especialistas que estos días están descubriendo nuevas estructuras en espacios que hasta hace dos días estaban ocultos por la maleza. Estudiantes de diferentes másteres dejaban a la vista los tramos de acequia y construcciones de antaño. Ahora sin agua antaño discurría la de la Acequia de Aynadamar.

Con los testimonios conservados y los materiales que hay alrededor no se puede descartar que formara parte de un complejo residencial perteneciente a la aristocracia nazarí (entre otras posibilidades podría tratarse del famoso estanque del que habla en sus poemas el erudito Ibn al-Jatib, visir del rey Muhammad V, constructor del Palacio de los Leones en la Alhambra), según se plasma en el informe de los investigadores.

En el siglo XVII el Albercón del Moro se transformó en un huerto de olivos y fue recuperado como estanque de riego en 1899 cuando el cercado Alto de Cartuja estaba en propiedad de la Compañía de Jesús. En 1985 fue cedido en uso por la Universidad a Emasagra, que lo conservó como Depósito Alto del Beiro, para agua potable. Se cubrió con un forjado sobre pilares, pero conservando su obra, según dijeron. Tras esa cesión de uso permaneció olvidado como objeto de valor patrimonial y solo hasta hace escaso tiempo ha vuelto a dársele la importancia que tiene al ser incluido por la UGR en su Declaración del campus de Cartuja.

El proyecto de restauración, solo del Albercón del Moro, se presume que durará dos años. El presupuesto es de 400.000 euros (Emasagra contribuirá con 250.000 euros). Amanda Vicente es la arquitecta que ha redactado el proyecto, que prevé recuperar la acequia que llegaba hasta el estanque. Este lunes un grupo de jóvenes se afanaba ya en sacar a la luz parte del canal que hay antes de la valla que rodea el estanque.

«Desconocido»

La rectora Pilar Aranda destacó la importancia de recuperar un espacio para la ciudad que «era desconocido». Con las intervenciones que tienen previstas, no solo en el Albercón del Moro, quieren que todo el complejo se convierta en una zona de disfrute en la que se pueda ir a «descansar y a pasear».

El regidor Francisco Cuenca subrayó que se pondrá en valor un «gran espacio verde» para los universitarios y para todos los granadinos. Un parque que tendrá como «gran eje central este albercón». Asimismo, incidió en que servirá para conectar Cartuja con los barrios que la rodean: Albaicín y Casería de Montijo.

La intención es que el agua vuelva a recorrer este espacio, que está a las espaldas de la Facultad de Psicología; y que los visitantes puedan bajar caminando también a la parte lateral de la Facultad de Económicas por un sendero en el que hay varias construcciones, entre ellas un puente. Se va a descubrir el Albercón del Moro con su aspecto original o al menos como cuando actuaron los jesuitas, que es de cuándo se tiene más documentación. Ahora esperan a ver qué se encuentran cuando empiece la intervención.

Un libro de historia

El campus de Cartuja es un libro de historia con un interesante patrimonio. Cada azada o paleta que se hinca en la tierra puede suponer un nuevo avance arqueológico. Con cepillos, carros y espuertas los jóvenes de los másteres descubrían la acequia. Otros con desbrozadoras y otra maquinaria apartaban la maleza. Poco a poco deberán ir adecuando ese parque histórico-universitario para el disfrute de todos los granadinos.

La intervención en el Albercón del Moro se contextualiza en la recuperación y mejora del campus de Cartuja que la Universidad granadina ha impulsado en diferentes acciones que afectan a los Bienes de Interés Cultural y al paisaje para permitir el uso y disfrute por la comunidad universitaria y el conjunto de los granadinos en su conjunto. Se enmarca en el Proyecto Campus de Cartuja y el Proyecto general de investigación Campus de Cartuja. Igualmente con ese fin se han constituido comisiones de debate y trabajo integradas por miembros de la comunidad universitaria y de diversos sectores sociales. La primera actuación fue la exposición 'Crónica de un paisaje. Descubriendo el Campus de Cartuja', que se realizó en el Hospital Real en 2017.

El campus de Cartuja es un lugar de larga tradición, en el que se localizan los testimonios más antiguos de ocupación humana en la ciudad, según los especialistas. Fue, por ejemplo, el lugar donde estaban los cármenes más ricos y extensos del Pago de Aynadamar. El más famoso de los lugares de cármenes en la Granada nazarí. Tras la expulsión de los moriscos fue derivando en huertos de olivos y almendros propiedad de la Cartuja. Poco a poco los cármenes privados fueron desapareciendo. Cuando los jesuitas compran la finca a finales del siglo XIX realizan en la zona alta paseos y lugares de estancia y recreo. Se hace una piscina y una pista de tenis, se trazan paseos (con puentes para salvar los cauces de las acequias), se plantan arboledas ornamentales, sobre todo de cipreses y eucaliptos, se construyen glorietas, capillas y pozos. En la etapa de la Universidad todo el interés se centra en la zona media del Campus, con la construcción de las distintas facultades, y la parte alta queda relegada a un segundo plano con escaso mantenimiento y con esos caminos, acequias... totalmente descuidadas.

Granada quiere recuperar esos espacios para que sea un campus no solo de tránsito. El patrimonio de Cartuja es inmenso, no hay que olvidarse del Alfar romano y otro Bien de Interés Cultural como el Colegio Máximo. Las nuevas construcciones se entremezclan con las históricas y el patrimonio ambiental, que en determinadas épocas ha estado más descuidado. La UGR no tiene duda, quiere poner en valor el campus de Cartuja.

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