Más centros de la UGR denuncian que «los padres vienen a tutorías, revisiones y matriculaciones»
Decanos y directores explican la situación de sus facultades y escuelas cuando van familiares y recuerdan que por protección de datos no pueden facilitar información
La Facultad de Ciencias de la Educación no es la única en la Universidad de Granada (UGR) que ha tenido que dar algún toque para ... determinar cómo atender o no a los progenitores de sus estudiantes y otros familiares. Esta semana un cartel en el decanato de este centro del campus de Cartuja ha revolucionado las redes sociales: «El vicedecanato de Prácticas no atiende a padres. Todo el alumnado matriculado en Prácticas es mayor de edad». Una indicación junto a la puerta del despacho. En papel, como siempre, pero una foto, que se subió a internet, ha tenido una expansión nacional.
En otras facultades y escuelas la visita de padres y madres para temas de prácticas, revisión de exámenes, tutorías u otras gestiones no es generalizada, pero sí se ha producido y produce en algunos centros. Francisco José Díaz Bretones, decano de la Facultad de Relaciones Laborales y Recursos Humanos, explica a este periódico que aunque no es algo generalizado, «hemos empezado a tener la asistencia de padres a tutorías, revisiones de exámenes y procesos de matriculación». Esta situación les llevó hace un año a empezar a dar instrucciones tanto al profesorado como al personal de secretaría de no atender ni dar información sobre estudiantes a terceros, puntualiza que «eso incluye a padres».
Confiesa que cada vez «estamos teniendo más casos». «El problema se nos presenta porque hay estudiantes que en los datos de la matrícula ponen el teléfono o el correo electrónico de su padre o madre, y esto nosotros no podemos saberlo a priori», apostilla.
Díaz Bretones, que es profesor de Psicología Social, cree que tiene que ver con «nuevas prácticas parentales protectoras, las cuales no necesariamente son positivas para el desarrollo de personas jóvenes». Aboga porque los jóvenes deben aprender a «gestionar de manera independiente sus asuntos, aprendiendo también de errores y fracasos».
A su juicio «sustraerles de ese aprendizaje, evitándoles en todo momento situaciones estresantes, desafiantes o negativas es no ayudarles en su desarrollo personal y no exponerles a otras situaciones reales vitales que van a tener que afrontar durante el resto de su vida». Pone como ejemplo, y extrapola, a otras situaciones: ¿Qué pasará cuando tengan un problema en el trabajo, con el jefe o con otro compañero. También irán los padres a resolverlo? ¿Y cuando tengan algún problema de pareja? ¿O un problema con alguna otra administración pública (Hacienda, Tráfico, Ayuntamiento...). Concluye, que «los padres tienen también que aprender a desprender de sus hijos. Eso no significa abandonar sus responsabilidades parentales, sino ir evolucionando conforme los hijos crecen».
Pedro Valdivia, vicedecano de Prácticas de la Facultad de Ciencias de la Educación, explicaba en este sentido, esta semana que «en ningún caso» ese anuncio de no atender a padres se ha hecho para «excluir ni molestar a las familias». «Responde a una idea clara y sencilla: los estudiantes son adultos y desde la universidad queremos fomentar que sean capaces de ser autónomos», indicaba.
Ignacio Morón, decano de la Facultad de Psicología, confirma que en su centro ya ha habido algún caso de tutorías en donde han querido asistir los padres, pero han sido «casos muy puntuales y realmente anecdóticos». Como han sido un par de situaciones, añade que «en la misma tutoría se les ha explicado a los padres que son los estudiantes los que deben responsabilizarse de su formación. El desarrollo de la independencia y autorregulación del estudiantado es algo que siempre hay que promocionar».
Juan Manuel Santiago Zaragoza, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación, recuerda que él personalmente ha tenido que decir en alguna ocasión, hace años, que los padres no fueran para esas cuestiones de gestión académica al centro. «En los últimos años, no tengo noticias de que haya habido ningún incidente de ese tipo», matiza. Y relata algo por lo menos curioso, una situación «con una profesora que, para reclamar una nota, vino la estudiante acompañada de su marido». Se presentó la estudiante con su marido en el despacho de la profesora.
Por otra parte, Mónica López Alonso, directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, asegura que en «nuestro caso no suele ser habitual» que vayan los progenitores. En la Escuela de Informática y Telecomunicación, Juan José Ramos Muñoz, subdirector de Estudiantes y Extensión Universitaria, explica que ellos tampoco tienen constancia de que hayan acompañado a su estudiantado para prácticas o similar sus familiares. «Y por ejemplo, si alguna vez tienen que recoger algún documento oficial, no puede recogerlo más que el/la estudiante correspondiente», concreta.
Hay centros, como la Facultad de Traducción e Interpretación, donde Cristina Álvarez de Morales Mercado es la decana, donde su vicedecana de Estudiantes en el año que lleva en el cargo nunca ha recibido mensajes de padres o madres solicitando tutorías o gestiones de prácticas. «En nuestra facultad acompañamos y orientamos al estudiantado en todo el proceso académico y administrativo, y desde el inicio de la carrera fomentamos su autonomía y responsabilidad», destaca Álvarez de Morales.
La Universidad granadina la integran más de una veintena de facultades y escuelas. Más de 45.000 estudiantes de grado. Mariano Aguilar, vicedecano de Estudiantes de la Facultad de Medicina, comenta que estos días el cartel de Ciencias de la Educación ha sido comentado por los profesores. «Hemos tenido situaciones, pero no problemáticas», valora mientras subraya que es «anecdótico» y pone en valor que es un estudiantado «extraordinario». Eso sí, ha habido algún padre que ha ido a la facultad incluso a preguntar por las estancias de movilidad de sus hijos en otros países (Erasmus). Y otros que en el tema prácticas también han querido intervenir. «Pero con tranquilidad se les hace ver que sus hijos son mayores de edad y no se les puede dar información confidencial de ellos», describe. Incide en que hace unos años los estudiantes eran más maduros y defiende que a veces los propios padres tienen que entender que «su hijo debe resolver sus asuntos».
Manuel José Pérez Mendoza, decano de la Facultad de Ciencias, uno de los centros con más estudiantes, apunta que «no tengo ninguna noticia de que haya habido que atender a padres, salvo que sean problema que de verdad tienen que involucrar a los progenitores como en el caso de estudiantes con necesidades especiales, que es necesario una entrevista con ellos». Esa es una cuestión diferente en la que la institución cuenta con programas de atención específica.
Los dirigentes con los que este periódico ha contactado repiten que en temas académicos solo involucran a los estudiantes porque por protección de datos no pueden dar ninguna información relativa a esas cuestiones a otras personas.
Anécdotas y vivencias en una comunidad universitaria tan grande hay para todos los gustos. En este caso coincide, el profesorado consultado, que los estudiantes deben aprender a gestionarse sus propios asuntos. El debate es interesante e importante. Hay profesores que advierten que no solo se debe quedar en la viralidad ni tampoco se puede generalizar en que todos los jóvenes son cada vez más dependientes de sus padres.
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