Domingo Murcia. S. Campos

Domingo Murcia: «Se está haciendo escuela en el área de la investigación, hay interés en los jóvenes»

El cronista oficial de Alcalá la Real recibió el 25 de febrero el título de Hijo Predilecto de la localidad por unanimidad de la Corporación

Santiago Campos

Alcalá la Real

Domingo, 6 de marzo 2022, 23:50

La figura de Domingo Murcia se vislumbra cada día por la parte central del Paseo de los Álamos camino a la Biblioteca Pública Municipal, donde ... se encuentra su amigo Paco Toro, técnico de Cultura del Ayuntamiento alcalaíno y después salen a desayunar a cualquier bar cercano de la zona.

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Domingo Murcia, cronista oficial de la ciudad de la fortaleza de la Mota, fue agasajado el pasado 25 de febrero con el título de Hijo Predilecto por unanimidad de la Corporación Municipal, presidida por el popular Marino Aguilera. Curtido en las tertulias que hacía su padre en la imprenta que regentaba y con la luz que Carmen Juan le prendió, fue recibiendo encargos para escribir y, poco a poco, su firma estuvo presente en la cultura alcalaína.

Vicente Oya dijo de él que tiene un espíritu constructivo, realizando una gran labor docente, con una abundante producción investigadora y literaria y forjador de inquietudes literarias.

Sus escritos se han convertido en artículos, comunicaciones, ponencias y en libros; su conocimiento de Alcalá la Real lo ha compartido con los vecinos y las gentes interesadas en la historia del municipio.

Maestro

Este hombre enseñó a leer y escribir a muchos vecinos de Frailes en uno de sus primeros destinos como maestro. Fue profesor en el IES Alfonso XI, es un experto en sabiduría de la fortaleza de la Mota, conoce las calles y rincones de Alcalá la Real y organizó los llamados 'Sábados de Domingo' en los que invitaba a conocer monumentos, rincones y sitios tanto de Alcalá como de otros lugares. Es maestro de ceremonias en actos oficiales y, en fin, un alcalaíno que brilla con luz propia.

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Ahora, recién operado de cataratas, ha recuperado visión y dice que ve muy bien de lejos, por lo que se siente ilusionado porque ha dejado atrás ese problema que le mantenía preocupado y a sus 76 años sigue entusiasmado con sus investigaciones.

–¿Qué sintió al ser nombrado Hijo Predilecto de Alcalá la Real?

–Es una sensación extraña, porque es una mezcla primero de rubor, por ser algo que no me esperaba, y aparte tengo un estado de felicidad, una cosa extraña porque me pregunto si me merezco esto y me da alegría. También pienso que es demasiado.

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–¿Qué es ser cronista oficial?

–Creo que el sentido clásico de cronista en la historia, en la Edad Media o en el Renacimiento y hasta el siglo XX es una función distinta. El cronista en la actualidad es un animador cultural y está implicado en cuestiones de investigación, comunicaciones y actividades porque la crónica diaria está cubierto por la prensa y sí hay acontecimientos que son importantes y que son de un tratamiento especial pero no es la crónica de los cronistas estáticos, sino que es una persona muy unida a todo lo que es la cultura y sobre todo tiene una gran responsabilidad porque se trata de que sea verdad lo que cuentas. Y sabemos que es la espada de Damocles lo que tenemos encima todos los cronistas. Lo esencial es ser ecuánime, ser justo en las percepciones y no entrar, incluso, en valoraciones, es solo dar fe y ya está.

–¿Cómo aprendió a ser cronista?

–Eso no se aprende, creo que eso es el ambiente que has tenido de pequeño. Estuve muy pegado a todo lo que es la vida cultural de la población y en mi caso me crié en una imprenta, la de mi padre, y aquello era una auténtica rebotica decimonónica. Allí se juntaban autoridades locales, amigos, eruditos de la época y me quedaba embobado escuchando las cosas de Alcalá. Cuando tuve la edad de estudiante seguía metido en ese ambiente y tenía curiosidad por investigar, por hacer los primeros trabajillos y me encontré con gente como Salvador Fernández Anchuela que para muchos de nosotros fue un gran maestro y más tarde, con más edad, la figura de Carmen Juan que no es que fuera maestra, porque era más amiga, pero empezamos a trabajar en muchas cosas y con el gusanillo fuimos metiéndonos en cosas más profundas. Y para mí ser cronista de Alcalá la Real es un honor y no tiene más vueltas de hoja. Es esa ilusión infantil que tenía de que quedara confirmada por el título de cronista pues es un auténtico honor.

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Yo estuve sirviendo al Ayuntamiento en la época de la Transición y los mismos compañeros de Corporación me quisieron nombrar cronista pero me negué porque estaba a las puertas de un cambio a la democracia y pensaba que no era oportuno y mi sorpresa vino cuando después de haber entrado las corporaciones democráticas fueron ellas mismas las que reconocieron el hecho de ser el cronista que buscaban.

–¿Cómo definiría a los alcalaínos?

­–Creo que el paisaje influye en la forma de vivir, de ser y no hay duda que los alcalaínos somos un reflejo de lo que es un paisaje de puerto de montaña, un lugar de paso, un lugar de frontera y eso ha marcado lo que es la idiosincrasia alcalaína. Por eso creo que el papel que Alcalá ha jugado en la historia tiene mucho que ver con lo que es el entorno geográfico. Ese hecho ha determinado que Alcalá sea cabecera de comarca y una ciudad de servicios. Y todo el mundo defiende que es una población agrícola y toda la vida ligada al olivar pero el hecho de que haya habido gran distancia con las capitales de provincia más próximas ha hecho que sea una cabecera de comarca histórica y con ello se ha desarrollado el sector servicios y el comercio.

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–¿Qué época de la historia alcalaína le gusta más?

–Ha ido variando, pero tengo especial devoción por la época fronteriza, a la Edad Media, pero sin duda ninguna después hay momentos magníficos de esplendor como la época de la Abadía y el hecho de ser cabecera de comarca y tener independencia ha influido. Con la Abadía, que era una especie de diócesis independiente de Córdoba, de Jaén y Granada, debió ser esplendorosa porque detrás de esa institución fue un tiempo de atracción para artistas como Martínez Montañés o Pablo de Rojas que amueblaron los conventos e iglesias con sus obras.

–¿Qué intereses le guían cuando realiza una investigación o escribe un libro?

–¡Hombre! Eso es egoísmo puro. Lo hago porque me gusta y además el deseo de aportar algo a lo largo de mi trayectoria vital. Los cronistas no nos conformamos con una época, lo mismo escribimos de la época actual que de otra más antigua.

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–¿Qué personajes le han interesado más?

–Diría que siempre he sentido predilección por Juan Martínez Montañés y uno que estoy siempre detrás de él y que procuro ayudar a investigar es el Arcipreste de Hita. Estoy convencido de que nació aquí y falta el eslabón de que la hipótesis se convierta en realidad.

–¿Cree que se hace una buena investigación histórica en Alcalá?

–Sí, creo que sí. Pero más que a la pregunta esa le diría que lo que más me enorgullece es que creo que se está haciendo escuela, pues antes investigábamos pues uno, dos… y ahora hay mucha gente que se ha aficionado, sobre todo joven, por haber promocionado esto en los centros de enseñanza.

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–¿Con quién se siente mejor con socialistas o con populares?

–Con esta pregunta me tengo que sonreír. Llevo a gala y presumo de que me he llevado estupendamente con todos; es decir, que no he sido egoísta en el sentido de buscar para mí, sino que me han pedido ayuda tanto unas corporaciones como otras y, por encima de todo, lo importante es Alcalá y tengo que decir una cosa que merecen todos, todos los gobernantes, y especialmente los alcaldes que se llevan todos los palos encima, merece quitarse el sombrero y ser reconocidos por todo el mundo.

–¿Cuáles son los privilegios de un cronista oficial?

–Ninguno. Se cree la gente que tengo un sueldo, pero esto es un cargo honorífico y gratuito y el pago es el honor de serlo, pero nada más; bueno y el hecho de que me reconozcan como hijo predilecto es una maravilla.

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-¿Cree que, alguna vez, las fuentes investigadas han sido falsas?

–Nunca te puedes fiar de una sola fuente, hay que contrastar y muchas veces hemos pecado todos en la investigación. Una de las lecciones que hay que dar a esta gente nueva es que antes de afirmar una cosa hay que contrastarla. Y a pesar de todo siempre se puede meter la pata.

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