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Roberto Quintana, esta semana en la sede baezana de la UNIA. IDEAL
«Los cursos tienen el perfume de las relaciones de la creación escénica»

«Los cursos tienen el perfume de las relaciones de la creación escénica»

Entrevista a Roberto Quintana, director de la Escuela de Teatro de la UNIAen Baeza | El responsable de la programación destaca la presencia de grandes nombres como Mario Gas, Sergio Belbel, Antón Valen o Andrés Lima

antonio ordóñez

JAÉN

Domingo, 8 de julio 2018, 19:04

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Roberto Quintana conoce desde dentro los cursos de teatro que se organizan estos días en laUNIA. Dirige esta escuela de teatro baezana por la que pasarán como profesores grandes nombres de la escena, algo que valora como muy positivo para los asistentes, y la singularidad que presentan estos seminarios frente a la docencia impartida en las escuelas dramáticas durante el año. Del mismo modo, incide en lo apropiado del programa de actuaciones paralelo que se inició la semana pasada.

-La Escuela de Teatro de la Sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en Baeza arrancaba una nueva edición esta semana, ¿qué contenidos se han programado este año?

-El planteamiento general sigue siendo el mismo. Queremos ofrecer un programa que atiende a otros aspectos diferentes a los de las escuelas de teatro. El tema de la enseñanza teatral, sin entrar en temas de calidad, que todo es opinable, está organizado en este país de una manera extraña, desde el punto de vista de que se dan títulos de grado superior pero su estructura es de grado medio […] Nuestra intención, como escuela de verano, es tratar de conectar al alumnado de las escuelas con unos profesionales que por lo general, difícilmente estarían presentes como profesorado de sus centros habituales. Gentes del escenario, que no están disponibles para ofrecer formación durante un curso completo, por sus compromisos profesionales. Es como este año sucede con Sergio Belbel, Antón Valen, Andrés Lima o Mario Gas. Además de conectar al alumno con estos profesionales, en el plano de los contenidos se atiende a esas lagunas que hay en los planes de estudio, no por falta de voluntad, sino por cómo se definen los planes de estudio.

-Hablando de esas lagunas, ¿qué aspectos son a los que se prestarán por tanto atención?

-Pues este año, al igual que el año pasado, se trabajará en las relaciones del actor con el director y con el dramaturgo; y se hará a partir de un lenguaje, que es el del escenario, el de la dramaturgia. Ese lugar en el que se mueven todos los creadores. Y por otro lado, y esta es una idea a nivel personal, quiero empezar a tener contactos con grupos de teatro aficionado. Como digo es una batalla personal, porque creo firmemente en la importancia del teatro aficionado.

El teatro aficionado

-¿En qué sentido?

-Hay otros países de nuestro entorno, como es el caso de Francia, con un movimiento aficionado muy potente, quizá apoyado por los numerosos centros dramáticos regionales. Creo que es clave este teatro aficionado para un país con salud teatral. Es muy respetable que haya un teatro aficionado, aunque aquí parezca que huele mal decirlo, y aplicamos ese calificativo de aficionado en sentido peyorativo. Y es que puede tener la misma relevancia que el que se denomina profesional, la única diferencia es el de la profesionalidad. El profesional vive de su oficio y el aficionado lo compagina con otra labor. El tiempo de dedicación a la creación puede ser incluso el mismo. Es en este sentido en el que quiero empezar una relación con los pequeños grupos aficionados para prestarnos a que aprovechen los cursos si lo necesitan, o ayudarles en todo aquello que nos pidan.

-Vamos, que desde la Escuela de Teatro de Baeza se tiende la mano a esos grupos que a lo mejor otras entidades formativas no atienden…

-Para las escuelas, normalmente, este no es su cometido… Pero aquí no tenemos el corsé de unos planes de estudio oficiales y nos podemos permitir atender cuestiones externas que no tienen recogidas las escuelas profesionales.

-¿Cuál es el perfil del alumnos que se inscribe en estos cursos de Baeza?

-Normalmente son alumnado de escuelas de teatro. Antes solo de Andalucía, pero en los últimos años de otras comunidades, como en esta edición, que hay inscripciones también de Barcelona, Madrid, Murcia, etc. Por otro lado, también hay otros alumnos, del ámbito universitario, de Facultades de Filología o del entorno de la escritura o la literatura dramática. Y por supuesto profesionales del mundo del teatro.

Evolución

-¿Cómo ha ido evolucionando esta propuesta formativa?

-Pienso que esa evolución se ha basado, fundamentalmente, en la nómina de profesores que imparten los cursos, que están por encima de toda duda. Hemos evolucionado o normalizado estos cursos de Baeza, ya no como algo que se produce y punto, sino que se ha afianzado en el sentido académico y profesional. Los cursos se han institucionalizado, y eso a mi modo de ver las cosas se debe a esos grandes profesionales que acceden a venir aquí; y a su vez, que ese profesorado acceda a venir añade una garantía en sí misma a los cursos. Además se ha creado también una estructura académica con garantías suficientes. Son cursos de 25 horas, muy bien diseñados, que además se pueden convalidar pues son equivalentes a créditos.

Aportaciones

-Incidiendo en el profesorado de este año, y como buen conocedor de su trayectoria y de su pedagogía, ¿cuál cree que serán las grandes aportaciones que realizarán a esta edición?

-Cada uno de los cuatro profesores, que por cierto tres de ellos repiten, tiene una pedagogía específica y muy atractiva. En los cuatro casos hay un factor de interés añadido, no solo por el contenido que ofrecen en los cursos, o por su trabajo pedagógico, sino por el propio formato con el que diseñan su trabajo. Esto es algo que destacan los alumnos con asiduidad. Es siempre una diferencia respecto a las escuelas, que trabajan siempre de una forma sistemática. Aquí el formato depende mucho de la personalidad del creador.

-Volviendo al plano formativo, ¿son habituales en el país cursos como los de la Escuela de Teatro de Baeza?

-Pues no. Sin ánimo de criticar, no hay una oferta en este sentido. La tendencia es la de las escuelas, con un plan formativo de todo el año. Lo que sí hay es ciertos centros, como La Cuarta Pared, en Madrid, que compaginan la sala con una escuela; o alguna experiencia como la Sala Beckett, en Barcelona… En cierto modo es normal, porque no olvidemos que es difícil contar con un profesorado como el que viene a Baeza, pues suele ser gente implicada continuamente en proyectos profesionales, y entonces no es fácil poder contar con ellos…

-Vamos, que Baeza y la Sede Antonio Machado de la UNIA tienen una joya…

-Pues sí. Y ya no solo por los cursos en sí, sino también porque está muy bien pensado el programa escénico.

-Hablando de eso, ¿qué destacaría de los contenidos que integran este año UniaEscenaBaeza?

-Pues comenzamos con un recital de clásicos del Siglo de Oro, a cargo de María José Goyanes y de mí, que sorprendió al público porque era una dramaturgia con poemas poco usuales, que aportaban como particularidad el tema de la lujuria. Continuó el ciclo con 'Cisneros: la línea de tiza' y continuó con los títeres de 'Cantos Populares' de Eduardo Ocón, un compositor malagueño de mediados del siglo XIX muy desconocido. El día 10 de julio tendremos a Emilio Gutiérrez Caba, con el recital 'Alusiones verbales: del amor' y el día 12 Histrión Teatro nos traerá 'Lorca, la correspondencia personal'. Es una selección muy potente, y por casualidad, la palabra amor se repite en los cursos y en esos espectáculos. Es algo que no se ha buscado, pero que ha surgido. A mí me parece significativo, porque el teatro se basa en relaciones muy especiales entre el público y el actor. El teatro ocurre cuando se encuentra un actor y un espectador, y eso exige una confianza única que ocurre de manera singular y diferente, e implica relaciones personales que no sé si se podrían llamar amor, pero sí son especiales. Esa relación personal también surge entre el actor y su propio personaje. En estos territorios, siempre digo, nos rodeamos de algo que, no se si llamarlo amor es excesivo, pero está cerca sin duda de esa palabra. Y ese amor está presente en las distintas propuestas del programa… Podríamos llamarlo perfume. La edición de este año tiene el perfume de las relaciones que conforman básicamente la creación escénica.

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