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Página de la edición impresa de IDEAL publicada el 1 de febrero de 2012.
Jaén tembló el mismo día y casi con la misma intensidad hace justo cuatro años

Jaén tembló el mismo día y casi con la misma intensidad hace justo cuatro años

El 31 de enero de 2012 un terremoto de 4,4 grados tuvo su epicentro entre Huesa y Quesada a las 15.36 horas, un par de horas antes al que ha sucedido este domingo en el mar de Alborán

L. CÁDIZ/ J. A. GARCÍA-MÁRQUEZ/ J. L. GONZÁLEZ / r. i.

Domingo, 31 de enero 2016, 21:12

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¿Existen las casualidades? IDEAL rescata la información del terremoto que asustó a Jaén hace cuatro años justos. Fue el 31 de enero de 2012 a las 15.36, un par de horas antes de la hora a la que se ha producido hoy: las 17.25. Su intensidad fue de 4,4 grados, muy similiar al de este domingo.

'Temblor y nervios en 21 pueblos', así se tituló la información de entonces (31/1/2012) que le dejamos aquí:

A las 15.36 minutos de la tarde, la tierra tembló. Un terremoto de 4,4 grados en la escala Ritcher, con el epicentro localizado entre los municipios de Huesa y Quesada, daba un buen susto a los vecinos de 21 localidades de toda la provincia, que fue donde se dejó sentir, además de en otras cuatro provincias: Córdoba, Granada, Albacete, Ciudad Real y Murcia. No hubo daños materiales y menos personales, pero en los pocos segundos que duró el temblor, se llegaron a ver muchas escenas de nerviosismo y hasta de pánico. Prueba de ello son las 260 llamadas que, por esta causa, se recibieron en el centro de coordinación de emergencias del 112.

En Quesada tardarán en olvidar los momentos vividos ayer. El tremendo rugido del terremoto provocaba una alarma entre la población como pocas veces se ha vivido. Durante los 10 segundos que duró el seísmo, las vibraciones de lámparas, cristales y muebles provocaban que la gente se echara a la calle para protegerse de un movimiento telúrico desconocido por estas tierras.

Con epicentro en el suroeste de Quesada, cerca de las aldeas de Los Rosales, Tíscar, Don Pedro y Belerda y, próximo también a la vecina localidad de Huesa, la primera preocupación del alcalde de Quesada, Manuel Vallejo, una vez comprobaba que no se habían producido desgracias personales y que los daños materiales eran mínimos, no era otra que averiguar si había habido algún desprendimiento de rocas en unas aldeas enclavadas en medio de la montaña.

Afortunadamente no había sido así y salvo cristales, espejos o jarrones rotos y algunas tejas desprendidas en viviendas del casco antiguo, no se habían producido incidencias de mayores magnitudes. Vallejo manifestaba que dentro de la situación había habido suerte con que el epicentro estuviera en una profundidad superior a los 5.000 metros de superficie: «Eso posibilitó la pérdida de intensidad».

Pero el susto no lo quita nadie. Una mujer de la quesadeña calle Teatro aseguraba que el terremoto le pilló comiendo: «Vibraba todo a tanta velocidad que lo único que se me ocurrió fue lanzarme a la calle. Por mi mente pasó como un relámpago lo sucedido en Lorca». Lo mismo les sucedió a los comensales de Casa Luciano, uno de los restaurantes de la zona. Una trabajadora del local afirma que los clientes salieron de estampida y cuando todo pasó regresaron, «pero la comida no pudieron saborearla».

A los mayores de la residencia Francisco Ortiz les cogió echando la siesta. La falta de movilidad les impidió tomar la calle, aunque sí pudieron alcanzar el pasillo. Incluso algún asistido diagnosticado de inmovilidad casi completa sorprendió a las cuidadoras por la presteza con la que se puso en pie.

En la Casa de la Cultura, la bibliotecaria se hallaba en el ejercicio de sus funciones: «Me encontraba en la primera planta, que es donde está la biblioteca. Notaba que el suelo se movía, pero los libros permanecían sólidos en sus estanterías». En cambio, empleados del centro cultural que estaban en otras dependencias creyeron que lo que precisamente se estaba hundiendo era la biblioteca.

Quienes menos notaron las incidencias del terremoto fueron los aceituneros que trabajan en la recolección de aceituna. Algunos incluso se lo tomaban con cierta gracia. Un senegalés que recolecta en la zona conocida como Cañada del Hospital, manifestaba que las aceitunas se movían tanto que durante unos segundos no hizo falta ni las máquinas vibradoras.

Zona de riesgo

Aunque en Quesada los más viejos aseguran que un movimiento sísmico así no se había sentido en los últimos cien años, lo cierto es que el municipio se encuentra en una zona de riesgo y no sólo porque de los 27 terremotos más importantes ocurridos en España desde 1048, 17 de ellos han sucedido en Andalucía, sino porque dentro de la provincia, Quesada aparece señalada como zona de incidencia en este tipo de manifestación de la naturaleza.

La prueba, como dice su alcalde Manuel Vallejo, es que en la provincia de Jaén solo hay establecidos dos sismógrafos: Uno es en Baños de la Encina y el otro en Quesada. Concretamente el sismógrafo de Quesada está ubicado en la Cueva de los Santos, cerca del lugar en el que se registró el epicentro del movimiento telúrico sufrido en la tarde de ayer.

En Cazorla, otra de las zonas donde el temblor se dejó sentir considerablemente, los vecinos tampoco dudaron en lanzarse inmediatamente a la calle.

Los gritos de pánico y las risas nerviosas o de alivio se oían por doquier al abrir las ventanas. Una vecina, ya con el abrigo puesto preguntaba si lo mejor era salir a la calle o permanecer bajo una mesa: «no sabíamos qué hacer, aunque creo que en estos casos lo mejor es correr a la calle por si se produce alguna réplica».

En una de las plazas más céntricas de Cazorla, la de Andalucía, un grupo de personas explicaba que éste «había sido el terremoto más potente de los últimos diez años» y que algunos familiares, especialmente los más mayores, «habían sentido verdadero pánico y solo querían salir a la calle aunque el suceso ya hubiera pasado».

Ya de vuelta al trabajo, en horario de tarde, no se hablaba de otra cosa. Peripecias de unos y otros en esos larguísimos 4 o 5 segundos. En una oficina uno de los trabajadores comentaba que en ese mismo instante, durante un noticiario, !estaban pasando un reportaje sobre las distintas posibilidades de una extinción humana, con meteoritos, tsunamis y terremotos». Otro compañero comentaba «las altas posibilidades de un movimiento de tierra de graves consecuencias en algunas zonas de Cazorla».

Finalmente, todo quedó en un susto y las sucesivas réplicas que siempre acompañan a un movimiento sísmico de este calado ni siquiera fueron sentidas por la población. De todos modos, todavía se mantiene un recuerdo cercano de lo ocurrido hace un año en la población murciana de Lorca, y cada incidente de este tipo no hace más que refrescarlo.

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