La Guardia Civil, el primer 'choque' con la realidad que tiene una mujer maltratada
El Emume es un equipo especializado que interviene en los casos más graves y que trabaja en la formación de los agentes, y en la sensibilización de la sociedad
Hace ya dos años que el subteniente Alfonso Lomas, y su compañero del Emume (Equipo Mujer Menor), el cabo primero Juan Moreno, vivieron uno de ... los momentos más satisfactorios de su carrera, y eso que el primero lleva más de 40 años en la Guardia Civil, y el segundo, está a poco de alcanzar esa cifra. Habían recorrido medio país con un coche piloto, el corazón en un puño, y una juez pegada al teléfono para conocer e informar, en tiempo real, de cualquier novedad que pudiera ocurrir.
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Dos días antes de ese viaje, un hombre de Alcalá la Real, había cogido a sus tres hijos, de 11, 4 años y de 19 meses, y después de varias discusiones con la madre, los había montado en el coche y había conseguido llegar hasta Portugal. A la mayor, que llevaba al bebé en brazos porque todos iban sin silletas, la había amenazado durante todo el viaje con que si decía algo mataba a su madre y a sus abuelos.
Tras ser detenido en Portugal, los dos agentes de la Emume viajaban en busca de los niños. «Cuando llegamos y vimos a nuestros chiquillos allí, de la mano de su madre, que ya había llegado...», recuerdan los dos y no terminan la frase, pero la cara de satisfacción lo dice todo.
La Guardia Civil creó el Emume en el año 1995, antes de que naciera la Ley Integral contra la Violencia de Género. Cuando ésta se puso en marcha marcó la exigencia de que los cuerpos policiales tuvieran una unidad especializada en violencia de género y se decidió que sería el Emume. Hay que recordar que salvo en los municipios de mayor tamaño y la capital, donde las competencias las tiene la Policía Nacional, en el resto de la provincia interviene siempre la Guardia Civil.
El primer contacto de una mujer maltratada es siempre con las unidades de Seguridad Ciudadana, o lo que es lo mismo, en los cuarteles de cada pueblo. Si el caso presenta una gravedad mayor, se deriva a los equipos de policía judicial, que tienen cobertura comarcal y que están en Bailén, Andújar, Baeza, Martos y Villacarrillo. En cada uno de esos equipos hay dos personas especializadas en violencia de género.
Y en los casos de muerte o agresiones muy graves, interviene el Emume, que tiene un equipo de seis personas. Si se ha asesinado a una mujer, su trabajo es reconstruir todo lo ocurrido de cara al juicio, pero no limitándose a la acusación de homicidio. «Buscamos testigos en su entorno familiar o en sus amistades. Esas son las personas que más información te aportan. Si el autor sigue vivo para someterse a un juicio, también habrá que averiguar si cometió agresiones sexuales dentro del matrimonio, lesiones, violencia doméstica habitual. Es la parte que menos se ve, pero si ha ocurrido hay que ponerlo de manifiesto», explican.
Un herramienta clave en su trabajo es el Viogén, el sistema informático que, bajo un análisis empírico de cientos de miles de atestados policiales, marca el nivel de riesgo que sufre la víctima. El guardia civil que ha investigado el caso debe decir si está conforme con el mismo o no, y tiene posibilidad de subirlo, pero nunca de bajarlo. En función de ese nivel de riesgo, a la mujer se le ofrece una medida de protección u otra. En los casos de riesgo extremo, se llega a la vigilancia permanente de la víctima durante 24 horas. Eso sí, es fundamental que la mujer conozca y participe en su propia seguridad, según explican.
Desde su experiencia, ambos agentes creen que cada vez hay una mayor sensibilización en el mundo rural, que es donde la Guardia Civil actúa principalmente. «Se ha trabajado mucho, solo el año pasado dimos 700 charlas en los institutos de la provincia». También defienden la formación de la Guardia Civil en los temas de violencia de género, y hablan de la importancia de esta cuestión porque ellos son el primer 'choque' con la realidad que tiene una víctima, ya sea la mujer o los hijos. «A raiz del año 2015, que se modificó la Ley de la Infancia, y estableció que por presenciar los hechos, los niños son también víctimas, nosotros los tratamos siempre como tal, aunque con cuidado de que no haya una doble victimización. No podemos tener a un niño o una niña pequeña contando una y otra vez la historia. Es en el escalón judicial cuando deben oír esos testimonios».
«Cuando damos formación siempre les pedimos, a las unidades de Seguridad Ciudadana, que sean meticulosos. Hay veces que las escenas que los agentes se encuentran, al ser los primeros en llegar, hablan por si solas, no hay que preguntarles a los niños, pero sí describir lo que han visto en su atestado, porque puede servir a nivel judicial».
«Las víctimas de violencia de género no son lo mismo que el resto. Si me roban la cartera o me pinchan las ruedas, se que voy a denunciar. Esta víctima no, a esta le cuesta mucho dar el paso, dependiendo de el tiempo que lleve maltratada, de si tiene independencia económica, del temor a perder a sus hijos. La parte humana y la profesional no la puedes desligar, pero lo importante es hacer todo lo que está en tu mano para irte a casa tranquilo», aseguran.
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