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La italiana María Cristina, cuarta por la izquierda, posando con sus amigas en La Carrera. IDEAL
Tranquila, barata y amable: la imagen que tienen los Erasmus de Jaén

Tranquila, barata y amable: la imagen que tienen los Erasmus de Jaén

La ciudad era desconocida para estas tres chicas de México, Colombia e Italia, pero tras la experiencia la recomiendan a todos sus compañeros

LAURA VELASCO

JAÉN

Domingo, 4 de noviembre 2018, 02:25

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Dejaron atrás México, Colombia e Italia para vivir una experiencia que sabían que sería inolvidable. Lo fue, incluso más de lo que esperaban. Pusieron el dedo en la bola del mundo y Jaén fue el destino elegido para hacer su Erasmus. Sabían poco o nada de la ciudad antes de venir, pero al partir de vuelta su percepción había cambiado por completo: gente amable, buen clima, un nivel de vida barato y un paisaje precioso son los recuerdos que estas exErasmus se llevan de la capital jienense.

Daniela Correa, de Ciudad de México, tiene actualmente 25 años, y realizó su Erasmus en Jaén hace dos años. La eligió por ser una ciudad «barata», y solo sabía de ella antes de venir «que había un castillo en lo alto de la colina». Admite que la imagen que se llevó de la misma fue diferente a la que inicialmente tenía. «Mi experiencia en sí fue aprendizaje y no solo escolar. Aprendí de otras culturas, tradiciones, costumbres y me sirvió para valorar mi propio país. En lo escolar fue muy interesante ver otras maneras de enseñar y cómo se manejan los negocios en otra parte del mundo», recalca la mexicana, que agrega que todas las personas que conoció «fueron muy amables y hacen que te enamores de su ciudad». «La gente de Jaén está dispuesta a ayudarte y a hacerte conocer su cultura o lugares tradicionales. Se lleva la vida tranquila», apostilla.

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Lo mejor de Jaén, a su juicio, que todo está cerca, por lo que el ahorro en transporte es significativo. «Queda cerca de otros lugares como Granada, Sevilla, Córdoba, etc., por lo que es fácil moverse, es relativamente barato al resto de Andalucía», indica. Así, viajó varias veces a Granada, su «lugar favorito», además de a Sevilla, Córdoba, Madrid, Huelva, Toledo, Barcelona, Valencia, Gibraltar y Consuegra.

Lo peor de Jaén: las tiendas de conveniencia -establecimientos para hacer compras rápidas que suelen estar abiertos más horas que los supermercados- cierran temprano «y si quieres comprar algo de noche es más complicado».

En su caso, compartió piso con otras tres compañeras, algo «agradable», ya que eran de diferentes nacionalidades. «Aprendes parte de su cultura y su manera de ser», recalca. En cuando a la Universidad de Jaén (UJA), señala que es «una buena universidad que recibe con los brazos abiertos a todo estudiante».

Por último, admite que de volver a elegir destino de Erasmus, ese sería Jaén. «Es una ciudad de la cual tengo muy bonitos recuerdos y donde hice muchas amistades, donde tuve experiencias que me hicieron crecer y madurar como persona», concluye.

Una ciudad tranquila

Desde Cartagena (Colombia) vino Carolina Isabella Obregón, de 22 años de edad, para hacer su Erasmus en Jaén el curso pasado. Después de «muchas búsquedas» encontró este destino que fuel el que más le llamó la atención. Cuando se disponía a venir solo sabía que aquí había «olivos, olivos y más olivos», que era una pequeña ciudad muy tranquila y que había crecido bastante el número de estudiantes de intercambio. Al llegar, comprobó que el autobús era «casi innecesario, y menos aún los taxis».

«Mi experiencia fue grata, aprendí cosas de mí que no pensé que tenía, tanto buenas como malas. La ciudad me dio la oportunidad de descubrirme y tener un poco de independencia, no me arrepiento para nada de elegirla», destaca.

Cree que lo mejor de la ciudad es «la seguridad, la buena actitud de las personas, la cercanía de las cosas, la economía y el clima». «Lo que no he podido comprender es la poca tolerancia de vecinos al ruido, el hecho de que una simple charla después de 00:00 horas puede generar disputas o que la respuesta de supuestos escándalos fuera llamar a las autoridades. Lo único de lo que podría quejarme de Jaén sería eso, algo que no solo me frustraba, sino que me quitaba mi felicidad y comodidad», destaca.

En cuanto a los jienenses, cree que son «amables, queridos y muy conversadores». «Sentí que compartían mucho de la personalidad de mi gente en Cartagena, las personas mayores te tratan como si fueras su nieta y te cuidaban como tal», indica. Compartió alojamiento con otras cuatro chicas españolas, que fueron «hermosas y muy solidarias». «Comprendían mucho mi situación como extranjera y algo que siempre admirare de ellas fue su virtud de hablar siempre las cosas antes de discutir, aún hablo con la mayoría y son una de mis razones para volver a Jaén y visitarlas. Por supuesto que teníamos discusiones y muchas veces podíamos tener una mala semana, pero volvería a vivir con ellas», agrega.

A juicio de Carolina Isabela Obregón, la UJA «tiene unas instalaciones hermosas y muchas actividades». «Mi única dificultad fueron los nombres y números de los edificios, que aún no he podido comprender, y la pagina de la universidad, que fue un dolor de cabeza para mí», destaca. En su caso, durante su estancia viajó a Granada, Úbeda, Baeza, Madrid, Barcelona, Cádiz, Málaga, Sevilla, Toledo, Segovia, Salamanca, Ávila, Alicante, Murcia e Ibiza, pero cree «que no fue suficiente».

El 'anonimato' de Jaén

La italiana María Cristina Cosentini, de 24 años, procedía de una pequeña ciudad del sur, Catanzaro. Sus compañeras de universidad le recomendaron Jaén por ser una ciudad tranquila para vivir donde la facultad funcionaba bien, por lo que se decantó por pasar seis meses de su Erasmus el curso pasado en la tierra del olivar. «No me arrepentí de mi decisión, en realidad me enorgullece», destaca.

Antes de aterrizar conocía Jaén «solo por el nombre». «No tenía expectativas sobre nada, ni de la ciudad, ni de la gente. No es una ciudad famosa, por eso sentía más curiosidad de conocerla. Me gusta el 'anonimato', buscar y descubrir. Esto es lo que hice. Cuando la gente piensa 'me voy a España de vacaciones' no piensa en Jaén como destino principal. Y cuando en general se piensa en España, no se piensa en Jaén. Ahora, para mí, pensar en España significa pensar en Jaén», agrega.

Así, dejó su pequeña ciudad del sur de Italia para trasladarse a otra pequeña ciudad del sur de España. «Solo quería vivir esta experiencia de la mejor manera posible, y así fue. Antes de regresar definitivamente a Italia la imagen que tenía de Jaén era, por supuesto, más 'llena' que aquella que tenía antes de venir. Ahora a Jaén me une uno de los periodos más felices de mi vida. Estoy muy agradecida a esta pequeña ciudad», indica.

Así, la italiana relata que vivir aquí fue «decisivo» tanto para su formación como para su persona, y cuando recuerda la experiencia vivida sus ojos «se llenan de lágrimas de emoción». Así, aquí hizo todo lo que hacía en Catanzaro, su ciudad natal: estudiar, jugar al baloncesto, hacer voluntariado, etc.

En cuanto a la gente, para ella fue «una oportunidad y una suerte muy grande» conocer ciudadanos de Jaén, en particular, Silvia y Peter, que le permitieron vivir «la verdadera realidad de la ciudad». «Para ellos eran lugares comunes pero eran importantes para mí, me hicieron penetrar en el corazón de la ciudad. Podía mirarla con ojos diferentes. La realidad de Jaén la sentí como mía. Gente de todo el mundo, los viajes, las fiestas, la música, la guitarra, las cenas de alegría, las tapas, los cumpleaños, los botellones, las verdaderas relaciones que he construido. Todo perfecto. La familia que hemos creado. Lo digo en plural porque mi Erasmus no podría ser el mismo sin mi grupo. Nada pasa por casualidad, y creo que el Erasmus son las personas, y ellas, en particulares, fueron mi Erasmus: Giulia, Federica, Martina, Valeria, Alessia, Chiara, Serena y Salvatore. Mis compañeras de Erasmus, ahora mis compañeras de vida», explica emocionada.

Quizás por trasladarse del sur de un país a otro, María Cristina siempre se sintió en casa, y cuando piensa en Jaén automáticamente piensa en su ciudad natal. «Defino Jaén como una 'Catanzaro de España'. Creo que por eso me sentí así, bienvenida, acogida. Ahora, en mi corazón y en mi vida hay dos casas, Catanzaro y Jaén», insiste.

La hospitalidad jienense

Para ella, lo mejor de vivir en Jaén es la hospitalidad, ya que se trata de «un pequeño lugar del mundo que puedes sentir como tuyo». «Podría parecer presuntuosa, pero me siento un poco jienense», argumenta. «Una vez me preguntaron: 'Cristina, ¿qué es lo que más te gusta de Jaén? Podría contestar muchas cosas, la Catedral (maravillosa para mí), el Castillo, los Baños Árabes... Pero pensé que estas son lugares de intereses general, objetivos. Todos dirían que son muy bonitos. Por eso contesté: 'la calle', precisamente por la gente. Sin duda, mi lugar favorito de Jaén es la calle», explica.

En cuanto a lo negativo, cree que está lejos del resto de ciudades españolas. «Cuando he viajado he hecho siempre muchas horas en el autobús. Pero aquellos olivares alrededor de la ciudad son un paraíso, y al ser tierra interior de Andalucía es aún más única, porque para descubrirla tienes que alcanzarla», detalla.

Admite que quiere «muchísimo» a la gente de Jaén, «siempre amable, disponible, llenas de vida y gentil». «Me sorprendieron en particular los conductores de autobuses, muy amables. Los españoles tienen una bella forma de vivir, y eso me encantó», destaca.

En su caso, vivió en un piso con una chica italiana, Giulia y dos chicas mexicanas, Diana V. Y Diana K. «Fue genial. Sobre todo para el idioma y para conocer otras maneras de vivir. Algunas veces pienso que ahora vivimos en dos partes del mundo opuestas, pero estamos bajo el mismo cielo. Nuestro piso era el piso del 'domingo', porque siempre se comía mucho y con mucha gente. Los del sur somos así», bromea.

Además, la UJA le gustó «muchísimo», y destaca que el campus es «verde, grande, operativo y dinámico». «Yo estudio Derecho, y fue importante para mí conocer las diferencias que hay entre nuestros ordenamientos. Tenemos un sistema de universidad y de estudio un poco diferente, algo que para mí fue muy formativo e interesante, en particular las prácticas que se hacen en todas las asignaturas. Los profesores estuvieron siempre disponibles con nosotros los Erasmus y nos cuidaron. Estoy satisfecha con los exámenes que hice. Este año la UJA ha celebrado sus 25 años, y me siento afortunada de haber hecho el Erasmus en el año de su cumpleaños», recalca.

Como tantos otros Erasmus, esta italiana viajó «muchísimo». «Cádiz, Granada, Valencia, Gibilterra, Madrid, Alicante, Murcia, Málaga, Córdoba, Sevilla. Y también África, me fui a Marruecos y pasé una noche en el desierto del Sáhara. Una experiencia indescriptible. Me encantó. Me encanta España y quiero viajar. Creo que es la mejor manera para entender el mundo. Viajar te abre la mente y el corazón. Te regala nuevos ojos y una otra perspectiva de vida. Te ayuda a descubrirte a ti misma. Viajar te cambia», explica.

Por último, cree que el Erasmus «renueva» a las personas, la experiencia vivida en Jaén fue «maravillosa» y no la cambiaría por nada. «Erigiría siempre Jaén. Es un destino que estoy aconsejando a mis compañeros de universidad que quieren ir de Erasmus. Si pudiera, me iría ahora mismo. Echo de menos todos los días a Jaén y España. Esta experiencia fue intensa, fuerte y maravillosa porque solo duró seis meses. Todo fue concentrado, y por eso único. Cuando alguien piensa que el Erasmus es una paréntesis de vida o una vida paralela a la tuya, yo contesto que no es así, porqué el Erasmus no es un momento de tu vida, es tu vida en aquel momento. El viaje no se acaba nunca. Erasmus una vez, Erasmus para siempre. Gracias España. Gracias Jaén», concluye la italiana.

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