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Juan Francisco Ramírez, administrador de la Hermandad Piedad y Estrella, durante su pregón de Semana Santa en el Teatro Infanta Leonor. CÉSAR CARCELÉN
Suspiros costaleros en atardeceres de cera

Suspiros costaleros en atardeceres de cera

Juan Francisco Ramírez, de la Hermandad de la Estrella, pronunció un emotivo pregón de Semana Santa | Alusiones a su pasado cofrade, a las hermandades y alguna que otra crítica en un discurso que preparó al público para los días grandes que se avecinan

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Lunes, 19 de marzo 2018, 02:17

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Prosiguen los actos de Cuaresma y llegan casi al culmen con el pregón de Semana Santa 2018, con el que los cofrades abrieron ayer boca de cara a los días grandes que se acercan. A solo seis días para el Domingo de Ramos, Jaén volvió a demostrar su pasión cofrade en el Teatro Infanta Leonor. Este año, el esperado discurso corrió a cargo de Juan Francisco Ramírez, administrador de la Hermandad Piedad y Estrella. Al acto acudieron el alcalde de Jaén, Javier Márquez; la subdelegada del Gobierno en Jaén, Francisca Molina; el obispo de Jaén, Amadeo Rodríguez Magro; el presidente de la Agrupación de cofradías de Jaén, Francisco Latorre; o la pregonera del pasado año, María José Chica -primera mujer en pronunciarlo en Jaén-.

Precisamente ella fue la encargada de presentar a Juan Francisco Ramírez, quien ofreció un expresivo discurso que comenzó precisamente con el último hito de la Semana Santa: la resurrección. En él, desglosó los 14 sentimientos que le evocan Jaén y sus días grandes, con alusiones a sus barrios, sus cofradías y sus gentes.

Tras agradecer haber sido propuesto para pronunciar el discurso, el pregonero recordó que en 2011 ya pregonó el tiempo de Gloria. Admitió haber sido llamado «sevillano» por defender «otros estilos» para la Semana Santa jienense. Palabras tuvo también para la Hermandad del Perdón, a la que pertenece la anterior pregonera, María José Chica. Incluso detuvo su discurso para ofrecerle un ramo de flores y un sentido abrazo.

«Es la hora de anunciar a Jaén, qué atesoran sus barrios, en esos atardeceres de cera, por sus calles y plazuelas cuando se perfuman de incienso, de suspiros costaleros, para que sus cristos y sus vírgenes remansen su pena, al calor de unos aromas a flores y a cornetas», relataba. «Que la humildad y la entrega es la mejor lección de amor entre cristianos», continuaba el administrador de la Cofradía de la Estrella, que en ocasiones vio sus palabras acompañado de los violines de la Banda municipal de Jaén.

No todo fue poesía: en el discurso de Juan Francisco Ramírez también hubo lugar para la crítica y el análisis. «Muchos hijos jaeneros que hoy se identifican con este nuevo modo de llevar los pasos, y hay cofradías que se ven en la tesitura de tener que elegir porque el patio no está sobrado de costaleros y una gran mayoría de los que hay quieren estos modos. Cuando estos debates llegan a la calle siempre me pregunto: ¿qué debe primar, los modos o que salgamos a la calles a rezar? No olvidemos que llevamos haciéndolo 500 años y no siempre los modos habrán sido los mismos y aquí estamos. Dejemos pues que sean las juntas de gobierno las que gobiernen, lo demás son opiniones», indicó en referencia a los cambios en aspectos como la forma de llevar los tronos. «Ya le he dado tema de conversación a algunos para mañana», bromeaba tras esas palabras.

Dedicó palabras a las distintas hermandades. «Madrugada de saetas que traspasan sentimientos, que rompen las gargantas cuando suspiran quebradas, que esa cruz que llevas cargada, mi Jesús de los descalzos, le duele a los jaeneros como un jirón en su alma», señaló sobre la 'madrugá' jienense, para hacer después referencia a sus comienzos cofrades en San Ildefonso. Y, por supuesto, sin olvidar uno de sus momentos más especiales: la salida en procesión de su Hermandad y Estrella.

Otros actos de Cuaresma

Además del emotivo discurso, los actos de Cuaresma se completaron estos días, entre otros, con el Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Expiración en San Bartolomé de la capital, el pregón de la Soledad a cargo de Jesús Pegalajar o el de la Santa Cena a cargo de Tomás de la Torre.

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