Jaime Lillo, director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional
«Por primera vez se reconoce la capacidad de la agricultura de secuestrar carbono»El 13 de marzo da una conferencia en Jaén en la presentación de la Cátedra Pieralisi-UJA vinculada al sector oleícola
Ascensión Cubillo
Jaén
Domingo, 10 de marzo 2024, 23:04
Jaime Lillo es director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional (COI) desde el 1 de enero de 2024, un cargo que por primera vez asume un ... español, tomándole el relevo al tunecino Abdellatif Ghedira. Madrileño de nacimiento, ingeniero Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid y especializado en economía agraria, Jaime Lillo tiene más de 25 años de experiencia profesional.
Ha desempeñado distintos cargos en el Ministerio de Agricultura español, la Comisión Europea, la Representación Permanente de España ante la Unión Europea y el COI, organismo en el que con anterioridad fue director adjunto entre 2016 y 2023.
Lillo dará una conferencia en la Universidad de Jaén (UJA) el 13 de marzo en un seminario en el que se presentará la Cátedra Pieralisi-UJA de Estudios Económicos e Históricos de la Empresa Oleícola, vinculada a la modernización y transformación del sector oleícola en su conjunto.
–Jaén es una de sus primeras visitas ya como director ejecutivo del COI. ¿De qué hablará en su conferencia?
–Haré una presentación del COI porque no es tan conocido, aunque me centraré en una visión de futuro. Para mí es una gran ocasión poder estar en Jaén, que es la referencia mundial en aceite de oliva, e intercambiar opiniones con las cooperativas, los empresarios y los agricultores, en definitiva, escucharlos, con la idea de acercar el COIa la realidad del sector. Esto es algo necesario y quiero hacerlo en Jaén, por eso quiero aprovechar el encuentro para hablar de cuál es la situación actual, de qué es el COI y qué pensamos hacer, y contrastarlo con ellos.
–¿Qué es el COI?
–Es un organismo internacional creado bajo el auspicio de Naciones Unidas hace 65 años. Los miembros del COI son países, principalmente productores, y en la actualidad hay 45 miembros; los 27 países de la UE actúan como un único miembro. Esto supone en torno al 95% de la producción mundial.
–¿Qué funciones tiene?
–El COI se creó para favorecer la olivicultura, la calidad de sus productos, —el aceite de oliva y la aceituna de mesa—, y facilitar su comercio. Una de las cosas principales que hacemos es la norma internacional del aceite de oliva, que facilita los intercambios cuando hay exportaciones. Para definir qué es un aceite virgen extra, virgen o de orujo hay unos parámetros fisicoquímicos y organolépticos. En el caso de los vírgenes hay unos métodos de análisis y unos laboratorios que reconocemos. También hacemos un reconocimiento de la calidad mediante el premio internacional Mario Solinas, de hecho la semana pasada estuvimos seleccionando los aceites.
Otra labor importante que hacemos en el COI va ligada al binomio aceite de oliva y salud, lo que ha facilitado en buena medida la expansión del consumo a nivel internacional. Así, se han hecho grandes campañas de promoción dando a conocer el producto en países como Estados Unidos, Canadá, Japón o China.
–¿Qué nuevas iniciativas hay?
–Tienen que ver con los temas medioambientales de la sostenibilidad y, en particular, del cambio climático porque vemos que es un problema de actualidad. Por primera vez desde que tenemos datos históricos observamos dos campañas cortas consecutivas, y esto a pesar de las nuevas plantaciones y de las nuevas técnicas de producción.
Se está perdiendo la tendencia de crecimiento, de producción y de consumo que traíamos en los últimos 15 años; estamos enfrentando un reto importante que es el cambio climático.
–¿Cómo afecta el cambio climático al olivar?
–En el caso del olivar vemos sobre todo la escasez de agua y que las mayores temperaturas están afectando particularmente a la floración del olivo. Esto tiene mucho que ver con las cosechas cortas en los países mediterráneos. En este sentido, queremos impulsar un trabajo de adaptación del cultivo a todos los niveles. Análisis de las distintas variedades genéticas con las colecciones internacionales de olivo reconocidas por el COI, como las que tenemos en Córdoba y en Marrakech, y su adaptación a este clima. Otra parte importante tiene que ver con las prácticas de cultivo, la gestión del suelo, la poda y muy especialmente la gestión del agua como recursos escaso, pero necesario.
Avanzar hacia la descarbonización o a la neutralidad de carbono son los objetivos que nos hemos marcado en la línea de contribuir a la solución del cambio climático. Aquí el olivar tiene una parte importante que pensamos que hay que reconocer. Por eso es otra línea de trabajo que vamos a impulsar.
–El olivar como sumidero de dióxido de carbono (CO2), ¿no?
–Efectivamente. Queremos armonizar la metodología para poder cuantificar el balance de carbono y ofrecer a los olivicultores una herramienta de fácil manejo para calcular el de sus explotaciones. De tal manera que podamos avanzar en las mejores prácticas que contribuyan a mejorar los balances, pero que también podamos ayudar a comunicarlos para que el consumidor lo sepa.
En Jaén es muy evidente, pero hay consumidores en el mundo que no saben que detrás de una botella de aceite de oliva hay un auténtico bosque domesticado secuestrando CO2. Eso hay que explicarlo, cuantificarlo y explorar la posibilidad de monetizarlo, dándole a los agricultores la posibilidad de tener un ingreso adicional por el CO2 absorbido por su olivar.
–¿Para eso se creó en 2012 un grupo de expertos?
–Sí. En 2012 se empezó a trabajar en los primeros estudios del balance. En 2017 publicamos la primera aproximación a un balance de carbono desde el COI, que yo por entonces ya estaba como director adjunto, y lo presentamos en la COP de Marrakech de 2022, donde dimos la primera estimación media: producir un litro de aceite de oliva captura 10,65 kilos de CO2 de la atmósfera.
Ahora tenemos que desarrollar esto mejor porque el panel internacional del cambio climático, en su estudio de progreso del año 2023, reconoció por primera vez la capacidad de la agricultura de secuestrar carbono. Hasta ahora se miraba la agricultura para reducir sus emisiones, pero a través de lo que llaman 'carbon farming' o cultivo de carbono, se reconoce su capacidad de absorción del CO2.
–¿Cómo es la relación del COI con la Universidad de Jaén?
–Muy estrecha, entre otras cosas porque es un centro de investigación de referencia internacional en materia de olivar y aceite de oliva. Todos los años hacemos un curso de especialización en calidad de aceites de oliva donde viene gente de todo el mundo, muchos de ellos becados por el COI. Es un curso muy demandado y con mucho éxito.
Además, el año pasado pusimos en marcha en colaboración con la UJA el primer sitio web de referencia sobre olivar y sostenibilidad. Ellos tienen las líneas de investigación sobre sostenibilidad más avanzadas ahora mismo. Por otro lado, en junio vamos a hacer un seminario internacional sobre la valorización de coproductos del olivar.
–Con la subida de precios del aceite por las dos malas cosechas consecutivas se teme que los consumidores cambien de grasa. ¿Qué percepción tienen en el COI?
–Nosotros observamos que todo el aceite que se produce se consume. La producción y el consumo en los últimos 20 años se ha duplicado porque cada vez hay más consumidores, y países como Estados Unidos, Canadá, Brasil, China, Japón y Australia están tirando fuertemente del consumo. En una situación de precios altos como la que hemos tenido, el consumo se ha visto reducido en mayor medida en los países donde el consumo per cápita es más alto, es decir, los países mediterráneos. En el caso de España o Italia ha habido retroceso porque hay precios altos y menos aceite, mientras que en otros países no ha sido tan fuerte.
–Insiste en que hace falta estabilizar los precios.
–Claro. Veníamos también de tres o cuatro campañas anteriores de precios extraordinariamente bajos y lo que nosotros observamos es una gran variabilidad en los precios. Debemos avanzar hacia una mayor estabilidad de precios y razonables, que permitan retribuir el valor del producto extraordinario, pero también que sea asequible para todos los consumidores.
–También es importante la promoción del aceite desde la perspectiva de la salud.
–Sin duda. La UJA hará en mayo un congreso sobre aceite de oliva y salud, al que por cierto me han invitado para la inauguración. Hay que seguir trabajando en dar a conocer las extraordinarias propiedades del aceite de oliva en materia de salud y prevención principalmente de enfermedades crónicas y cardiovasculares: demencia, cáncer, entre otras. Esa labor la seguimos acompañando e impulsando desde el COI.
–Dice que el mundo del aceite de oliva atraviesa un momento complejo pero apasionante, ¿por qué?
–Porque conjuga virtudes increíbles y maravillosas, desde la tradición, la cultura y el paisaje hasta las relacionadas con la salud y el medio ambiente. Cómo un producto que es delicioso contribuye a alimentar al planeta de una manera más saludable y sostenible. El reto me parece apasionante.
Ahora bien, es complicado porque el sector tiene una inestabilidad de precios muy acusada. Estamos asistiendo a una auténtica globalización del consumo y eso lleva aparejado también retos adicionales y por todo ello entraña una complejidad.
–Al hilo de la mención de la cultura como una de sus virtudes, ¿conoce la candidatura de los Paisajes del Olivar a Patrimonio Mundial de la Humanidad?
–He tenido conocimiento y me parece una muy buena iniciativa porque es un paisaje único que merece un reconocimiento internacional. También pienso que es un paisaje vivo y es importante tener la idea de que la olivicultura es tradición y paisaje, pero también innovación y modernidad.
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