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Miércoles, 11 de octubre 2017, 00:15
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Una feria «comunitaria». De esas en las que las casetas se abren al público. De la filosofía del 'cuantos más, mejor'. En las que comer y beber gratis -o al menos sacar alguna copa- no es misión complicada. Así es la Feria de San Lucas, que vuelve a iluminar Jaén del 14 al 22 de octubre.
Porque el encanto de Jaén es que lejos de excluir, acoge. «Es muy hospitalaria. Últimamente puede apreciarse el efecto 'sevillanista', con casetas de cofradías que también tienen su gracia. Pero además están las corporativas, las profesionales, las políticas, las sindicales... Si fueran privativas sería negativo, pero no lo son. Es una feria comunitaria», asegura Felipe Morente, catedrático de Sociología de la Universidad de Jaén (UJA).
Hablamos, según el experto, de unas fiestas que han cambiado mucho, sobre todo en dos aspectos. El primero, el carácter. En antaño, era una feria de ganado, en la que también había 'cacharritos'. Muy rural, pero sin perder el toque festivo. Uno de sus platos fuertes era el concurso de hípica que durante años atrajo a decenas de personas al ahora llamado parque de la Alameda Adolfo Suárez. «Era una feria local, singular y con entidad propia, además de muy diversa. Ya ha cambiado mucho, ya no existe la feria rural y ha perdido el carácter local del chirri y la pastira. Ahora es más sevillana», recalca el sociólogo.
El segundo aspecto en el que la feria ha cambiado, a juicio de Felipe Morente, es «el volumen». Antiguamente, solo se limitaban a visitarla los que eran de Jaén. Por ejemplo, los estudiantes estudiaban todos fuera de Jaén, por lo que solo estaban en la capital en días señalados. «Desde que tenemos la Universidad de Jaén hay multitud de estudiantes, no solo de aquí, también de fuera, creándose una diversidad que le da un toque especial a las fiestas», asegura.
Uno de los debates más repetidos sobre los días grandes de Jaén es dónde va la gente en feria. Centro o La Vestida. Para Felipe Morente, la feria en el centro es sencillamente una forma de dar salida a las aglomeraciones de personas. «El centro es una ampliación del ferial, porque ahora viene más gente. Si las casetas están llenas, la gente se queda en el centro, el espacio se amplía por la saturación del espacio. La del centro es una feria atractiva, tengo a conocidos que me aseguran que es la mejor feria de mediodía. Es una feria de compartir, no de excluir ni ostentar, sino de acoger», añade.
En una línea completamente diferente se pronuncia Gabriel Soria, secretario de la Asociación de caseteros de Jaén. El problema, afirma, es que «no sabemos qué feria queremos», por lo que habría que «clarificar los conceptos». «Si queremos una feria en el centro, de barrio, sería lo mismo que la 'Feria chica'. El problema de San Lucas es que pretendemos que la gente esté en el ferial 10 días, pero no podemos competir con los establecimientos del centro, que están todo el año», indica. Para él, «la feria es en el ferial, esa es la tradición». Además, el centro supone «poner unos barrios por encima de otros». «Es una desigualdad, porque se le da ventajas a los establecimientos de San Ildefonso, cerrando calles y dejándoles poner las mesas, mientras que se excluye a otros como la Alcantarilla o la Magdalena, por ejemplo», apostilla. En su opinión, las actividades culturales que se organizan en el centro podrían bajarse a La Vestida, para así «centrar todos los eventos allí».
Asimismo, desde la Asociación de caseteros lamentan la gran cantidad de gastos a los que tienen que hacer frente para instalar su negocio en el ferial. «Con tanto control y tan pocos ingresos convertimos San Lucas en un negocio exclusivamente de feriantes, lo que conlleva la pérdida de calidad, el abuso de los precios o la falta de profesionales», manifiesta.
Por último, Gabriel Soria insiste en que desde la asociación de la que es secretario propusieron al Ayuntamiento una alternativa para los jóvenes, con el fin de controlar el botellón. «Quisimos dentro del botellón instalar una barra y organizar conciertos y fiestas, controlando la venta de bebidas -con precios muy asequibles- y manteniendo limpia la zona. El Ayuntamiento se negó, alegando que es imposible de hacer», recalca Soria. Sin embargo, desde el Ayuntamiento inciden en que esa propuesta nunca se la han llegado a efectuar.
Pese a la diversidad de opiniones, es el Consistorio el que tiene la última palabra. Y lo tienen claro. La esencia de la Feria de San Lucas es La Vestida, pero mantener el centro ambientado es un complemento. Y se potencian ambas, según afirma Isabel Azañón, concejala de Educación y Cultura. «Nuestra feria es en el ferial, con sus casetas y sus 'cacharritos', pero tenemos actividades en el centro para el que no quiera bajar al ferial. En La Vestida no deja de haber gente por esto, hay muchísimas comidas y reuniones y el ambiente se mantiene, pero ofrecemos una programación cultural en el centro, que los vecinos decidan dónde quieren ir. El que sale a ver un baile en la plaza de la Constitución va a ver el espectáculo y quizás se va a casa después, no va a consumir», incide.
Cambiando de ámbito, en esta edición el Día del niño será el último día, el 22 de octubre. Desde el Consistorio recuerdan que esto es decisión de los dueños de las atracciones, que deciden qué día prefieren. «No tienen obligación de hacerlo, lo hacen voluntariamente», señala la concejala.
Asimismo, los conciertos vuelven a estar en manos de iniciativas privadas, con el apoyo del Consistorio. «Hasta que no mejore la situación económica esta será la tendencia. De todas formas, creo que la programación cultural es completa y variada», reclama.
Isabel Azañón destaca además la caseta 0.0, donde no se venderá alcohol, que espera sea todo un éxito. «Hemos apostado por ello y si sale bien seguiremos haciéndolo», agrega. «Espero que venga la gente a la feria, son nuestros días grandes y los esperamos con ganas», concluye Azañón.
A seis días del comienzo de la feria, los caseteros lo tienen claro: los días fuertes serán el 14, 17, 18 y 21. En total, durará 9 días, del 14 al 22, con el correspondiente debate sobre si son demasiados o no. «Son dos días menos que el pasado año y pilla dos fines de semana de por medio, perfecto para que venga gente de fuera», opina Isabel Azañón.
Ciertamente, Jaén vuelve a retomar sus tradicionales 9 días de feria, después de la excepción de 2016, cuando ascendieron a 11. Los tres años anteriores habían durado también 9 jornadas. Además, su finalización se atrasa. Si este año habrá San Lucas hasta el 22, en 2016 se organizó del 8 al 18 de octubre.
En cuanto al número de casetas, de las 90 parcelas que hay habilitadas han sido adjudicadas 67, es decir, el 74%, después de que seis de los solicitantes que presentaron su solicitud fuera de plazo hayan sido dados de alta, y a pesar de que varios adjudicatarios ocupan en los últimos años dos o más parcelas y en un caso hasta cuatro. El año pasado se ocuparon 76 parcelas, según datos ofrecidos por el Ayuntamiento de Jaén.
Por su parte, la concejala socialista María del Mar Shaw propuso en el consejo rector al gobierno municipal, del PP, que para el próximo año al menos se agrupen las casetas y no queden huecos repartidos, por la mala imagen que ofrece, pero también por razones de seguridad y de limpieza.
Los debates de siempre y alguno que otro nuevo. La feria nunca está exenta de polémica -véanse los comentarios sobre el cartel de feria de este año-, pero al fin y al cabo los jienenses esperan con ilusión los días en los que su ciudad luce más bonita que nunca.
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