Edición

Borrar

Jaén Educa

Opinión | La zaranda ·

Resulta obvio que la escuela que tenemos no es la que deseamos, pero aceptando esa premisa, resulta obvio que la educación mejora aunque sea a un ritmo muy lento y con asimetría

MANUEL MOLINA

JAÉN

Domingo, 11 de noviembre 2018, 16:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Siempre que alguien me comenta que la enseñanza está mal me acuerdo de un libro que firmó un inspector de educación a final de los años veinte del siglo pasado. Se llamaba Luis Bello y la obra Viaje por las escuelas de Andalucía. Invito a los más pesimistas a leer el fragmento que este pedagogo recoge dedicado a Santiago de la espada. Desolador, no existe otro término para definirlo. Si realizamos un ejercicio temporal y acudimos ahora a los centros de primaria y Secundaria de la localidad no podemos menos que admitir que hemos mejorado y mucho.

Este fin de semana ha tenido lugar un evento necesario y singular, un encuentro de docentes, unos cuatrocientos, de la provincia de Jaén para reflexionar sobre la enseñanza no universitaria actual, organizado por los Centros del Profesorado provinciales. Resulta obvio que la escuela que tenemos no es la que deseamos, pero aceptando esa premisa, resulta obvio que la educación mejora aunque sea a un ritmo muy lento y con asimetría, debido a que no existe una ley que responda de manera homogénea a las demandas y realidades. Ahora sufre otro cambio político, como siempre, sin que se aborde el trasfondo y sin contar con los protagonistas, el profesorado.

El acceso a la función docente supone una asignatura pendiente. Cada vez encontramos más personas que deciden dedicarse a tal tarea desde la eliminación de sus primeras opciones. Llegan por sedimentación de oportunidades y esa circunstancia se transmite al alumnado y contagia al centro donde arriban. No existe tampoco cultura evaluativa y un docente lo es para toda la vida, salvo barrabasada. No se premia la implicación y casi siempre se camina en la tabla rasa. Lo mencionado contrasta con otros docentes que presentan un perfil más cualificado: conocimiento de idiomas, buena preparación didáctica, manejo de nuevas tecnologías, innovadores, cooperativos, en constante formación. Ambos comparten centro.

Ningún partido político alcanza a tener la altura de miras mínima exigida en los temas educativos, comenzando por la incapacidad de aunar un pacto de estado en la materia que permitiera una línea clara de trabajo y consolidación a medio o largo plazo de un modelo consensuado. Nos hemos acostumbrado al parche de quita y pon, según quién gobierne, lo que supone un desprecio a la escuela, base de una sociedad. El problema no es el fuego de artificio de impartir religión -ahí sigue- o valores éticos un año o dos, sino de afrontar una educación del siglo XXI, que forme una ciudadanía con una preparación y conocimientos solventes. Habrá que tener en cuenta que la condición socio-cultural del alumnado, una escuela con valores a la que accedan los más preparados y vocacionales, una formación clara y continuada de estos que permita a quienes destaquen el mérito para poder ejercer como mentores del resto, una dotación a los centros acorde con su realidad y con la exigencia que se le debe pedir, un sistema de evaluación claro que permita a padres y madres estar informados puntualmente más allá de una vez al trimestre, una financiación acorde con el PIB. Sin buena educación, es obvio, no hay buen futuro.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios