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LAURA VELASCO
JAÉN
Jueves, 1 de enero 1970
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El lunes, el viernes, de día, de noche. Da igual el momento, en Feria siempre hay alguna que otra alma en el botellón. Es, para muchos, parada obligatoria pre-casetas. Si bajamos un fin de semana, la aglomeración estará asegurada. Si se trata de un día lluvioso, será más bien un desierto. El jueves de nadrugada, ya día de San Lucas, en la zona no cabía un alfiler. Pero, ¿qué les lleva a los jóvenes a hacer botellón? He aquí sus variadas respuestas.
Estudiante de Enfermería
Miguel Ángel Garrido
A sus 21 años, Miguel Ángel Garrido señala que la razón principal para acudir al recinto es ahorrar unos euros. «Hoy en día los jóvenes optamos por venir aquí en vez de beber directamente en las casetas porque esto es mucho más económico, ya que estamos en un país que ha vivido una recesión importante, y aunque es cierto que la economía mejora poco a poco, se nota mucho la diferencia entre beber aquí y consumir bebidas alcohólicas en las casetas», señala este estudiante de Enfermería mientras topa unas copas con sus amigos en la Vestida.
Estudiante de Enfermería
Marina Moya
Estudiante de Enfermería es también Marina Moya. A sus 21 años, tiene claro que no iría a beber a las casetas «porque los precios no son comparables». «Es pagar cuatro o cinco euros por un cubata o gastarte eso y estar con tu botella tres horas bebiendo», recalca. En cuanto a lo negativo del recinto, insiste en que puede haber peleas. «Aunque no estés metido en ella te puedes llevar un botellazo y salir herido, pero es que con lo económico que sale lo normal es venir aquí», señala la estudiante, que además opina que la mayoría de asistentes al botellón son estudiantes, «porque su economía no es la misma de los trabajadores». «A los más mayores no les importa gastarse 20 euros en las casetas, a los estudiantes 20 euros les supone mucho. Creo que luego la gente consume en las casetas, pero quizás una copa, no seis como te bebes aquí», concluye.
Profesora de clases particulares y opositora
Ana Garrido
La jienense Ana Garrido, de 24 años, es opositora, y lo compagina dando clases particulares a niños. En su caso, cree que los trabajadores también van a hacer botellón, porque los sueldos de los jóvenes «suelen ser muy bajos, y aunque se gane mucho no es lógico gastarlo en copas, hay cosas mucho más importantes». «Lo malo es que hay peleas, el año pasado vi como delante de mí se tiraban botellas», detalla la jienense, que cree que tras pasar por el botellón los jóvenes «quieren seguir activos» en las casetas y consumen copas, aunque solo una o dos.
Enfermera
Patricia Elías
Con 22 años, Patricia Elías es la excepción entre tanto aficionado al botellón, y admite que acude «un poco obligada», porque sus amigas quieren beber allí. «Yo me he comprado el bono copas de una caseta, que son seis copas por 20 euros, pero como estoy sola abajo me he tenido que venir. Me lo he comprado porque estoy trabajando en Madrid de enfermera y me sale más rentable, el botellón últimamente está asqueroso y prefiero estar pasando un rato bueno en las casetas y bailando», apostilla.
Trabajadora social y opositora
Desiré Cobo
No todos los jóvenes acuden con ganas al botellón. Es el caso de Desiré Cobo, trabajadora social y opositora de 22 años, que a las una de la mañana tiene claro que prefiere irse a la caseta, porque a esa hora «hay poca gente y se está muy a gusto en ellas». Lo malo: todos sus amigos optan por el botellón, así que se ve obligada a ir.
«Es más barato el botellón obviamente, pero está tan masificado que me agobia. En mi caso soy opositora, pero también tengo algún ingreso por trabajar, y creo que los que trabajan pasan del botellón, porque tienen dinero y se pueden permitir beber en las casetas», resalta.
Asimismo, Desiré Cobo cree que la media de edad es cada vez más baja, y cada vez acuden «personas más pequeñas y los más mayores ya no van». «Y todos los fines de semana sobre todo hay muchas peleas, especialmente a última hora de la noche cuando van más pasados», manifiesta.
Opositor a bombero
David Méndez
21 años tiene David Méndez, opositor a bombero, que opina que los trabajadores acuden al botellón «porque las copas son muy caras y la economía no está bien». «La gente que cobra bien se puede permitir irse de copas, porque es una semana en la que puedes darte lujillos. Si no haces botellón te dejas un pastón en toda la semana, por eso la gente prefiere hacer botellón, bajar contentillo, tomarse dos copas en las casetas y así están súper bien.Hay gente que trabaja y no llega a fin de mes, sobre todo los jóvenes, pero si tienes dinero no veo mal que lo gastes en copas en las casetas», insiste.
En su opinión, el botellón tiene una parte positiva y una negativa. La buena: conocer gente y ahorrar dinero. La mala: la suciedad «y el mal rollo que se crea a veces». «La gente va bebida y no es bueno, aunque no hay que generalizar, las peleas ocurren en Jaén y en todo el mundo, aquí en el botellón, pero también en las casetas», señala.
Por último, cree que habría que controlar más a los jóvenes en el botellón «y que paseasen por la zona patrullando la zona para dar un poco más de seguridad, porque no la hay». «La gente puede entrar con drogas, por ejemplo. Igual que en los festivales no te dejan entrar con botellas de cristal, en un botellódromo tampoco se debería permitir», concluye.
Profesor de natación y opositor
Gonzalo Checa
A sus 21 años, Gonzalo Checa acude al botellón «porque es donde va la gente y donde puedes estar con tus amigos riéndote», además de porque beber sale solo por unos euros. «Lo negativo es que hay mucha gente mala y, por ejemplo, te pueden robar. Seguiré hasta los 30 haciendo botellón, creo que es la edad máxima a la que vienen, de 27 a 30 años, los jóvenes siempre pasamos por aquí primero», detalla.
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