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Ella lo conocía de «toda la vida». Estaba en las fiestas de cumpleaños de la familia, en los encuentros importantes y preguntaban por él como ... uno más. Así que fue «natural» que comenzara las clases de kárate en su gimnasio y le diera clases particulares «a puerta cerrada». Era entonces cuando, según ha narrado la víctima, la agredía sexualmente. Desde que tenía 8 años hasta que cumplió la mayoría de edad.
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Jaén ha sentado en el banquillo a un hombre que la habría «manipulado» desde que era una niña, hasta aprovecharse de ella en «múltiples» ocasiones, según se describía en el escrito de calificación de fiscalía. «Yo lo idolatraba», declaraba la víctima, que lo ha hecho tras un biombo.
Explicaba que la denuncia la puso con 22 años, pues ha requerido de años de terapia para «ser consciente» de que era víctima de abuso. «No podía asumir que me había destrozado la adolescencia, era como un padre para mí», afirmaba, y añadía: «Ojalá hubiera sido alguien de la calle, alguien en quien volcar mi rencor, porque yo a él no podía odiarle».
Además, no había solo «manipulación sexual», tal como indicaba la mujer, sino que también controlaba sus redes sociales y le «echaba la bronca» si salía con otros chicos, según contaba.
Al parecer, «todo formaba parte del entrenamiento», así como le inculcaba los principios del kárate, «la virtud y la rectitud», también tenía que ser su «maestro en todo». Ya desde que empezó las clases, cuando fue creciendo, le comentaba «que me estaba convirtiendo en una mujer preciosa, que me veía y no se podía controlar, que ojalá yo fuera mayor».
Con 15 años él se habría «abalanzado» para besarla, y ella lo rechazó, pero meses después, cuando volvió a intentarlo, no se resistió. «Me culpaba, pensaba que si me hubiera apartado, no habría pasado», declaraba, lo cual le complicaba el explicárselo a alguien más o contárselo a su familia, pues él señalaba que, si lo hacía, «nos arruinas a los dos».
Casi con 30 años, narraba su historia: «Quiero contarlo porque no entiendo por qué lo hizo, me quiero quitar la culpa y tampoco quiero que le pase a otros adolescentes. El objetivo mayor es sanar y que no vuelva a ocurrirle a nadie».
El acusado, por su parte, ha pedido ser el último en declarar, tras la víctima, los testigos y los peritos. Su defensa se basa en que ella «estaba enamorada», que «lo buscaba», además de «consentir» la relación, a pesar de llevarse más de 40 años de diferencia.
Por estos hechos fiscalía acusa al hombre de dos delitos continuados de agresión sexual, uno de ellos a menor de 16 años, lo que suma una petición de pena de cárcel de 21 años y libertad vigilada de 10 años. El acusado deberá indemnizar a la víctima a la cantidad de 5.100 euros por los daños físicos, en 4.500 euros por las secuelas y en 30.000 euros por los morales.
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