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El comercio que nos aúpa

El Zaguán ·

La ciudadanía estalla con verdadero fervor, y, ya, aun cuando faltan quince días para la Navidad, todo es alboroto en una escenografía plenamente repleta de lo consabido para los días de sortilegio sacrosanto que envuelve la Nochebuena, fin de año y Reyes

Alfredo Ybarra

JAÉN

Domingo, 10 de diciembre 2017, 00:46

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Andújar se encuentra plenamente envuelta en el espíritu navideño, tan paradójico, y con esas bielas tan discordantes en este punto del calendario, especialmente sensible, especialmente nostálgico, especialmente exigente en costumbres, ritos y formalidades. Pero los iliturgitanos somos un pueblo muy cohetero, y por estos pagos todo el mundo se apunta al bombardeo arrollador, que en definitiva se da en todas partes y afecta a una importante mayoría de la gente.

La ciudadanía estalla con verdadero fervor, y, ya, aun cuando faltan quince días para la Navidad, todo es alboroto en una escenografía plenamente repleta de lo consabido para los días de sortilegio sacrosanto que envuelve la Nochebuena, fin de año y Reyes. En el puente que acaba ha habido hasta momentos de overbooking en muchos bares y cafeterías. Hubo zonas en que la calle a las puertas de algunos de estos establecimientos estaba a rebosar. Igualmente se ve mucho público en el comercio del centro urbano. Un comercio que ya hablábamos en pasadas columnas que se ha descafeinado, ha disminuido mucho en su esencia local. Y eso que la ciudad fue referente no sólo comarcal sino de un amplio espectro geográfico en cuanto a su especial relevancia en tiendas y almacenes de diferentes parcelas. Algo que sin embargo en otras poblaciones de similares características a Andújar no ha ocurrido, conviviendo una gran parte del comercio tradicional con las nuevas fórmulas de tiendas y grandes superficies.

Y es que los negocios, llamémosles, tradicionales, son muy importantes para cualquier población. Es algo muy profundo ya que no tiene que ver solamente con lo económico sino también con lo social y lo cultural. Sí, el sector comercial, turístico y cultural son cimientos muy importantes no sólo para el desarrollo de un lugar, sino para su vertebración plena y equilibrada. ¿Un pueblo, una ciudad, sin un comercio medianamente desarrollado, qué es?. El comercio es pieza importante para coser el tejido social de un lugar. Hay que ser conscientes de que este tipo de establecimientos repercute directamente en la calidad de vida de toda la población. Es como un corazón, y si late con pujanza y buen ritmo, todo el cuerpo social se va a beneficiar con una saludable vitalidad. Un buen comercio diverso y singular, unido al marchamo de la identidad del lugar ofrece a los consumidores garantía, especificidad, variedad y calidad en sus productos, a la vez que sirve de herramienta, de cadena de transmisión de todo el sentido vital local. Tendrá una actitud redoblada en las motivaciones poblacionales y será el mejor escaparate, y la mejor voz de las mismas.

Normalmente, cuando vamos a otros lugares ya sea por ocio u otros motivos, no vamos a entrar, por lo general, con ese establecimiento de cadena y/o franquicia que hay en todas partes, y tenemos al lado de casa o cerca. Nos interesaremos seguramente (y si están debidamente divulgados, más) por productos y establecimientos, peculiares, originales, y si son impares pues mucho mejor. Claro que el espíritu consumista nos empuja a ser masa adoctrinada y entrar en lo ya conocido y publicitado hasta la saciedad. Ahí está, por ejemplo, el caso, de los que viajan a Madrid desde el pueblo y van a la Gran Vía a hacer colas para entrar en esa macrotienda de la cadena irlandesa de distribución de ropa y hogar. Bien está que nos acerquemos a las cadenas y ese tipo de negocios porque nos gustan y sus precios son atractivos. Y la necesidad obliga. Pero cuando voy a un lugar trato de buscar esa librería con ese olor característico a madera antigua, con esa magia de su desorden cuidadoso, entro a ese bazar tan singular y añoso, a esa taberna donde ponen unas tapas tan únicas, a ese comercio que se ve que está unido por un cordón umbilical insondable a ese pueblo, a esa ciudad.

Cuando voy a un lugar quiero diferenciarlo de otro y palparlo en los mimbres de su alma. Y cuando se trata de nuestra propia localidad, el valor añadido del comercio tradicional tiene un gran abanico de cualidades que ya en esta columna no nos cabrían. Aunque cualquier establecimiento lleve el nombre que sea o pertenezca o no a una cadena, es importante para apoyar el desarrollo local, y Andújar está haciendo importantes esfuerzos, con acciones concretas para vitalizarlo. Pero en estos días que denominamos entrañables, déjenme, que levante la voz por la médula, por lo más propio que nos queda en cuanto a establecimientos y comercios, y pida una decidida apuesta en su apoyo con acciones valientes e imaginativas, y más sensibles.

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